LLAMO LA ATENCION QUE LOS LUNES LLEGABAN MAREADOS, CON DIARREA Y AUMENTABAN LOS PROBLEMAS DE CONDUCTA

Maestras detectaron que 80 niños de la escuela comen pasto los fines de semana

niños que comen pasto

La escuela 128 es el único centro educativo del barrio Conciliación y uno de los establecimientos de contexto crí­tico de Montevideo debido a las dificultades socioeconómicas de la zona.

Conciliación se ubica entre los barrios Sayago y Colón y a él llega únicamente la lí­nea 526 de COME.

La escuela, cuyo í­ndice de repetición es del 33%, es a su vez centro de cinco asentamientos que suman una población de aproximadamente 90.000 personas de las cuales el 60% son desocupados. Hace dos años una maestra fue golpeada por un alumno y desde esa Época a la fecha se registraron más de once agresiones a docentes además de robos y destrozos a la escuela. En los últimos meses la presencia de una custodia policial hizo disminuir el vandalismo contra el local de enseñanza.

Los 851 niños que concurren a la escuela en dos turnos son alimentados mediante el sistema de bandejas proporcionado de lunes a viernes por Primaria. El comedor se abre a las 12:30 pero los niños hacen la cola desde las diez de la mañana esperando que se sirva cuanto antes. Un pastel de verdura, un pan más fruta o un flan como postre es el menú más frecuente que reciben.

Es habitual que algunos niños intenten llevar comida escondida a sus hermanos o que repitan el plato tantas veces que los docentes tienen que controlar que alcance para todos.

Las maestras saben que en la mayoría de los casos ese almuerzo es el único alimento que reciben en todo el dí­a.

Semanas de cinco dí­as

Los lunes son especiales en la escuela 128. Los maestros detectaron que muchos niños llegan a clase mareados, deprimidos, con dolor de barriga y diarreas frecuentes. Varios presentan trastornos de aprendizaje y conductas agresivas hacia sus compañeros y hay casos en que se dan la cabeza contra la pared.

Fue así­ que vecinos que colaboran con la escuela y los docentes, haciendo un seguimiento de la materia fecal de estos chicos, comprobaron que más de 80 de ellos de entre 4 y 7 años comen pasto y hojas durante los fines de semana, «porque no hay otra cosa para cenar» contó uno de los padres.

«Al principio no le creí­amos a los niños cuando lo decí­an porque son muy chiquitos, pero cuando vimos la materia verde y llena de pasto nos dimos cuenta que era cierto. Muchos vienen llorando y los lunes piden para repetir dos o tres veces el almuerzo para no sentir hambre después. Muchas veces las maestras van a comprarles una flauta con dinero de su bolsillo porque lloran desesperados de hambre y no pueden esperar hasta la hora del almuerzo. Los padres de estos niños no tienen ni para un boleto para llevarlos a alguna olla popular de algún otro barrio», dice Dardo Pereira padre de otro niño de la escuela.

Marta Peigoret, presidenta de la Comisión de Fomento de la Escuela, explicó a LA REPÚBLICA que si bien toda la población escolar tiene dificultades para poder cubrir las necesidades básicas, estos ochenta niños están en una situación extrema. «Los padres ni los pueden llevar a la Policlí­nica porque la más cerca queda a más de treinta cuadras, cerca de Sayago. Nos dicen que no hay más que pasto cocido para darles de comer porque ya no saben qué hacer. El Instituto Nacional de Alimentación (INDA) les proporciona canastas mensuales a estas familias, pero evidentemente no alcanza. En algunos casos los padres mandan solitos en ómnibus a los hermanos, de forma alternada, para que puedan comer en casa de algún familiar», explica la presidenta de la comisión de fomento.

Sin contención

Para la Asistente Social que trabaja en el barrio, Edda Zimmer, esta situación es sólo la punta de un entramado complejo que no se soluciona con un plato de comida. «La falta de comida es una de las tantas formas del maltrato y de violencia, lo más grave es que la mayoría de esos niños no tienen un plan de vida futura ni nada que los contenga afectivamente ni les transmita valores de vida. En algunos casos la familia se preocupa pero en la mayoría hay otros factores más graves», dice.

A partir de una investigación del equipo de Salud Mental del Hospital Pereira Rossell motivada por la constante violencia en la escuela 128, se constató que las mayores dificultades de la zona se centran en niños que están en situación de calle, delincuencia, alcoholismo, incesto, violencia familiar, maltrato y desocupación que se suman a la pobreza extrema que reina en el lugar.

En Conciliación mayoritariamente las mujeres son jefas de hogar y en general tienen varios hijos a cargo.

Hace cuatro años que este equipo del Hospital pediátrico creó el proyecto conocido como Conciliación con el fin de instrumentarlo en convenio con el Instituto Nacional del Menor.

El objetivo primario es instalar un centro de Referencia de Salud Mental en la zona, además de un centro multidisciplinario donde intervendrían psicopedagogos y psiquiatras, entre otros especialistas, para encabezar talleres sobre manualidades, hábitos de higiene y actividades recreativas.

La idea por el momento no se concretó a pesar de haberse sorteado todas las instancias administrativas. Sin embargo, un grupo de padres de la escuela 128 intenta poner en marcha una solución que atienda las situaciones más graves y en este marco se busca abrir un espacio de socialización que incluirá un comedor que por lo menos funcione los fines de semana, lo que evitarí­a que estos chiquitos coman pasto.

Fue así­ que un vecino autorizó el usufructo de una casa para concretar el proyecto y la Intendencia de Montevideo confirmó la donación de un cupo de leche diaria.

ACTUALIZACIÓN

Ante sus comentarios, se aclara que esta noticia corresponde al año 2002 y se volvió viral recientemente por un usuario que la compartió como actual

Debido a la reciente viralización en las redes sociales de una dolorosa noticia que relataba el caso de familias que se vieron duramente afectadas en la crisis de 2002, realizamos este recuento del avance en alimentación infantil en Uruguay. De la mano de las Escuelas de Tiempo Completo, se ha logrado atacar la realidad de la desnutrición en niños y pre-adolescentes.

De los niños comiendo pasto en 2002, a escuelas de tiempo completo que alimentan 250 mil escolares cada día

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