CONSECUENCIAS

Pekín está al borde del colapso por el exceso de contaminación

La capital china está constantemente opacada. El aire es denso, sucio, irrespirable. Los niveles de polución en el aire son varias veces los recomendados y dentro de las casa, el ruido de los purificadores de aire hacen que sea imposible estar en paz.

Esta foto no tiene ningún filtro, el color del cielo es así en Pekín a causa de la contaminación. Foto: Lw Yang.
Esta foto no tiene ningún filtro, el color del cielo es así en Pekín a causa de la contaminación. Foto: Lw Yang.

Todos sellan sus ventanas con membrana autoadhesiva, tapan las ventilas del aire acondicionado, ponen burlete en las puertas… no hay forma. El humo entra por cualquier grieta por más pequeña que sea, y los pekineses ya no pueden más con tanta suciedad que se les cuela hasta el recoveco más íntimo del hogar.

Pero, ¿de quién es la culpa sino de la sociedad de consumo? 

Las partículas más finas de gases o sólidos tóxicos suspendidas en el aire pueden tener hasta 2.5 milésimas de milímetro (medida conocida como PM2.5) encuentran su camino por entre todas las barreras instaladas.

Un paisaje de Pekín parece sacado del más oscuro cómic de Stan Lee, o uno de esos comerciales estadounidenses de los 70’s sobre cómo sobrevivir a una explosión nuclear. La diferencia es que, esta vez, la imagen es real.

Imagen de la NASA que muestra la gran nube gris de contaminación sobre Pekín.
Imagen de la NASA tomada en 2016 que muestra la gran nube gris de contaminación sobre Pekín.

Respirar es un lujo

El aire limpio es casi un bien preciado hoy en día en la capital del gigante asiático. Es usual ver instalados en los livings, habitaciones y cocinas, unos pequeños monitores que detectan partículas de hasta PM2,5, las más escurridizas.

También uno o dos purificadores de aire en cada ambiente que emiten un ruido parecido a un aire acondicionado. Estar adentro y querer respirar aire puro es un tormento en medio del ruido blanco generan todos estos aparatos juntos.

Un juego completo de filtros para un sólo purificador de aire puede costar hasta 120 dólares y deben cambiarse cada seis meses. Es un costo que no todos pueden agregar a su economía. 

La esperanza de vida en Pekín es mucho más baja que la media de cualquier país industralizado, unos 58.17 años, como consecuencia de respirar polución por tantos años. En los puntos más álgidos de contaminación se han llegado a detectar hasta 200 microgramos  PM2,5 por metro cúbico, varias veces el límite máximo de seguridad.

Algunos se sienten en arresto domiciliario pues a veces no vale la pena salir de casa a exponerse a tanta suciedad. Tomar sol en un parque o dar un paseo por el centro es cosa del pasado, si no se revierte o resuelve este asunto mayor que tiene a la ciudad al borde del colapso.

Asomarse a la ventana en Pekín es desolador. Foto: Lw Yang.
Asomarse a la ventana en Pekín es desolador. Foto: Lw Yang.

Adicción a los combustibles fósiles

Miles de kilómetros de superficie están cubiertos de smog. La adicción de los chinos al carbón y petróleo no parece tener límite y no se está reduciendo el consumo de estos combustibles, a pesar de que se están asfixiando ellos mismos.

El crecimiento desmedido de China ha venido de la mano del crecimiento mastodónico de su producción basada en mano de obra barata y materiales de baja calidad.

Teléfonos inteligentes, computadoras, tablets, ropa, electrodomésticos y coches son solo algunos de los productos más importantes que se exportan fabricados desde el país asiático, y la alzada en la capacidad de producción ha hecho que se necesiten cada vez más combustibles. Es un círculo vicioso que nadie sabe cómo terminar.

Occidente quiere productos baratos y China se llena las arcas vendiéndolos. Todos somos responsables del desastre, pero nadie se hace responsable.

Mientras tanto, Pekín es el augurio para muchas grandes ciudades que van camino al precipicio, y pocas están tomando acciones suficientes para evitarlo.

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