En 1989. Esta jornada se cumple un nuevo aniversario del fallecimiento del gran cantautor

Hilario Pérez, ex guitarrista de Zitarrosa, recuerda al artista

Hilario Pérez, guitarrista de mirada firme, como los conceptos que emite, dialogó con LA REPUBLICA sobre sus anécdotas y recuerdos de Alfredo Zitarrosa, aquel cantor del que una vez, allá por 1965, Víctor Lima le trajo una grabación.

 

­Dicen Zitarrosa era un tipo complicado.

­Era raro.

 

­También tenía fama de malhumorado.

­Sí, era neura. Por como venía con el mate sabías cómo estaba. Pero era un tipo muy servicial. No tenía ningún problema en comprarle una casa si usted no tenía, un auto o lo que fuera. Es más, si iba a actuar y no le pagaban lo que correspondía se daba maña para cobrarle. Una vez estábamos en un club, y cuando llegamos nos dijeron: «Lo que tenemos es esto». La mitad de lo prometido. El agarró la plata y en vez de cantar diez temas cantó cinco. Después dijo: «Como me pagaron la mitad voy a cantar en la esquina», y se fue a la esquina a cantar, en la calle los cinco temas que le faltaban.

 

­¿Cuál fue el mejor disco que grabó con Zitarrosa?

­»Coplas del canto» (1971). Ahí integré a Julio Cobelli y Walter de los Santos. Es el mejor disco, no porque seamos mejores guitarristas, sino porque le dije a Alfredo: «Vamos a hacer un disco diferente a todos lo que hiciste. Vamos a entender la letra y la música, y tratar de hacer los arreglos de acuerdo a lo que dice el texto. Que tenga una afinidad, que todo esté integrado». Dos meses ensayamos, y se logró.

 

­¿Qué tienen las canciones de Zitarrosa que todavía perduran?

­Qué tenía él, porque es un aire un poco parecido a lo que pasa con Gardel. Qué tiene Gardel. El único misterio de Gardel es la vibración de la voz. Unica. ¿Usted escuchó alguna voz parecida a la de Alfredo?

 

­Ni a la de Gardel tampoco.

­Aparte componía cosas que cualquiera podía entender.

 

­Usted fue parte de un gran éxito de Zitarrosa, que la cantaba todo el mundo, como fue «Milonga para una niña»…

­Sí, claro, lo grabamos en Radio Ariel.

 

­Esa canción la cantaba todo el mundo, sonaba y sigue sonando en todas las radios.

­Estábamos grabando, y a mí no me convencía la milonga que hacía Alfredo. Cae Lucio Muniz al estudio, ya que se acostumbraba a ir a saludar al colega cuando estaba grabando. Entró de sobretodo, con las manos heladas, estaba trabajando, con el portafolios, y me dice Alfredo: «-Hilario él es guitarrero también». Le pregunté si milongueaba, le di la guitarra y cuando lo escuché le dije «pará acá. Acá hacemos esto, y vamos a darle una pasada. En la primera toma quedó. El que arranca el acompañamiento es Lucio Muniz.

 

­Se dice que Zitarrosa impuso un sello con la milonga.

­Yo no me voy a poner en primera persona ni en descubridor de nada, pero le inculqué mucha cosa. Vea, desde que salí del conjunto quedó un clima mío en el acompañamiento que él lo hacía respetar. Porque hablaba mucho conmigo.

La milonga nuestra se parece más bien a la milonga sureña. Alfredo hacía una milonga media arpegiada que no me servía para lo que quería. Yo quería esa milonga que se hizo con Lucio Muniz. Esa milonga fuerte, que empuja. Pero además Alfredo se animó a escribir sobre una medida de zamba. A quién se le va a ocurrir, sólo a él.

­¿A quién considera como el cantor o el intérprete uruguayo más representativo?

­ A Alfredo.

 

­Aparte de Zitarrosa.

­Un muchacho que no tuvo suerte, que fue Tabaré Etcheverry. Murió joven. Ese grito que el tenía afinado, yo quiero ver quién grita afinado como lo hacía Tabaré. Los demás son los menos, sin ofender. Amalia de la Vega es una cancionista ignorada para estas nuevas generaciones. Roberto Rodríguez Luna fue un gran cantor.

 

­Cantores de los que no se han reeditado sus discos y que las nuevas generaciones no conocen. Actualmente, ¿cuál sería ese cantor representativo?

­No tenemos ninguno. De peso no hay ninguno. Otro tipo que orilló la cosa fue Alan Gómez. Gente que salió con la guitarra a demostrar que eran capaces de hacer algo. Después está lo otro, se arrimaron al poder, que eso es lo malo, no es lo auténtico.

 

­El Canto Popular a la salida de la dictadura quedó muy pegado a la izquieda.

­Sí, por conveniencia, y flecharon la cancha.

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