LA ESCRITORA URUGUAYA MERCEDES VIGIL PRESENTA HOY UNA NUEVA NOVELA

En Egipto 2200 años antes de Cristo

La obra, Cuando sopla el hamsin, editada por Planeta, está ambientada en el antiguo Egipto, tiene los ingredientes de un thriller y está basada en una investigación de la historia egipcia, que llevó a la autora a recorrer personalmente esa nación milenaria. Este trabajo ya presentado en España, fue seleccionado entre los tres finalistas al premio español de novela histórica, Alfonso X el Sabio, entre doscientos cincuenta escritores de diversas partes mundo.

En esta entrevista la autora cuenta los entretelones de la historia que la llevó a escribir este libro, cuyo nombre remite a literalmente al fenómeno climatológico que define junto con el Nilo, muchas cosas en Egipto.

«El hamsin es la tormenta de arena del desierto y pude comprobarlo personalmente -explicó Mercedes Vigil, agregando que- «suele levantar columnas de arena y luego de soplar cambia las dunas de lugar, ocultando caravanas, pueblos y vidas bajo su manto rojo. También se descubren a su paso ciudades, tumbas y mucha historia que a veces en pocas horas queda expuesta tan pronto como el hamsin azota el desierto. Es imponente y tanto que en el Imperio Antiguo existía un decreto que consideraba un atenuante para los delitos violentos que estuviera soplando el hamsin».

-¿Qué encontrarán los lectores en su libro?

-Creo que es un libro distinto de los anteriores. Primero está ubicado en el antiguo Egipto, alrededor del año 2200 antes de Cristo y eso le da una impronta diferente. También la geografía en la que discurre la novela es bien distante de las anteriores. Las tierras del Nilo siguen siendo mágicas para todos y en occidente hay una avidez creciente sobre esa magnifica civilización que se desarrollo en las orillas del Nilo.

Desde una visión estrictamente crítica debo decir que tiene un rigor histórico importante, me he sumergido en la vida de los egipcios y he recorrido su geografía para poder capturar el aire que les movía, de por cierto bien diferente al de Occidente. Uno debe despojarse de la mirada prejuiciosa que ha adquirido en estos lugares y mostrarse abierto para absorber el espíritu de ese pueblo singular. Si no se logra, el resultado es un conjunto de anécdotas que no refleja esencialmente al pueblo egipcio y su circunstancia.

-¿Cómo llegó a redescubrir muchas cosas que parecían tan diferentes hasta ahora?

-Yo he sido la más sorprendida. Cuando llegué a Egipto llevaba un bagaje de preconceptos que me habían llegado esencialmente de Occidente. Muchas películas y otras tantas novelas me habían dejado el sabor de una sociedad esclavista, machista y bélica. Al comenzar a meterme realmente en su historia he quedado perpleja con su verdadera condición. Sucede, además, que es frecuente encontrar relatos de los sucesos del Imperio Antiguo, Medio o Nuevo de la misma forma. Le doy un ejemplo: Cleopatra reina alrededor del año 70 antes de Cristo y solemos verla recreada en un mundo muy similar al Antiguo Imperio lo que es un absurdo. Entre Cleopatra y Nitocris hay más de 2200 años de distancia. ¿Cómo creer que sus mapas históricos, políticos y sociales son iguales? Una simplificación occidental que nos ha confundido y nos sigue confundiendo. Afortunadamente cuando llegué a El Cairo, la gente del Supremo Consejo de Antigüedades de Egipto acababa de recibir un escáner para estudiar las momias, donado por la National Geographic. Antes estas se estudiaban por laparoscopía, pero ahora al poderlas colocar en un escáner ha cambiado la historia de la medicina egipcia. Hay «escaneos» de momias del Imperio Antiguo con operaciones de tumores cerebrales, férulas artificiales óseas, etcétera. Tenían, ya 3000 años antes de Cristo, un dominio de esta ciencia que hace palidecer a cualquier civilización occidental.

-¿Existió realmente la faraona Nitocris?

-Sí, existió. Ella es una de las protagonistas del libro, fue quizás la primera mujer faraona de Egipto. Manetón la define como «más valiente que todos los hombres de su tiempo, la mujer más hermosa, de piel clara y mejillas sonrosadas» y Heródoto narra la historia del extraño asesinato de su esposo, el faraón Merenre II y su intento de venganza.

De ahí surgen los comentarios de que es un triller histórico, ya que mantiene en vilo al lector sobre las circunstancias de la muerte hasta el final. Nitocris figura en el Canon de Turín como faraona, su existencia es indiscutible, luego sobreviene el fin del Imperio Antiguo.

Pero lo importante es que tanto ella, como Isset la otra protagonista que es una reputada médica de la ciudad de Menfis, y el resto de las mujeres que desfilan en el libro, relatan un Imperio Antiguo con un peculiar desarrollo femenino. No sólo podían reinar, eran médicas, escribas, visires. También en el plano familiar podían divorciarse y redactar sus contratos prenupciales entre otras cosas.

-Tras presentar el libro en España, ¿que le significa hacelo ahora en Uruguay?

-Es la primera vez que presento un libro primero en otro país y luego entre mi gente. Suena extraño para mí, pero fue una condición de la editorial que rige para cada libro seleccionado en el Premio de Novela Histórica Alfonso X El Sabio.

De todas formas es una experiencia estupenda volver a conversar entre los uruguayos, mi gente, de un nuevo trabajo mío. Siempre es revitalizante estar en casa.

Cada libro es un desafío y este aún más. El hecho de haber sido seleccionado entre cientos de trabajos de todo el mundo, y valorado tan positivamente desde un punto de vista histórico y literario te da mucha energía. Pero reconozco que crea una expectativa mayor y hay que estar a la altura de ese desafío. He sido muy bien acogida en España y agradezco cada cosa dicha o hecha en torno a Cuando sopla el hamsin.

Que presentaran mi novela allí en España, personalidades como Alberto Vázquez Figueroa, un autor con millones de libros vendidos en todo el mundo, Antonio D. Olano, escritor y biógrafo de Dalí y de Picasso y Nacho Carballo, un joven y exitoso cineasta del nuevo cine español, realmente es un gran orgullo, y a la vez una gran responsabilidad.

Ahora llegan los tiempos en América y aguardo que los vientos sigan soplando a mi favor. *

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