Los 80 años de la Troupe

En la década del 20, los montevideanos vieron nacer la Rambla, abrirse la diagonal Agraciada, levantarse el Palacio Legislativo y el Salvo, junto con la construcción del Estadio Centenario.

Para divertir y burlarse de todo lo que les ocurría, los montevideanos tenían en los carnavales a diversas murgas y a las troupes Oxford y Un real al 69. Pero la más popular y emblemática de todas ellas fue la Troupe Ateniense, que curiosamente no salía en las fiestas de Momo, lo hacía en el mes de setiembre, desde 1922 hasta 1930. Sus alegres representaciones llegaban, en cada primavera, junto con las golondrinas.

En las primeras décadas del siglo XX, los estudiantes universitarios, hacían un alto en sus tareas y con ingeniosos disfraces desfilaban por 18 de Julio para recibir a la primavera, dentro de un clima festivo que era acompañado por el aplauso y las risas de los montevideanos. Algunas facultades llegaron a tener grupos de aficionados al canto y a la música cuyos estudiantes representaban en la vía pública funciones de variado ingenio y creativas ocurrencias.

El Centro de Estudiantes de Derecho era uno de los más activos y entusiastas participantes de estas jornadas primaverales. Cuando estuvo ocupando la presidencia, un aventajado estudiante, de nombre Carlos Quijano, se decide unos meses antes de la primavera de 1922, convocar a un concurso de una obra, musical y festiva, que serviría para dar la bienvenida a la primavera de ese año.

El jurado estaría integrado por destacadas figuras del aquel Montevideo, como lo eran los doctores Dardo Regules, Emilio Frugoni y Carlos María Prando.

Los muchachos del Atenas

En 1918, varios estudiantes deciden fundar un club deportivo para la práctica del basquetbol y el atletismo, al que denominan Club Atlético Atenas. Como no tenían sede, se reunían en el café «Welcome», ubicado en la Ciudad Vieja.

Hasta ellos llegó la noticia del concurso y deciden intervenir confiando a los estudiantes de Derecho, César L. Gallardo, Víctor Soliño y Roberto Fontaina para que preparen un libreto original y reidero sobre temas de la actualidad social y política de nuestra ciudad.

Presentan su trabajo con el nombre de «¿Estás ahí, Montevideo?», ganando el concurso de punta a punta y el 26 de setiembre de 1922 el aterciopelado telón del Teatro Solís se levantó para presentar a la «Troupe Jurídica». Tal era su primer nombre.

Al año siguiente, decidieron hacerle un agregado a la denominación original y desde ese momento se le conocerá por la «Troupe Jurídica Ateniense». Se presentaron con una obra llamada «Tut-Ankh-Amon», lo hicieron en el viejo Urquiza de la calle Andes y Mercedes y unos meses después la trasladaron a Buenos Aires, presentándola en el Teatro Coliseo, en cuatro funciones consecutivas, con localidades agotadas.

En 1924 deciden volver a cambiar el nombre y presentarse definitivamente con el que lo conocerían para siempre todos los montevideanos: «Troupe Ateniense». Fue el año del primer laurel olímpico en nuestro fútbol, el triunfo de Colombes en Francia, y la obra giraba alrededor de esta conquista deportiva con el nombre de «Oh, les sauvages». La llevaron a Buenos Aires y la presentaron en el Teatro San Martín, repitiendo el éxito del año anterior.

Año a año, las primaveras eran esperadas por los montevideanos para asistir a las nuevas propuestas de los estudiantes, algunos de cuyos integrantes, no sacaban buenas notas en los exámenes, pero sabían cosechar generosos aplausos arriba de los escenarios.

La labor de la troupe, sólo tuvo un intervalo en 1928, y se justificaron frente a sus seguidores, sosteniendo en una risueña confesión, «que no querían opacar con sus actuaciones, el brillo de la hazaña de Amsterdam».

Luego de ese paréntesis retornaron en 1929, pero lo hicieron en una noche inesperada, el 16 de mayo. Presentaron una obra denominada «Un temporal en el aljibe» y llegaron a manifestar que estas eran las últimas presentaciones de la troupe.

Retornaron al año siguiente con la diversión y el humor, ya que no podían estar ausentes de las celebraciones del título de Campeón Mundial de Fútbol obtenido por Uruguay, lo hicieron con una obra que se llamó «Centenariola», presentándose en el Teatro Solís el 14 de agosto de 1930.

Esta vez hicieron catorce representaciones, apoyados por un público entusiasta que agotó todos los días las localidades. La noche del 27 de agosto, al caer el telón, se cerró la historia teatral de la Troupe Ateniense y comenzaría su leyenda.

Sus integrantes

Quienes pusieron en cartelera las obras de los atenienses durante esos años fueron destacados músicos y cantantes, varios de ellos, luego fueron exitosos profesionales y reconocidos empresarios. En aquel núcleo de estudiantes intervenían Ramón y Juan Antonio Collazo, Roberto y Raúl Fontaina, César L. Gallardo, Victor Soliño, Adolfo Mondino, Gerardo Matos Rodríguez, los futuros arquitectos De los Campos, Puente, Tournier, Ciurich, Artuccio y el futuro secretario general de la OEA, José Mora Otero.

Bajo su humor no se salvaba nadie, políticos, profesores, el Principe de Gales, Jacinto Benavente, los Tres mosqueteros, los jugadores de fútbol, los periodistas y hasta Romeo y Julieta.

En 1927, durante una celebrada burla a la obra de Alejandro Dumas «Los tres mosqueteros», en una de las escenas donde los famosos espadachines se toman un descanso en sus duelos de capa y espada, para escuchar unos tangos, surge la voz de un joven de nombre Alberto Vila, quien posteriormente seguiría su carrera en Buenos Aires y se convertiría en uno de los máximos exponentes de la canción ciudadana en los años 30.

Muchos de los lujosos trajes, que siempre lució la troupe, eran realizados por un conocido modisto de la época de apellido Valiante, quien afirmaba que la mejor vidriera para sus creaciones, eran las «musculosas damas atenienses».

Cuando se encontraban en lo mejor de su fama y prestigio, los integrantes de la Troupe Ateniense, lograron que el Club Atenas tuviera su sede propia.

Con lo obtenido por las recaudaciones, compraron, en agosto de 1926 la casa de la calle Reconquista 519, frente al Templo Inglés. La casona era famosa por tener una enorme escalera de caracol y allí estuvieron durante treinta años, hasta la mudanza que los llevó al corazón del barrio Palermo en Cebollatí 1434, donde comenzaron una nueva etapa con gimnasio incluido.

Hubo una segunda época

En 1943, con el nombre de «Ramón Collazo y sus Atenienses», el popular «Loro» Collazo intentó una segunda época y reiterar éxitos anteriores. Se hizo acompañar, con los textos que escribía su amigo Víctor Soliño y con la incorporación de excelentes músicos, como Lalo Etchegoncelay y Mario Orrico.

Aun cuando se lograron exitosas representaciones y la idea se extendió hasta principios de los años cincuenta, nunca alcanzó lo hecho por «aquellos primeros», los que habían cimentado una fama que el tiempo, a esa altura, no podía mover. *

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