Los días con Ana: una historia sencilla

A fin del milenio la producción audiovisual uruguaya parece gozar de muy buena salud. Todavía no se acallaron los ecos taquilleros de El viñedo y la digna intención de La memoria de Blas Quadra, cuando aparece esta notable realización de Marcelo Bertalmío titulada Los días con Ana.

En resumen, el relato propuesto por el guionista director plantea una sencilla historia sobre un grupo de jóvenes que sufre la deserción de uno de sus integrantes (Ana, la chica del título), quien emprende un viaje a Europa con su reciente novio, un personaje calificado despectivamente como el «pazguato» por el resto de la barra.

A partir de esta simple anécdota, la propuesta se las ingenia para pintar un mundo especial y reconocible mientras registra, con lúcida ternura, todos esos días de sentimientos encontrados antes de la partida. Es aquí donde cabe subrayar que, a pesar de lo modesto del proyecto, Bertalmío delata una destreza inusual para armar los diálogos y editar escenas con un envidiable sentido del ritmo narrativo. No resulta aventurado señalar que, sin pasar por alto las evidentes carencias técnicas y posible falta de fogueo actoral de alguno de los protagonistas, Los días con Ana es una pequeña joyita nacional.

En su concepción y armado, este producto (que fue la gran revelación en el Espacio Uruguay del reciente Festival Cinematográfico Internacional) logra plasmar óptimos niveles de resolución para legítimo disfrute de un público local y extranjero. Al igual que en Una forma de bailar, de Alvaro Buela, estos «días» que dibujan una franja de nuestra aldea global, son uruguayísimos y reconfortantes. Frente a una arcaica tendencia declamatoria y el temible afán de trascendentalismo que han delatado muchas producciones autóctonas, los logros del equipo de Bertalmío resultan una bocanada de aire puro; una frescura que ilumina a través de su humilde poesía y un humor descacharrante.

La habilidad para concretar personajes y lograr un acertado equilibrio narrativo no son frutos de la casualidad sino de la pericia. Pero también hay algo de audacia en el intento: este audiovisual es un divertimento cinematográfico inteligente y creativo que se despreocupa de la crítica especializada sesuda para ser fiel a sí mismo sin dejar de festejar (y festejarse) en una caricatura reflejo. Quizás esta sinceridad autoparódica, esta despreocupación por tendencias y modismos sea la llave.

Probablemente todos los integrantes de estas jornadas cinéfilas se hayan reído mucho al escucharse en sus diálogos y advertir ese auténtico sabor al desparpajo. Y de autenticidad se trata, por supuesto. Se trata, además, de una legítima muestra de «cine» nacional con poético final incluido. Impresionante, Murdock.

Los días con Ana. Escrita y dirigida por Marcelo Bertalmío. Fotografía: Daniel Machado. Edición: Santiago Svirsky. Música: Marcelo Bertalmío y Disléxicos Hipojutas. Producción: Luciana García, Javier Baliosián y Serrana Cabrera. Con Lorena Etcheverry, Javier Baliosián, Jorge Visca, Ana Rosa y Rafael Bernardi. Estreno Video Centro.

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