LIBROS: Florencio Sánchez y el anarquismo. Una radiografía ideológica del emblemático dramaturgo

La denuncia social como fermento temático de la producción literaria

A poco más de un siglo de su desaparición física, Florencio Sánchez sigue siendo un autor sin dudas referente, que supo retratar en su obra las múltiples vicisitudes del hombre y su peripecia vital.

Considerado el exponente mayor de la dramaturgia nacional, el escritor, cuya producción fue concebida para teatro, aún nos interpela con sus explícitas referencias a sempiternos conflictos sociales subyacentes que perduran en el presente.

Si bien su literatura no fue panfletaria en la acepción semántica del vocablo, estaba fuertemente comprometida con la realidad de un modelo de convivencia que, hace bastante más de un siglo, ya exhibía flagrantes fracturas y disfuncionalidades sociales.

El creador, que vivió apenas 35 años pero escribió más de veinte piezas literarias, fue un lúcido exponente de un tiempo histórico de inflexión y colisiones civilizatorias, marcado a fuego por el humano aluvión de la inmigración, los dramáticos estertores del caudillismo cerril y el paulatino advenimiento del Uruguay de la modernidad.

Admirado y controvertido, volcó en su inapreciable legado artístico el fruto de su experiencia vivencial, de su aprendizaje cotidiano, de innato talento, de su madurez reflexiva y de su intrínseca cualidad de acendrado intérprete de los avatares de su tiempo.

En «Florencio Sánchez y el anarquismo», Daniel Vidal elabora un minucioso ensayo de sesgo histórico ­literario, que apunta a desentrañar la matriz ideológica del paradigmático dramaturgo.

El autor, que es periodista, es Profesor Adjunto de Literatura Uruguaya de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación y Magíster de Literatura Latinoamericana.

Entre 2007 y 2009, dirigió la investigación sobre la literatura anarquista producida y circulante en nuestro país en el entorno del Novecientos, financiada por la Comisión Sectorial de Investigación Científica, con la tutoría del profesor Roger Mirza.

Este arduo y concienzudo trabajo de indagación le permitió adentrarse en los territorios de la historia política de la época, un tiempo sin dudas fermental por la confluencia y riqueza de corrientes ideológicas originadas por el fenómeno de la inmigración.

La obra, que naturalmente se centra en la consular figura de Florencio Sánchez, es el fruto de años de ingente búsqueda y estudio, pero también de las reflexiones personales del autor.

Aunque la materia abordada es naturalmente el efímero vínculo de apenas un año que unió al dramaturgo compatriota con las organizaciones anarquistas que militaban en el Uruguay de fines del siglo XIX y los albores del XX, este es, sin dudas, un proyecto editorial bastante más abarcativo y ambicioso.

Mixturando la crónica con el análisis, Daniel Vidal ubica al lector en el contexto situacional del Novecientos, marcado a fuego por el aporte de las corrientes migratorias procedentes de Europa, la agonía del caudillismo y la irrupción de un nuevo tiempo, signado por el nacimiento del batllismo.

El autor no soslaya naturalmente el origen familiar nacionalista de Florencio Sánchez, que le impulsó a enrolarse en las filas del ejército saravista, lo cual significó un primer compromiso político.

Sin embargo, el devenir del tiempo y el ulterior curso de los acontecimientos históricos, pusieron una considerable distancia entre el escritor y sus iniciales opciones ideológicos.

El investigador apela a un abundante bagaje documental inédito, con el plausible propósito de reconstruir el itinerario artístico de Florencio Sánchez, que estuvo fuertemente influido por las circunstancias de la época.

En ese contexto, Vidal recrea la escenografía política y social de entre siglos, caracterizada por el impetuoso auge de diversas y variopintas expresiones culturales y un profuso desarrollo de la actividad intelectual.

Es en ese marco referencial que el autor sitúa al Florencio Sánchez vinculado a las organizaciones anarquistas, a través de su relación con el Centro de Internacional de Estudios Sociales, entre diciembre de 1900 y junio de 1901.

Daniel Vidal restituye la memoria del sistema internacional anarquista y sus consecuentes réplicas en el continente americano, con el propósito de identificar las diversas facetas del circuito cultural montevideano gestionado por los libertarios.

Su minuciosa pesquisa le permite confirmar la influencia de esa corriente de pensamiento emancipadora y las causas que seguramente indujeron al dramaturgo a tomar ese camino.

El curso de la narración, que contiene naturalmente abundantes referencias documentales, conduce inexorablemente a un paisaje social de trazo eminentemente fermental, que incluía numerosas publicaciones (libros y diarios), representaciones teatrales, muestras de artes plásticas, escuelas, librerías y bibliotecas.

Empero, queda claro que la militancia de las organizaciones ácratas no se limitaba a la mera cooptación de voluntades y adhesiones en las denominadas clases cultas, sino que también se proyectaba a los estratos obreros, potenciales actores de vanguardia de la radical transformación de la sociedad de la época.

En efecto, también eran frecuentes las actividades recreativas, a las cuales se solía imprimir un sesgo proselitista y propagandístico, en el marco del proceso de concientización y acumulación de fuerzas.

Con un criterio a menudo rigurosamente cronológico, el docente describe la participación de Florencio Sánchez en este circuito cultural alternativo, destinado a expandirse y plasmar el pensamiento revolucionario en el cuerpo social de la época.

En ese contexto, resalta la figura de Pietro Gori, italiano exiliado y radicado en el Río de la Plata, quien fue un auténtico referente de las corrientes emancipadoras que promovían cambios profundos.

La información aportada y las conclusiones del propio autor, permiten inferir que el vínculo formal entre el artista y el anarquismo fue efímero. Empero, la recepción de los libertarios a su obra fue ciertamente bastante más significativa.

Demostrando una indudable cualidad para analizar acontecimientos y circunstancias, Vidal aborda todo lo atinente a las disputas por el espacio político de la época, con la preponderancia del batllismo reformista y la lucha de las nacientes organizaciones de izquierda por concitar adhesiones entre la clase trabajadora del Uruguay de comienzos del siglo XX.

En ese contexto, tras su fugaz vínculo con el anarquismo, Florencio Sánchez fue asimilado por el sistema hegemónico. Su relación con figuras de la época como José Batlle y Ordóñez y Claudio Williman constituye un elocuente testimonio de ello.

Empero, más allá que el célebre dramaturgo no fue un artista antisistémico, esta investigación demuestra que su discurso literario y teatral caló muy hondo en el anarquismo.

Aunque Vidal interpreta que Sánchez no fue un escritor de barricada y menos aún panfletario, sí afirma que el a menudo crudo realismo presente en su obra, retrata muchos de los conflictos sociales impresos en el imaginario ideológico libertario.

Otro detalle que valoriza esta investigación es la inclusión de textos inéditos o muy poco conocidos del creador, como la pieza dramática «¡Ladrones!», un diálogo sobre la prostitución («Diálogos de actualidad»), la pieza en prosa poética «Al pasar», un monólogo y las dos escenas conocidas como «Los acosados».

«Florencio Sánchez y el anarquismo» es un trabajo de estupenda factura literaria, que nos convoca a reflexionar sobre la recurrente controversia en torno al compromiso social del artista, sus sensibilidades y eventuales opciones políticas e ideológicas.

(Editorial Banda Oriental)

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