LA OFERTA AUNQUE AMPLIA NO ES MUY NOVEDOSA, Y TIENE NUMEROSAS REEDICIONES

El Florencio y la crisis argentina inundan a Montevideo de teatro

No obstante, los estrenos, que en más de un caso son reediciones, están lejos de constituir novedades. El teatro parece destinado, definitivamente, a un público cuya edad promedio no sea menor de 55 años, que prefiere a lo nuevo y lo experimental obras y estilos de calidad media y ya muy vistos y oídos.

* NOSOTRAS QUE NOS QUEREMOS TANTO, de Miguel Falabella, esta vez con Claribel Medina, es la reedición, también con la dirección de Víctor García Peralta, de la versión de 1991 (con Betiana Blum, Mirta Busnelli, Fernanda Mistral, Alicia Zanca) y de la que hubo ya una versión local (1994, con Pelusa Vera, Silvia Novarese, Isabel Schipani y Mariana Trujillo, teatro del Centro), es una obra superficial y orientada hacia la taquilla que roza, sin embargo, los temas de la familia del Tercer Mundo y su crisis por el avance del capitalismo y la consiguiente emigración, para caer como un globo aerostático, por pérdida de gas. Con «Hay que deshacer la casa», de Sebastián Junyent, que tiene varios puntos de contacto, demuestra una vez más el carácter estático y conservador de nuestras carteleras (Teatro del Círculo).

* DANUBIO AZUL, de Ricardo Prieto, dirección de Elena Zuasti, es también una reedición (fue estrenada el 13 de enero de 1989 en La Gaviota). La obra supone una dudosa identidad entre teatro y discusiones. En una familia se disputa a propósito de todo y cualquier cosa: la promiscuidad, los cigarrillos, el adulterio, la factura de UTE, los conflictos generacionales, los bizcochos y hasta sobre José G. Artigas. Para proveer un hilo conductor, la madre le saca seis mil dólares a su amante gruñón (en 1989, con otro valor del dólar, eran dos mil), dinero que deja por ahí como para que lo robe el hijo –drogadicto y taxi boy si se da– para entregárselo a su amante masculino. El tono general es tan arcaico como Discépolo: «Odio la vida estúpida que llevo», pese a lo cual se exige que «respete la vida estúpida que tengo» en «este mundo de mierda». Apareció aquello. Al fin, se oye «Danubio azul» como podría oírse «Cuentos de los bosques de Viena» y todo es redimido por una torta de cumpleaños, el «Happy birthday», las velitas y los abrazos que demuestran las razones de la abuela tesonera (Elena Zuasti). En el Espacio Teatral del Ministerio de Educación y Cultura, San José 1116; sólo quienes se sienten en primera fila verán normalmente la obra.

***PERSEVERARA HUMANUM EST, monólogo de Matteo Belli, se presentó el martes 9 en La Gaviota, dentro del programa «Un ponte, due culture» del Instituto Italiano de Cultura y la Asociazione Marchegiani del Uruguay. Belli es un actor absolutamente excepcional, con un entrenamiento mímico muy fuera de lo común, que emprende una revisión crítica del mundo, a la que no escapa ni la Anunciación a María. El espectáculo, destinado al reencuentro, puede ser un poco largo (dos horas) pero Matteo Belli no deja de moverse, hablar y gesticular con la más absoluta precisión y una casi infinita competencia.

**MVD 2 AM (La vida me lo tiene que pagar) de Francisco Bentancur en El Tinglado, dirección de Eduardo Virells y José Ma. Novo, fue un feliz trasnoche. Los esquicios intercalados están reunidos con inteligencia, los diálogos son creíbles pero no vulgares, están bien estructurados, son concisos y contienen observaciones y rasgos de humor originales; los personajes, bien diseñados, fueron actuados con esmero y convicción. El argumento parte de un programa radial para noctámbulos al que se articulan varios episodios de amor, sexo y amistad vistos con ternura, que suceden en la noche y que parecen finalizar en un suicidio, diestramente contado en forma indirecta.

* ¿ME PERMITE UNA SONRISA? por Henny Trayles, es, nuevamente, Henny Trayles, por supuesto con «La madre judía» y «Agripita». Nada ha cambiado en los espectáculos de Trayles en los últimos veinte años, y ahora reedita los conocidos tics de los unipersonales humorísticos, reiteración que parece hacer las delicias de sus adeptos. En Teatro Alianza.

*LULU, de Franz Wedekind, por la Comedia Nacional, es una puesta en escena que no hará mayor cosa por la gloria bien ganada de Antonio Larreta; es neutra y poco expresiva, cuando hubo de ser una tragedia apasionada y conmovedora. Todo parece estar bien, pero por partes: los episodios están bien contados, los actores son solventes pero el drama llega sin fuerzas a la platea. El escenario del Teatro Victoria, tiene la rara virtud de presentar a la acción siempre a lo lejos y de forzar a los intérpretes a hablarse a distancias improbables; esto conspira contra la comunicación, carencia acentuada por unas misteriosas cabezas de animales que aparecen cada tanto y cuyo simbolismo, sin duda lóbrego, se nos escapa. En algunos momentos de la interpretación de Catherina Pascale vislumbramos lo que la obra pudo y quizás debió ser.

** NO ES TAN FACIL, del español Paco Mir, dirección de Gustavo Adolfo Ruegger, consigue entretener con una clásica serie de esquicios humorísticos, esta vez sobre las dificultades para cerrar una relación amorosa, esquicios que quieren unificarse, al fin, con un giro argumental que no pasa de ser un buen chiste más. Hay comicidad, frescura y signos de que estamos en el siglo XXI. Con Jorge Bolani y Emilia Díaz, en Teatro del Centro. *

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