LITERATURA

Esperado arribo de “Muerte a la carta”: la última cena de 50 famosos vista por Eric Frattini

Para muchos “Muerte a la carta” bien podría convertirse en la novela “morbogastronómica” del año, en un género casi nada recorrido y donde en esta oportunidad el autor propone ver cómo fue la última cena de 50 personalidades mundiales.

Para muchos “Muerte a la carta” bien podría convertirse en la novela “morbogastronómica” del año

Desde Jesucristo, a Sadam Hussein, de Marylin Monroe a Alejandro Magno, de los comensales del Titanic, a quienes estaban en los comedores de las Torres Gemelas,

Eric Frattini y el chef Andrés Madrigal, compartieron para la editorial Poe Books, sus experiencias y su pluma para abarcar más de 2.000 años de cenas, tras las cuales sus protagonistas murieron. Cincuenta capítulos permiten a la pareja autoral, presentar desde los últimos momento de la vida de los protagonistas, a las causas de la muerte, sus gustos gastronómicos, así como las recetas, de al menos uno de los platos que comieron por última vez en sus vidas.

La idea surgió a partir de un artículo publicado por The Telegrpah donde, se reproducía la última noche de Jimi Hendrix, con su novia la pintora alemana Monika Dannemann, que pasaron en el hotel Samarkand de Londres, donde entre otros apuntes, refería a la última comida de ambos (sanwiches de atún con pan de sésamo y una botella de vino). El apunte llevó a que la curiosidad del autor se despertara al punto de que decidió empezar a buscar como había sido la última comida de muchos otros famosos, encontrando cosas que lo fascinaron y justificaron su obra.

Desde misterios insondables a distintas versiones de una cena

Los autores reconocen que buscaron también entre muchos otros famosos, además de los que aparecen en la obra, pero que no lograron el material mínimo necesario como para justificar que aparecieran. En algunos casos como Francois Miterrand, o Margaret Tatcher, simplemente no encontraron ninguna referencia creíble y las que había no estaban a disposición.

Otros casos, generaron más misterio todavía, en tanto había versiones contradictorias sobre lo que había comido la persona, incluso con hasta tres menúes que disentían los unos con los otros. También reconocen que algunos casos de muy famosos –como el de John F. Kennedy- resultaron sencillos en tanto nadie discutió su última comida (En ese caso, un desayuno de huegos pasados por agua con jamón, queso, tostadas con mermelada de frambuesa, jugo de naranja y café bien cargado).

Describen también que tuvieron dificultades en cuanto a cenas colectivas, como la del Titanic, pero más aún con la del crucero Costa Concordia: el naufragio es aún memoria viva en Italia y los editores resolvieron quitar ese capítulo para la edición italiana.

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