Müller conmueve por su equilibrio de nervio y de dolor

Mariana, por ejemplo

Pero es el triunfo, también, de los dramaturgos: el teatro lo hacen, primero que nadie, los escritores, que deben también ser pensadores. Los libretos de Heiner Müller suelen caber en los programas de mano, pero no cualquiera puede escribir algo equivalente.

Su tono coloquial, como de charla de café, y las alusiones inmediatas a las noticias del día, ocultan que antes, el autor hubo de sentarse «…a meditar sobre la posibilidad de escribir una tragedia…».

Meditar primero, como Leonardo pasando un día entero sin dar una pincelada en la pared donde pintó la Ultima Cena.

Es posible que el texto de Ayax, por ejemplo haya sido escrito por Müller en quince minutos; pero para esos quince minutos debió una vida de amor al arte y una meditación en un «…hotel de Berlín, capital irreal».

La obra conmueve por su equilibrio de arte y sentimiento, de vitalidad y angustia, de nervio y de dolor. Müller, como debe ser todo artista, es un maestro del claroscuro; y sus efectos son tan dramáticos como los cuadros de Vlaminck.

Mariana Percovich ha desplegado también todos sus fuegos imaginativos, pero con admirable restricción. El teatro está iluminado también por una lámpara de sacrificio, y esta vez Mariana ha sabido elegir entre sus fantasías, con un espacio escénico sugerente y sobrio, en rojo –la sangre, las rosas, el rubor– y en negro –el color predilecto de Mariana– que son los grandes colores de la tragedia, el dúo plástico de la pasión y la muerte.

Han contado con una iluminación (Verónica Loza) variada y adecuada a la escena, y con una banda sonora, compuesta por la directora, que subraya, enmarca y difunde los relámpagos de la pieza.

Se debe una mención especial a Claudio Castro, un actor egresado de la Escuela Municipal de Arte Dramático, del que no conocíamos trabajos anteriores. Castro tiene presencia, un rostro afilado, de líneas muy definidas, elegancia corporal y, sobre todo, una mirada con cargas eléctricas; domina la técnica de la voz y del gesto, y hubo momentos de bravura donde mostró un cuidado y un afán de perfección que no es frecuente.

Ayax, por ejemplo es el mejor espectáculo teatral en lo que va del año.

AYAX, POR EJEMPLO, de Heiner Müller, con actuación de Claudio Castro. Iluminación de Verónica Loza, espacio escénico, vestuario, banda de sonido y dirección de Mariana Percovich. En el Instituto Goethe, Canelones 1524, Teléfono 400 5813 y 409 3599.

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