LIBROS: Razón y corazón. "Obra selecta" reúne lo mejor de la producción poética de Jorge Meretta

Entre la construcción estética y la reflexión existencialista

En «Obra selecta», el poeta uruguayo Jorge Meretta reúne buena parte de lo mejor de su producción creativa, que discurre entre la emoción a flor de piel y la reflexión de naturaleza existencialista.

Meretta, que nació en Montevideo en 1940, ha sabido construir una sólida reputación, merced a la indudable calidad de su escritura y la profundidad de sus abordajes.

Creador polifacético y alejado de los circuitos literarios, el autor de «Código mayor» ha publicado más de una treintena de libros y cosechó numerosos galardones: «Ultima voluntad» (1989- Premio Angaro, Sevilla), «Todo el adiós» (1992-Primer Premio Poesía Edita del Ministerio de Educación y Cultura), «Laberinto clave» (1993- Primer Premio Poesía Inédita), «Seis poemas» (1998-Premio Internacional La Porte de Poetes, París), «El sobrante del humo» (2000), «Cambios de sitio» (2001-Buenos Aires), «Emboscada de piedra» (2002, Buenos Aires), «Avese» (2003- Buenos Aires) y «El cazador de lluvias» (2004).

En este nuevo libro, el creador explora nuevamente los territorios de la poesía, con su reconocida sensibilidad y la entrañable encarnadura de su discurso literario.

El autor construye sus habituales universos líricos con la vital elocuencia de una escritura explícita e intimista, que no soslaya ­cuando es menester­ los lenguajes más osados y transgresores.

Asumiendo que la palabra escrita es una fuente inagotable y un vehículo comunicacional que trasciende a la mera temporalidad, Meretta dialoga intensamente con sus lectores.

Los temas nucleares de su siempre renovado repertorio poético son el amor, el erotismo, la soledad, la muerte y la intransferible experiencia de vivir que trasciende a la simple peripecia existencial.

En el conceptuoso prólogo de este trabajo, el crítico y docente Gerardo Ciancio afirma que «la poesía de Meretta señala la historia de la poesía, sus tradiciones retóricas, sus temas universales, sus sinsabores creacionales. Pero esa señalización, esa deixis hacia el orbe poético ocurre porque creo que estamos ante un clásico contemporáneo: un poeta tan presente como vocero de un extenso pasado de la cultura expresiva de los seres humanos».

El discurso literario de Meretta discurre a través de las diversas estaciones emocionales del ser humano contemporáneo, que lucha denodadamente por perdurar más allá de las inmutables coordenadas de lo inexorable.

El poeta juega permanentemente con la temporalidad, en tanto frontera biológica pautada por el tránsito que transcurre entre nuestra génesis y el inevitable desenlace de nuestros días.

Pasado y presente se conjugan en una esencial mixtura que jamás desestima las invocaciones a lo onírico, un universo que es tan o más real que lo cotidiano.

En ese contexto, la poética de Meretta es una utopía en permanente construcción y una búsqueda incesante de la esquiva plenitud y la apoteosis afectiva.

Sin embargo, su escritura también está poblada de múltiples vacíos y ausencias, de soledades desoladas y soledades concurridas por el recuerdo.

Esa angustiante sensación de páramo que coloniza a menudo los territorios del universo meretteano, se torna radicalmente explícita en su confeso romance con la propia poesía.

«…Sólo me iré, Poesía, de tu lado cuando la tierra al fin me haya negado tu mano desnuda en el rocío…» Este verso tiene la elocuencia de una sentencia, en tanto mimetiza a la poesía con su creador y la transforma en una suerte de terapia.

En el verso de Meretta el amor es catarsis pero también gozo, sufrimiento, materia y espíritu. En ese contexto, el autor describe minuciosamente la recurrente epopeya amatoria como una experiencia propia e intransferible.

Para el poeta, el amor es un objeto ideal y un bálsamo restañador de heridas, que lucha contra los demonios de la angustia y desafía incluso al abismo insondable de la muerte.

El autor juega con los vocablos que describen e identifican a la anatomía femenina, a los cuales otorga un sugerente simbolismo que remite a los mitos, al Eros, al pathos y a lo más intrínseco de la condición humana.

Sin embargo, su permanente apelación al amor no se agota en lo meramente carnal. Para Meretta, el amor es una construcción espiritual en estado químicamente puro.

La poesía de Jorge Meretta también está cruzada metafóricamente por la tragedia de la violencia y la guerra, en su infame cualidad de recurrente partera de infelicidades y desolaciones.

En efecto, en «Estatua de un soldado», el poeta opta por la representación iconográfica. «Él sigue allí en el centro de una plaza levantado un fusil, un racimo chorreante del más humano rojo celebrando la noche y el exterminio desde el más puro mármol».

El poeta interpela enérgicamente al supuesto creador de todo y de todos, desafía sus silencios y sus impiadosos castigos. «…No hay perdón a pesar de los muertos, no hay perdón para los pálidos amantes que se desangran hasta la madrugada, para las niñas que esconden un ángel custodio en el pubis, para los aferrados a sus huesos, para los expulsados de sus sueños. Cerrado el Paraíso por reformas en los textos sagrados, en los dormitorios de los cardenales, en el purgatorio de las culpas…»

Por su parte, en «Autorretrato», el escritor se sumerge en los territorios de la soledad y la nostalgia, con la íntima convicción que el pasado es una cuestión laudada por el tiempo.

«Este poema que escribo en una casa a solas suena a convidado íntimo, a visita nocturna», expresa el poeta con elocuente desencanto, evocando «fechas equivocadas, paredes roídas, nombres falsos para que nadie responda».

Ese agobiante desencanto está también presente en «Dos de noviembre», donde Meretta reflexiona en voz alta sobre la memoria de los que ya no están.

La escritura del poeta no soslaya apelaciones a la vejez, una experiencia existencial de largos pasados, efímeros presentes e inciertos futuros.

El autor representa esa peripecia en un anciano que todos los días se sienta en el banco de una plaza. Esa cotidiana rutina está anegada, naturalmente, de recuerdos y reminiscencias.

La muerte como misterio, es una presencia recurrente en la poesía de Jorge Meretta. «…Pero no duerme (mejor dicho dormía) pero ya no se despierta. Me ha dejado las llaves con puntual indicación de custodia y que todo se cumpla al pie de la palabra…»

La poesía de Meretta es una síntesis de certezas e incertidumbres, que interpreta las diversas inflexiones emocionales del ser humano y su circunstancia.

En esta selección de textos, el escritor recrea la eterna y fascinante aventura de amar, aludiendo, además, a los insondables secretos de lo inexorable, al lapidario peso de la soledad y a los siempre intrincados laberintos de la condición humana.

La poesía de Jorge Meretta es una búsqueda permanente e irredenta, que nos interpela en torno a los grandes dilemas y encrucijadas contemporáneas.

Jorge Meretta renueva su compromiso ético con la poesía como formulación estética y lenguaje de expresión literaria, en contraste con una era gobernada por la frivolidad de lo efímero y la vacua y colonizadora cultura de lo instantáneo que nos anega cotidianamente.

Esta «Obra selecta» confirma la fina sensibilidad de un creador mayor de la literatura nacional, que ha madurado su poesía en la fragua de la experiencia, de la emoción y de la intrínseca pasión por el oficio de escribir.

(Edición de la Biblioteca Nacional).

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