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La degeneración del 900

En «La degeneración del 900: modelos estéticos sexuales de la cultura en el Uruguay del novecientos», la autora uruguaya Carla Giaudrone construye un revelador ensayo en torno al siempre polémico tema de la sexualidad presente en la producción literaria de la época, adosando sus propias interpretaciones respecto a los lenguajes y simbolismos, tanto en lo que atañe a lo explícito como a lo explícito.

En este minucioso trabajo de investigación, la autora decodifica el discurso erótico sexual que identifica claramente a la denominada generación del 900.

En este caso, el vocablo degeneración opera como una suerte de construcción simbólica y no como una expresión peyorativa eventualmente asociada a conductas desquiciadas o eventuales formas de depravación.

Carla Giaudrone destaca la eclosión de la sexualidad como una nueva estética de la relación sujeto-objeto, que, en los albores del siglo XX, comenzaba a reivindicar los derechos de la mujer y  en cierta medida- hasta a reconocer la homosexualidad como un fenómeno de la realidad.

Por entonces, el modelo batllista inauguraba un nuevo tiempo histórico, caracterizado por la demolición de múltiples prejuicios largamente arraigados en nuestro imaginario. El proceso transformador trascendía a la órbita meramente política, para instalarse en los territorios de la sociedad y la cotidianidad de los uruguayos.

Contextualizando históricamente el tema abordado, la ensayista analiza la influencia de los autores extranjeros considerados malditos, como Baudelaire, Oscar Wilde, Edgard Alan Poe y Anatole France, entre otros.

La autora observa como los intelectuales modernistas vernáculos acompañaron  en cierta medida- el proceso de cambio promovido desde el gobierno de la época, fomentando el divorcio, el amor libre y el respeto por los derechos de los hasta entonces sojuzgados obreros.

En ese contexto, analiza la influencia de las corrientes ideológicas que comenzaban a ganar terreno en el espacio social, como el marxismo, el anarquismo e incluso el feminismo.

Sin embargo, del razonamiento de la autora se infiere que el nuevo modelo político, caracterizado por un fuerte centralismo presidencial, no siempre parecía estar en sintonía con esa suerte de aluvión intelectual.

La investigadora marca los antagonismos entre la sexualidad presente en la obra de autores de la talla de Delmira Agustini, María Eugenia Vaz Ferreira y Roberto de las Carreras y la represión algo soterrada pero visible de la crítica literaria.

En tal sentido, la autora evoca la visión en perspectiva del erudito crítico Emil Rodríguez Monegal, sobre estos personajes y el insoslayable vínculo entre sus obras y sus vidas turbulentas y transgresoras.

Giaudrone examina las relaciones entre la denominada «sexualidad bárbara» y la «sexualidad civilizada», pasando naturalmente por el oscuro período de la «cultura disciplinada»,

Al aludir a los enfoques proclamados por el docente e historiador José Pedro Barrán, en su reveladora «Historia de la sensibilidad en el Uruguay».

La autora observa que, en los primeros tramos del siglo XX, se opera un crucial cambio de paradigma en el abordaje de la sexualidad, como parte de la mutación de algunos códigos morales impulsados por el modelo modernizador pregonado por el batllismo.

En el decurso de los capítulos que integran este ensayo, Carla Giaudrone decodifica concienzudamente la producción creativa de Carlos Reyles y Roberto de las Carreras, así como sus actitudes provocadoras y desafiantes a la encorsetada moral hegemónica.

Al respecto, recuerda que el eminente crítico Angel Rama solía demoler los supuestos alegatos libertarios contenidos en la obra de ambos autores, infiriendo formas de implícita represión.

Aportando a su trabajo abundantes citas documentales, la escritora confronta las concepciones antagónicas dominantes, entre el erotismo del cuerpo emancipador y el cuerpo como objeto estético.

En esa dicotomía discurre la tesis del placer ligado particularmente a la mujer, en una suerte de osado alegato que desafía preceptos morales de una sociedad visceralmente machista, autoritaria y refractaria al cambio de conductas y a todo eventual impulso disidente del sexo femenino.

