Punta del Este. Todo pronto para el comienzo del Festival Cine del Mar

El Mural abrirá la muestra

Héctor Lescano, ministro de Turismo y Deporte, destacó que el certamen es una importante contribución a la proyección hacia el exterior del importante polo turístico y un aporte al séptimo arte.

Por su parte, Jorge Jellinek, miembro del comité gestor, confirmó la presencia de cintas procedentes de Argentina, Bolivia, Chile, Paraguay, Uruguay y de Venezuela, país invitado especial a la cita.

El evento tendrá por escenario el balneario de Punta del Este y tiene previsto la proyección de una docena de cortometrajes de realizadores locales sobren temas vinculados al medio ambiente.

Fernando Goldsman, director del Festival, señaló que Cine del Mar surgió en las celebraciones por los cien años del balneario esteño, para desarrollar una actividad fuera de la temporada veraniega en las vacaciones de invierno. La repercusión en sus dos primeras versiones y la calidad de los materiales llevaron a ampliar los objetivos, mejorar todos los aspectos y apostar a un importante acontecimiento del calendario anual de cine, resaltó.

Sostuvo además que la programación tendrá como uno de sus ejes las celebraciones por el Bicentenario de la revolución libertadora de 1810 en Argentina.

Goldsman precisó que en colaboración con institutos del séptimo arte de países del Mercado Común del Sur (Mercosur), se exhibirá una muestra retrospectiva con largometrajes de temática histórica.

Entre ellas mencionó clásicos como «Pampa bárbara», de Lucas Demare, y «El Santo de la espada» de Leopoldo Torre Nilsson, y producciones recientes filmadas en el marco de las festividades por la efemérides.

Como otros años habrá homenajes, en este caso la conmemoración del centenario del director argentino Daniel Tinayre (1910-1994), mientras la cita se completará con charlas y mesas redondas de historiadores, críticos y cineastas.

Amores cruzados, tragedias y fervor político se unen en «El Mural», filme del argentino Héctor Olivera que aborda el período en que el muralista mexicano David Alfaro Siqueiros vivió en Buenos Aires, donde pintó el mural «Ejercicio Plástico».

Se trata de una coproducción argentino-mexicana, con guión de Olivera y la colaboración del autor mexicano Antonio Armonía, que desarrolla su acción en los años 30. «Esta película es una historia de pasión y traiciones, pero también de una época muy particular de la Argentina, donde existía una rica vanguardia intelectual, en un escenario político complicado, de corte nacionalista», dijo Olivera. Siqueiros había llegado a Buenos Aires para dar una serie de conferencias sobre la importancia de difundir lo que él llamaba el «arte público», frente al de la burguesía: sus pinturas unían la tradición popular mexicana con las preocupaciones del surrealismo y el expresionismo europeos y su intención era pintar un gran mural, con temática revolucionaria, en un gran silo de granos ubicados en el barrio portuario de La Boca, que concentraba a obreros e inmigrantes. El artista había ingresado a la selecta elite intelectual argentina a través de una gran escritora de la época, Victoria Ocampo, quien lo había invitado a realizar una ponencia en la Asociación Amigos del Arte. Siqueiros, afiliado al Partido Comunista mexicano, comenzó a arengar a los presentes y su visita no sólo terminó en escándalo sino que frustró su proyecto artístico.

En ese momento entra en escena Natalio Botana, poderoso editor del diario Crítica -donde escribieron grandes plumas de entonces como Jorge Luis Borges, Roberto Arlt y Alfonsina Storni-,quien le propuso al mexicano que pintara un mural en el sótano de su quinta Los Granados, ubicada en las afueras de la ciudad. Siqueiros tuvo muchas dudas, precisamente porque el ofrecimiento venía de parte de un millonario -«No se confunda, no soy un burgués cualquiera», lo desafió Botana-, Siqueiros finalmente aceptó, tal vez atraído por el proyecto periodístico de Crítica, revolucionario para 1913: fue el primer diario masivo financiado a través de publicidad, dirigido a los hijos de inmigrantes, en un clima político de corte nacionalista en el que los periódicos más importantes de la época tenían estrecha relación con la clase política. Una vez cerrado el trato llamó a su mujer, la poeta uruguaya Blanca Luz Brum, que se encontraba en Montevideo, para que se reuniera con él en la gran mansión de Don Torcuato. Su llegada desató los celos de la esposa del empresario periodístico, la poeta anarquista Salvadora Medina Onrubia y entonces sucedieron distintos episodios cruzados por pasión y la muerte.

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