Niñas y niños de la escuela pública 229 reclaman su derecho a recuperar el Lago Lagomar declarado Monumento Histórico Nacional

Los niños de 3ero A y B de la Escuela Pública No 229 de Lagomar esperaban ansiosos a la antropóloga social Leticia Cannella, autora del libro “Ciudad de la Costa: imágenes de una identidad metropolitana” e integrante del grupo de vecinos Rescatemos el Lago Lagomar, que ha llevado adelante varias acciones para recuperar el lago y sus espacios públicos.

Una vez que todos estudiantes de la escuela 229 estuvieron sentados en una pintoresca rueda en sillas bajitas de distintos colores, las maestras Nancy do Santos y Carolina Pucciarelli realizaron las presentaciones del caso. Valentino, uno de los niños allí presentes no pudo contenerse e inmediatamente levantó la mano para expresar que debajo de los juncos que se ven desde las ventanas de las aulas de la escuela, “hay un lago, hay agua que no la vemos”. Luana, otra niña del grupo, agregó ¨hemos encontrado tortugas y los niños de jardinera encontraron una chiquita que todos acariciamos y la devolvimos al lago¨.

Es una particularidad de muchas generaciones de niños que se educaron tanto en la escuela 229 como en la 183, su sentimiento de pertenencia con el lago Lagomar, siendo parte de su vida y de su historia. En aquella ronda de sillas coloridas todos tenían algo que decir y demostraban con entusiasmo su interés por recuperar el lago a cuyas orillas se encuentran ambas escuelas, y le dieron la palabra a la invitada del día, la antropóloga Leticia Cannella, quien agradeció la invitación y comenzó su presentación sobre ¨el agua como un derecho humano, un patrimonio y un bien vital a preservar¨, y sobre ¨la importancia de todos los lagos de Ciudad de la Costa que nos cuentan historias de areneras, de otros paisajes perdidos y que actualmente permiten la existencia de reservas de agua dulce, de flora y fauna asociada a ellos y de paisajes urbanos únicos en nuestra país, de allí la importancia de cuidarlos. Los lagos, la costa y los jardines hacen que Ciudad de la Costa tenga una diversidad de paisajes culturales excepcional y sea un centro urbano único, todavía no visualizado, no valorado debidamente y que es fundamental la participación de todos los vecinos para generar conciencia sobre el cuidado del los espacios públicos que son de todos¨, expresó Cannella.

La maestras Nancy do Santos y Carolina Pucciarelli ya les habían informado a los niños que el barrio Lagomar Sur, donde se encuentra la Escuela Pública 229 fue declarado recientemente Monumento Histórico Nacional por el Ministerio de Educación y Cultura al amparo de la Ley 14040 en mérito a que su trazado urbanístico fue realizado en la década del 50 por el reconocido Arq. Fresnedo Siri. Cannella explicó que esto fue el resultado de un largo trabajo del grupo de vecinos y de la Facultad de Arquitectura de la UDELAR que se ha comprometido activamente en la protección de la obra de Fresnedo Siri junto con la Comisión de Patrimonio Cultural de la Nación.

Fue allí cuando los estudiantes lanzaron un preguntómetro a la antropóloga Canella, quien se dirigió a la niña Kiara de 9 años cuando preguntó qué acciones podían hacer ellos desde la escuela para proteger el lago? “ya lo están haciendo” respondió Cannella, “cada vez que lo visitan, lo estudian y reflexionan sobre él lo están protegiendo”.

Otros niños manifestaban su preocupación por la gran cantidad de basura que habían visto en el lago y preguntaron por qué el club Lagomar construía sin permiso gimnasios en el espacio público. Algunos de ellos eran socios del club o tenían familiares que trabajaban allí. Para Cannella, el club Lagomar es un lugar de referencia histórica y de gran valor social como centro deportivo en torno al cual también se generan diversos procesos de identidad. Sin embargo, señaló que el grupo de vecinos que ella integra discrepa con la actual Comisión Directiva que ha realizado acciones ilegales de relleno del lago y ha ocupado sin permiso una de las calles de acceso y otros espacios que lo circundan, ¨la necesidad de expansión del club Lagomar por el aumento de la población de la Ciudad de la Costa y el deseo de mejorar sus servicios es comprensible y debe ser atendido, pero no a costa de destruir el lago y su entorno¨, expresó la antropóloga.

Un niño que había permanecido callado durante la reunión, levantó la mano y le preguntó a Cannella “si pudiera viajar al pasado que haría en el lago?”. La respuesta fue: “no dejaría que nadie le tirara basura, disfrutaría de estar sentada a su orilla o de andar en bote en sus aguas y seguramente estaríamos con el grupo de vecinos ensayando una obra de teatro para realizar en la isla en una noche de verano”. La isla, diseñada por el Arq. Fresnedo Siri, hoy es parte del terreno de la Escuela donde los niños pasan su recreo.

Por último, todos hablaron del futuro y de cómo proteger este nuevo patrimonio de Ciudad de la Costa que heredarán las nuevas generaciones. No es poca cosa. Los niños ven un futuro en el lago Lagomar. Imaginan juegos y quieren ver el agua, los peces y las tortugas que se esconden en silencio a la espera de que alguien les haga ver la luz que hoy sólo perciben de a ratitos, cuando los juncos se mueven con la brisa que llega del mar. Los niños dicen que no solo quieren pensar, también quieren hacer. Que así sea. La Escuela No. 229 genera sentimiento y vivencias entre los niños y el lago, seguro que ahí está la clave del agua en el siglo 21.