"VICTOR VICTORIA", DE BLAKE EDWARDS Y HENRY MANCINI, EN LA SALA CHINA ZORRILLA DEL TEATRO ALIANZA

Victoria de Nacho Cardozo en un musical

En lo físico dispone de una mirada en que puede caber todo o casi todo: a veces profunda y cargada de misterio, a menudo translúcida, siempre enérgica y a menudo alegre, feliz y divertida. Imaginamos «Victor Victoria», por un momento sin Nacho y la vemos reducida a una cuarta parte.

Como director, Cardozo ha hecho funcionar la pieza con el ritmo preciso, con entradas siempre a tiempo, con un movimiento de conjunto que llena la sala «China Zorrilla» con color, música y vida. Ha contado con el apoyo de un sólido libreto (Blake Edwards) muy bien traducido, particularmente en los fragmentos en verso, por Rafael Pence; ha dado con verismo y color la atmósfera de los entretelones, camarines y corrillos del varieté, que describieran Colette y nuestro Jaurès Lamarque Pons; en las escenas puramente teatrales ha cuidado con esmero la actuación y el movimiento, con particular mérito en una especie de pas de quatre o de cinq, basado en un abrir y cerrar de puertas, que permite un remolino de cómicos errores a lo Feydeau. Labor omnia vincit, y Nacho, con su trabajo, ha vencido.

No es esta labor de conjunto, con ser mucho, el único mérito de la obra. Adriana Da Silva (Victor   Victoria), que ha tenido aquí la gran oportunidad de un papel protagónico que le exige cantar, bailar y actuar: literalmente, ha estado a la altura de los requerimientos de la obra. Canta con hermosa voz, baila con justeza y gracia, actúa, como de costumbre, superlativamente bien, y alumbra el teatro con una mirada única, que relampaguea con todos los matices del sentimiento. Hemos oído a propósito de la labor de Adriana, en son crítico, que nunca parece un hombre. Estamos de acuerdo: es tan femenina que jamás podrá parecérnoslo. Pero si Todd (Nacho Cardozo) resolvió hacerla pasar por el conde Victor Grashinsky y lo consiguió, es un problema del ansioso King Marchand (Leonardo Lorenzo), que por otra parte nunca pareció muy convencido de que Victor era un hombre. Que Adriana Da Silva pueda ser tomada por un hombre forma parte de lo que admitimos sin crítica al dramaturgo, en lo que Coleridge llamó los diez minutos de suspensión de la incredulidad. No creemos que un muerto vuelva como fantasma y le pida al hijo que vengue su muerte; pero si no estamos dispuestos a creerlo nos perdemos a «Hamlet». Una rama era un bosque y una lanza un ejército en la época de Shakespeare; nadie se preguntaba cómo podía temblar Macbeth ante un par de palitos. En la versión de «Tosca» de Puccini que vimos recientemente podría discutirse si la cantante que encarna a Floria Tosca pasaría por la mujer más hermosa de Roma: nos basta saber que despertó la pasión de Cavadarossi y del barón Scarpia. Lo que ni el lector ni el espectador toleran es que, luego del planteo, se le exija aun más credulidad. A partir de esa definición inicial, el autor debe arreglarse con el universo que ha invocado; y de él debe extraer toda la belleza que le ha sido revelada.

Jimena Pérez completa el dúo femenino con una labor muy completa, tanto en la parte musical como en la actuación, en el papel de Norma Cassidy, la amante de King Marchand, que encarna Leonardo Lorenzo con su habitual aplomo y carisma. También debemos destacar en un elenco sin fallas a Eduardo Virells, sobrio y a la vez expresivo guardaespaldas, recio pero gay, de Marchand, y Luciano Aramburu en un papel en el que mostró, además de buena actuación, elegancia y presencia. *

VICTOR VICTORIA, por DK Dance. Libro de Blake Edwards, música de Henry Mancini, canciones de Leslie Bricusse, música adicional de Frank Widhorn, traducción de Rafael Pence. Con Adriana Da Silva, Nacho Cardozo, Leonardo Lorenzo, Jimena Pérez, Javier Rojas, Eduardo Virells, Luciano Aramburu, Diego D’Angelo, Federico Kliche, Zaida González, Fernando Imperial, Diego Clavijo, Valeria Ferreiros, Pablo Conca y Gabriela Barboza. Escenografía de Osvaldo Reyno, vestuario de Nacho Cardozo, luces de Nacho Tenuta, dirección coral de Martín Angiolini, dirección coreográfica de Gabriela Barboza, dirección musical de Carlos García. Cuerpo de baile: Gabriela Barboza, Fernando Imperial, Natalia Luraschi, Pablo Conca, Valeria Ferreiros, Ignacio Macri, Halimma Egaña, Diego Delgado, Marianas Zina, Diego Clavijo, Zaida González y Eugenia Gavrondo. Coro: Mariana Brizolara, Lilián Cardone, Mariana Escobar, Valeria Ferreiros, Jimena Pérez, Martín Angiolini, Alexander Fernández, Carlos García, Ignacio Juanicotena y Eduardo Virells, dirección general de Nacho Cardozo. Estreno del 14 de agosto, Teatro Alianza, sala China Zorrilla.

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