Música y lentejas

Si el papel de Internet ha sido decisivo en una industria, ésa es la musical. Las discográficas han estado viviendo una época dorada, que se ha truncado de forma abrupta en este decenio. Las cuatro majors, Sony, Warner, Emi y Universal, acostumbradas a enormes rentabilidades y a actuar con soberbia con el usuario y los artistas, se han ido viendo poco a poco arrinconadas por varios factores, que amenazan seriamente la viabilidad de estos gigantes con pies de barro.

En primer lugar, el soporte obsoleto. El CD ha envejecido muy mal. Lejos del glamour y ventas sostenidas que aún hoy tiene para nostálgicos el vinilo, el CD es un soporte en vías de extinción y esta vez no habrá siquiera unos pocos nostálgicos que lo echen de menos.

También la piratería. Este es un tema extremadamente complejo que crea la paradoja de enfrentar a la industria con quienes son, o deberían ser, sus propios clientes. No hay postura más absurda que la de no navegar paso a paso de la mano de la sociedad, adaptándose a los tiempos y explorando nuevos modelos de negocios aprovechando la tecnología. Eso las majors parecen no entenderlo e insisten en demandas contra creadores de software, usuarios finales que descargan música y webs que enlazan mp3.

Para comprender el fenómeno de la piratería, la industria debe mirarse en el espejo y entender que el papel de las asociaciones que defienden los derechos de autor, las cuales actúan muchas veces, cual Gestapo del siglo XXI, amedrentando y demandando al consumidor final con situaciones pintorescas propias de un cómic satírico, no hace sino alimentar una defensa de las descargas ilegales por parte de ciertas élites intelectuales.

Otro problema añadido es el papel de las majors en muchos países, sin margen de maniobra a nivel estratégico, y dependiendo exclusivamente de sus matrices en Londres y Nueva York, cuyos directivos no tienen más preocupación que los resultados del próximo trimestre para contentar al patrón. Eso impide la creación de un sector de distribución musical que pueda a un precio coherente evangelizar e ir convirtiendo usuarios captados desde el lado oscuro, sin amenazar, sin amedrentarles, utilizando un precio por fin razonable y respondiendo a las demandas actuales.

Tal vez por ello recomiendo lentejas, ya que hay que adaptase a la sociedad y dejar de lamentarse de que cualquier tiempo pasado fue mejor. Hoy ningún artista venderá en España, por ejemplo, un millón de copias a 18 euros. Y si las discográficas pretenden seguir con su enfrentamiento con artistas y sociedad, es el momento de hacer caso al refranero popular: «Esto son lentejas… si las quieres las tomas y si no, las dejas».

Alejandro Suárez Sánchez-Ocaña CEO Ocio Networks

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