DIJO CHAU Y SE POBLARON…

Falleció en Buenos Aires el poeta Horacio Ferrer

El poeta y compositor Horacio Ferrer, nacido en Uruguay y nacionalizado en Argentina, falleció ayer a sus 81 años, debido a un problema cardíaco, en el sanatorio Güemes de Buenos Aires.

Ferrer nació un 2 de junio de 1933 en Montevideo. Fundó la Academia Nacional del Tango en 1990 y permaneció trabajando allí hasta que la salud se lo permitió. Creada el 28 de junio, sobre ella, Ferrer dijo alguna vez al diario Clarín: “Hay que tener mucho tarro, buena compañía, perseverancia, alegría de haberlo realizado y de considerar que yo, que no nací en la Argentina, pueda ofrecerle a la Argentina una Academia Nacional del Tango que era una cosa casi imposible de imaginar antes”.

En el año 1967 publica “Romancero canyengue” que tuvo una muy buena recepción entre los tangueros. Así Ferrer se ganó la admiración de Piazzolla, Benedetti, Troilo, Cátulo Castillo, Homero Espósito que lo elogiaron reconociendo que había inaugurado un lenguaje nuevo para el mundo del tango.

Comienza entonces a trabajar con Piazzolla, que, junto a otros tangueros, lo alienta a radicarse en Buenos Aires.

Ferrer y Piazzolla

En los años 50, Ferrer fue uno de los fundadores del emblemático “Club de la Guardia Nueva”, en donde tenían lugar los recitales de los tangueros que revolucionaban al tango en ese momento, entre ellos, Troilo, Piazzolla y Salgán.

Hacia 1955 conoce a Piazzolla, y empiezan a trabajar juntos, fascinados desde un primer momento con el trabajo del otro y admirándose entre sí. Este dúo dio un giro al tango rioplatense marcándolo para siempre. Ferrer y Piazzolla hicieron juntos más de 50 obras, entre las que se encuentran La bicicleta blanca, Chiquilín de Bachín, o Balada para un loco.

En entrevista con El Observador hace unos meses, Ferrer rememoró una serie de anécdotas entrañables junto a Piazzolla y Troilo: “Me puse a estudiar el tango y fundé una institución que se llamaba El Club de la Guardia Nueva. Era en Soriano casi Minas. Piazzolla decía que debíamos decir Señoritas, no Minas; Soriano y Señoritas… Estaba con las cumbres del tango, era amigo de Roberto Goyeneche y de otros tanguistas. Mientras, estudiaba mi carrera de arquitecto”.

El Dandy en Montevideo

Ferrer había estrenado este mismo año la obra “Dandy, el príncipe de las murgas”, donde el Hamlet de Shakespeare se fusiona con el carnaval uruguayo. La obra, compuesta junto con Alberto Magnone, fue presentada en el Sodre, con un elenco de lujo, compuesto, entre otros por: Pinocho Routin, Ruben Rada, Tabaré Rivero, Martín Inthamoussu, Andrea Salazar y Tabaré Leyton.

Dijo chau el poeta del tango Horacio Ferrer, ayer, a los 81 años, en Buenos Aires, guardó, mansamente sus cosas de vivir, como en esa balada que escribió para su muerte:

Balada para mi muerte

Moriré en Buenos Aires, será de madrugada,
guardaré mansamente las cosas de vivir,
mi pequeña poesía de adioses y de balas,
mi tabaco, mi tango, mi puñado de esplín.

Me pondré por los hombros, de abrigo, toda el alba,
mi penúltimo whisky quedará sin beber,
llegará, tangamente, mi muerte enamorada,
yo estaré muerto, en punto, cuando sean las seis.

Hoy que Dios me deja de soñar,
a mi olvido iré por Santa Fe,
sé que en nuestra esquina vos ya estás
toda de tristeza, hasta los pies.
Abrazame fuerte que por dentro
me oigo muertes, viejas muertes,
agrediendo lo que amé.
Alma mía, vamos yendo,
llega el día, no llorés.

Moriré en Buenos Aires, será de madrugada,
que es la hora en que mueren los que saben morir.
Flotará en mi silencio la mufa perfumada
de aquel verso que nunca yo te supe decir.

Andaré tantas cuadras y allá en la plaza Francia,
como sombras fugadas de un cansado ballet,
repitiendo tu nombre por una calle blanca,
se me irán los recuerdos en puntitas de pie.

Moriré en Buenos Aires, será de madrugada,
guardaré mansamente las cosas de vivir,
mi pequeña poesía de adioses y de balas,
mi tabaco, mi tango, mi puñado de esplín.

Me pondré por los hombros, de abrigo, toda el alba,
mi penúltimo whisky quedará sin beber,
llegará, tangamente, mi muerte enamorada,
yo estaré muerto, en punto, cuando sean las seis,
cuando sean las seis, ¡cuando sean las seis!

 

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