Libro. El genial músico compatriota relata sus vivencias

Numen Vilariño: el viento de la vida, relatos de vida

Este hombre ha creado, junto a otros grandes, los parámetros musicales que rigen ­en el presente­ la ejecución del piano.

Refinado en su calidad de músico y pianista, valorado por todos sus trabajos, en los que impone su exquisita sensibilidad de artista íntegro, Vilariño ha sido calificado por el intelectual francés Philippe Arnau como «el sosias inquietante de Martín Scorsese compartiendo con él una energía fuera de lo común».

Esa energía a la que se refiere Arnaud es tal vez lo que ha impulsado a este veterano creador a volcar su rica experiencia de vida en lo que muy pronto adquirirá el formato de libro.

A modo de adelanto, Numen explicó a LA REPUBLICA que «el trabajo ya está finalizado y estoy en tratativas con los editores. En él yo cuento, desde que era un niñito hasta el 2004, mi pasaje por diferentes lugares del mundo, la gente que he conocido. Por ejemplo ­destacó­ vivir en España en la época de Franco, en la casa de una mujer que no existía, hablar con un torturador uruguayo, desertor, en Bélgica. Mi peripecia como exiliado, saltando de las cosas más irrisorias a las más dramáticas, mi profesión musical, mi familia, los amigos. Un libro que tiene momentos muy jocosos y otros muy dramáticos, no por mí, sino por las situaciones en las que he participado. Esto lo he escrito como un testigo del tiempo que me ha tocado vivir, sin ánimo de ser protagonista, sino por el contrario, como observador de una realidad cambiante en un mundo complejo».

El libro se complementa ­anunció­ con archivos de prensa, «tanto como cuando escribí para Marcha, como para Epoca, con entrevistas que realicé en Argentina y en Europa, así como lo que se escribió sobre mí o sobre las cosas cercanas a mí. Hay mucho material fotográfico que creo que puede tener su trascendencia».

En lo estrictamente musical, Vilariño afirmó que «ya cumplí un ciclo, fueron 65 años tocando el piano, es mucho tiempo».

 

Indudablemente, el libro hará referencia a su vida familiar.

Sus padres, Leandro Vilariño (poeta y barraquero) y Josefina Romani, tuvieron cinco hijos: Poema, Azul, Alma, Idea y Numen. Alma se destacaba como pianista, tanto que Numen ha reconocido que ella fue quien le enseñó muchas de las técnicas de ejecución. Azul tocaba la guitarra (falleció tempranamente a los 23 años) y era un típico muchacho de barrio al que todos los vecinos saludaban con indisimulado cariño. Idea Vilariño, quién hoy es considerada como la mayor poeta contemporánea, tocaba el violín y según Numen, lo hacía muy bien.

Esta familia de artistas fue un referente de cultura y solidaridad para todos sus vecinos del barrio La Comercial. Primero habitaron una casona de la calle Inca y Cuñapirú (hoy Juan José de Amézaga), luego se mudaron a otra casa en la misma manzana, en la calle Justicia casi Cuñapirú donde la empresa familiar fue la famosa Calera Oriente (barraca de construcción) propiedad de don Leandro, un convencido anarquista que ­según recuerda Numen­ era más compañero que patrón. En su barraca las cosas se resolvían juntos, todo compartido. El fondo de la casa tenía un estanque con patos y otros animalitos, también una higuera enorme que era lo más alto de la manzana.

«Mi madre ­recuerda Numen­ falleció joven, a los 42 años. Ella había dicho que yo tenía que dedicarme al piano. A mí me parecía que Alma era la destinada, que era una virtuosa.

A los14 años concurrí al Taller Torres García, allí me llevó Alpuig y fue allí que me hice muy amigo de José Gurvich».

Numen sigue rememorando sus años de juventud, y un intenso brillo asoma a sus pequeños ojos, cuando narra que en un barco conoció a Violeta Parra, amistad que se iba a mantener hasta la muerte de la gigante folclorista chilena. «Eran unos 180 chilenos y entre ellos había una persona chiquitita y peluda. Fueron casi treinta días embarcados en un viaje a Europa. Yo tocaba el piano en el buque y Violeta (a escondidas) me escuchaba. Ella guitarreaba, era el año 55. Numen se casó en 1959 con la bailarina Emma Haberli, una de las referentes de la danza en Uruguay. Tuvieron una hija Elena Vilariño que también se destaca como su madre en el arte de la danza. Luego vendría un nieto, Leandro. Numen y Emma son una de esas parejas modélicas. «Tantos años y siempre juntos. En esta época de disgregación social, cada día valoramos más y más el amarnos y permanecer unidos, el apoyarnos mutuamente» ­confiesa este hombre sin ocultarse tras falsos pudores.

 

Como tantos otros, Numen partió al exilio en 1975.

En Europa ejerció la docencia al tiempo que tocaba sólo en conciertos solidarios con nuestro país y otras naciones latinoamericanas que eran castigadas por férreas dictaduras.

Tras su regreso a Uruguay continuó ejerciendo la docencia, grabando discos y brindando una serie de conciertos de alta factura, e inolvidables para quienes tuvieron el privilegio de escucharlos. Ahora vendrá el libro.

 

SENSITIVO, ESPIRITUAL

Durante todos estos años de ida y vuelta permanente entre Europa y América, Vilariño nunca dejó al tango de lado, interpretando a Piazzolla con maestría. Sus conciertos siempre han sido un acontecimiento musical con una tensión perceptiva tal que el espectador se siente sacado de sí mismo y empuñado musicalmente. Tanto así que en 1968 el propio Astor dijo «Fantástico, Numen me interpreta, no me imita»

Con su formación clásica y sus estudios en Uruguay, España, Francia e Italia, este artista mayor incursionó en diversos estilos y formas musicales. Música popular y clásicos como Soler, Penderecki, Schuman, Chopin y otros han formado su vasto repertorio.

En Francia donde se radicó, compartió escenarios y vivencias con Viglietti, Numa Moraes, el Sabalero José Carbajal. Era la nación donde se producían más actos de solidaridad con Uruguay. Los organizaban Amnistía Internacional, la Cruz Roja, el Comité de Familiares de Desaparecidos y Casa del Uruguay, entre otros. «Viví siempre con una valija al lado, nunca me sentí radicado.

Recibió infinidad de galardones, ha editado varias publicaciones sobre el arte de ejecutar el piano y ocupado cargos de relevancia en centros culturales uruguayos y franceses. Este hombre se confiesa tranquilo y feliz por llegar a lo que ha llegado, ­más allá de lo artístico­ por su experiencia de vida. «Vivir es un acto de responsabilidad. La vida es eso, crecer en lo sensitivo y lo espiritual»- confesó.

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