Según la ensayista, el discurso literario de Roberto de las Carreras resulta crucial para interpretar los cambios sociales que se avecinaban, como el debate sobre el matrimonio y su rol de presunta amputación de la voluntad de la mujer.

Uno de los aspectos vertebrales de la obra de Roberto de las Carrera que amerita naturalmente una atención particular de la autora, es el relativo a la apología del amor libre y la reivindicación del derecho de la mujer al placer.

Esta prédica literaria contaba con la ardiente adhesión de los anarquistas y de las incipientes organizaciones feministas, que proliferaban en un tiempo histórico en el que nuestro país comenzaba a avanzar en fundamentales transformaciones sociales.

La autora observa que aunque existían puntos de contacto entre de las Carreras y los free lovers del radicalismo norteamericano, la diferencia es que estos profesaban una liberación sujeta siempre a las pautas masculinas.

La investigadora analiza también minuciosamente la dialéctica de lo grotesco proclamada por Julio Herrera y Reissig, en sus célebres y controvertidos manuscritos «El pudor» y «La cachondez», en los que denunciada ácidamente algunas de las más frecuentes conductas de una sociedad hipócrita y ambivalente.

Carlos Giaudrone resalta el discurso paródico e irreverente del autor, en el que éste fustiga la apología de una cultura fálica como paradigma de supremacía social y sexual.

Sin embargo, observa que Herrera y Reissig construye una caracterización implacable de las mujeres, asociada a la voracidad y la búsqueda del placer insaciable, como reacción a la represión dominante en la época.

La autora afina su lupa para observar la crucial confrontación existente entre un imaginario de erotismo hipertrófico, con proliferación de la pornografía y del consumo de drogas, y las aún vigentes corrientes moralizadoras y castradoras.

Uno de los capítulos más relevantes de este conjunto ensayístico refiere obviamente a la producción de la gran Delmira Agustini y su poética del placer perverso, cuya estética se expresa en ambientes y espacios opresivos. En ese aspecto, aflora incluso hasta una visión monstruosa del parto, que metafóricamente sugiere algo execrable.

En cambio, en la obra de José Enrique Rodó  un declarado misógino- la autora advierte una clara opción por la fractura intelectual entre géneros, que se revela en la valorización del hombre como propietario absoluto de la sabiduría, el conocimiento y el cultivo del espíritu. Hay el discurso del autor una apología de la presunta superioridad del sexo masculino sobre la mujer, a la que considera vulgar e inferior.

Obviamente, con todos los respetos que nos merece el autor de «Ariel», esta tesis soberbia y discriminatoria resulta naturalmente inaceptable.

Sin embargo, se infiere claramente que pese a su admiración por el filósofo griego Platón, la prédica de Rodó se desmarca de las corrientes helénicas procedentes de Europa.

Otro de los autores analizados en este trabajo es Alberto Nin Frías, cuya obra es también examinada con un sesgo crítico y revelador.

En este minucioso ensayo, la investigadora pesquisa un tiempo histórico de cambio que se remonta a un siglo atrás, cuando una generación de intelectuales marcó los territorios de una sociedad en plena ebullición transformadora, tanto en lo político como en lo social.

El tema de la sexualidad seleccionado por
la autora no es ciertamente fruto de la casualidad, porque este fenómeno siempre ha estado ligado a las conductas y los hábitos colectivos.

Carla Giaudrone rescata a célebres figuras del modernismo uruguayo, cuyas producciones intelectuales han sido deliberadamente ignoradas e incluso catalogadas de extrañas

y diferentes, con un sesgo casi siempre peyorativo.

La obra explora osadamente en el legado literario de esos emblemáticos autores, a través de la percepción propia de la escritora y el aporte de numerosos críticos.

«La degeneración del 900″ es un ensayo ciertamente esclarecedor, que aborda la habitual temática de la sexualidad desde una mirada histórica, sociológica e incluso psicológica.

Asimismo, propone una nueva relectura acerca de la producción de escritores insuficientemente analizados y en torno a una cultura represora que  hace un siglo- se negaba al inevitable cambio de paradigmas morales que deparaba el advenimiento del Uruguay moderno. *

(Ediciones de Trilce)

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