Tirando Corners en los recuerdos

Un gran jugador: Luis Eduardo Ramos de Lucía

Escribe «un puntero»

En un fútbol rico en acontecimientos positivos, destacar figuras que no siempre mantuvieron el perfil de marquesinas constantes, es mi intención restablecer un orden de personalidades donde se han hecho la coladera muchos carros de manos y verdaderos cracks que permanecieron al margen del consenso general en triunfos memorables.

Nuestra memoría nos convoca, en este caso puntual –recordando a un central izquierdo que apareció en la década del sesenta jugando para Misiones F.C– pero que desarrolló lo mejor de su carrera en el Club Nacional de Football.

Integró nuestra Selección nacional en varias oportunidades, defendió al Deportivo Español de la República Argentina, al Racing club de Montevideo y a Estudiantes de Mérida de Venezuela.

Poseía un extraordinario juego aéreo, apuntalaba al número cinco, cortaba balones ofreciendo coberturas constantes y seguras, sorprendía en el área contraria y muchas veces su equipo dependía de sus tiros libres para empatar o sacar diferencias en el score. Potente, guapo, contagiaba a compañeros en momentos difíciles, e influenciaba a los contrarios por poseer una personalidad arrolladora, clásica de los zagueros orientales de todas las épocas. En fin, un referente insoslayable con una prestancia futbolística que merece el recuerdo más cálido de quien compartió momentos imborrables en justas deportivas, que lo irigieron como uno de los más destacados zagueros contemporános.

Su refugio actual es el entrañable club Cabrera, la Unión, su barrio, su querido club Nacional de Fútbol, El Clufla, el Pelado, sus sobrenombres más habituales que identifican a Ramos. Para mí, particularmente, le batiría crack, pero crack de la vida.

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