El Oscar a la mejor película extranjera para «Amour» de Michael Haneke

Esta crónica minuciosa de la vida de una pareja octogenaria súbitamente enfrentada a la enfermedad disputó además el Oscar a la mejor película, la mejor dirección, el guión original y para la mejor actriz principal (Emmanuelle Riva). Un tal rosario de nominaciones es algo raro en Hollywood para una película de lengua extranjera.

Exigente, como la mayoría de filmes de Haneke, «Amour» logró conquistar el corazón de un público más amplio que el duro «Lazo Blanco», también Palma de Oro en Cannes, pero que fracasó en los Oscar en 2010 a pesar de tener dos nominaciones.

El filme habla de la vejez y el amor. La vida transcurre tranquila para Georges y Anne, una pareja de habitantes de París de la clase media alta, cuando la enfermedad ataca a la anciana y la domina gradual e inexorablemente.

Michael Haneke filma esta caída en la senilidad con una precisión y un realismo casi documental. Los espectadores lo ven casi todo en este encierro, filmado casi exclusivamente en un apartamento, cuyas escenas se encadenan a la perfección y sin música.

El resultado es una película brutalmente humana y honesta, que no habla tanto de la enfermedad como de la fuerza de una relación amorosa que ayuda a dos personas en la dificultad, pero que al fin y al cabo también los destruye.

Perfeccionista

El éxito de esta película de dos horas se basa en la gran actuación de sus dos actores principales, Jean-Louis Trintignant y Emmanuelle Riva, quienes con gestos y diálogos sencillos logran transmitir sus emociones, dolor, sufrimiento y dignidad.

Emmanuelle Riva, conocido por su actuación en «Hiroshima mon amour», en 1959, es la actriz de más edad nominada a un Oscar a la mejor actriz. Ella celebró sus 86 años el domingo, el día de la ceremonia.

Michael Haneke, de 70 años, es desde hace varios años una de las grandes figuras del cine europeo, pero solo hace poco interesa a la Academia de los Oscar, a pesar de las películas reconocidas internacionalmente como «El pianista» y seis selecciones en Cannes.

Conocido por sus dramas psicológicos, cuya brutalidad a veces incomoda, este austriaco, que prefiere vivir en Francia, es también un perfeccionista. En el escenario de la filmación de «Amour» hizo instalar un verdadero parquet de roble para que crujiera con sonido auténtico con el paso de sus actores.

Antes de «Amour», una coproducción franco-alemana-austriaca, Austria había ganado ya el Oscar a la mejor película extranjera en 2008, con «Los falsificadores», un drama de Stefan Ruzowitzky sobre los campos de concentración nazis. AFP