MEXICO CELEBRA HOY LOS CINCUENTA AÑOS DEL FANTASMA DE PEDRO PARAMO

El realismo mágico de Juan Rulfo

Desde la fecha exacta de su nacimiento hasta las razones por las cuales dejó de escribir, tras poco más que una novela y un volumen de relatos cortos, casi todo en la vida de Juan Rulfo fue y sigue siendo motivo de disquisiciones entre expertos.

«Juan Rulfo acostumbraba a inventarse lugares de nacimiento y fechas, ancestros y mil y una circunstancias sobre su persona», describe su amigo íntimo y apoderado legal durante años, Juan Ascencio, que acaba de publicar Un ser extraño en la tierra (Debate), bajo la advertencia: «Biografía no autorizada».

Junto a Un ser extraño en la tierra, destaca también la publicación esta semana de un facsímil de las primeras versiones de Pedro Páramo -cuando se llamaba Los murmullos– y de un ensayo sobre la acogida crítica de la novela, La recepción inicial de Pedro Páramo, escrito por Jorge Zepeda.

Rulfo aseguró durante años que nació el 16 de mayo de 1918 en Apulco, Jalisco, aunque en realidad fue en el vecino pueblo de Sayula, exactamente un año antes, según revela Ascencio en su libro, tras casi veinte años de sesudas investigaciones.

Pedro Páramo fue publicada en 1955 y confirmó la reputación de la obra anterior, El llano en llamas pero mientras que la novela adquiría fama en el mundo entero (más de cuarenta traducciones), Rulfo se encerró en un mutismo casi huraño con los que no eran sus amigos.

Cinco décadas después, Pedro Páramo es reconocida unánimemente como la novela que dio luz al «realismo mágico» latinoamericano, que luego desarrollaron autores como Gabriel García Márquez, siempre reconocedor de su deuda con Rulfo.

Las secuelas que dejaron la Revolución Mexicana y la llamada guerra cristera, emprendida por el gobierno de la época contra los católicos, provocaron visiblemente en Rulfo una alergia a todo lo que fuera escudriñar en su pasado.

Rulfo prefería fabular sobre su difícil niñez, recalca Ascencio. Ese fue el caso de la muerte de su padre, Juan Nepomuceno Rulfo, que fue mucho menos gloriosa que lo que explicó el escritor, asegura su biógrafo no oficial.

Juan Nepomuceno era un modesto hacendado de Jalisco, que azotó una vez a un vaquero que llevaba el ganado a pastar a sus tierras sin su permiso.

Temiendo años después la venganza del mozo, lo obligó a acompañarlo en un viaje a través de sus tierras.

El vaquero, Guadalupe Nava, temía a su vez que fuera a ejecutarlo «el señor rico», así que disparó primero y por la espalda, en un final digno de Pedro Páramo, asegura Ascencio en su libro.

«Vayan dejándolo tranquilo, que mucho lo merece», pidió la viuda de Juan Rulfo, Clara Aparicio, en un acto de homenaje en el Palacio de Bellas Artes.

Doña Clara solicitó que se hable de la obra de su marido, y para dar ejemplo, leyó un fragmento inédito de Pedro Páramo, desechado hace cincuenta años por Rulfo, la historia del padre Villalpando de Comala, y de sus ensoñaciones con una de sus feligresas, Susana San Juan.

«Pensó en Susana y se frotó las manos para dar la bendición, enseguida un cuerpo desnudo se puso junto a él, se besaron… después, al separarse, dijo: tengo un día por delante, pero no sé que sucederá cuando llegue la noche», leyó doña Clara, y el público, emocionado, enmudeció como hace cincuenta años. *

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