La historia de una infamia

Vaimaca Pirú junto a otros charrúas fue traficado a Francia en 1833, por expresa autorización del presidente y fundador del Partido Colorado, Fructuoso Rivera, transformándose en uno de los primeros exiliados uruguayos.

El último de los charrúas abandonó el territorio francés el 17 de julio a las 4.30 de la mañana, hora francesa, en un vuelo de Air France hacia el aeropuerto de Carrasco.

El Museo de Historia Natural de París y la embajada uruguaya en Francia mantuvieron un silencio casi sepulcral en torno al regreso de la valiosa pieza.

Francia conservó los restos durante 160 años, primero en el museo de Historia Natural y luego en el Museo del Hombre de París.

Desde 1998, el gobierno y el Parlamento uruguayo habían expresado a Francia su aspiración de que los despojos de Vaimaca Pirú, conservados en el departamento de Antropología en el Museo del Hombre de París, fueran reiterados a su suelo natal.

Lo único que quedaba en el museo de los cuatro indígenas que fueron traficados a Francia, era el esqueleto del cacique Vaimaca Pirú y unos moldes en yeso del busto de Guyunusa y cuerpo y busto de Senaqué.

Los moldes son conservados como objetos de museo. Hay que señalar que los verdaderos charrúas eran Vaimaca Pirú y Senaqué, puesto que el padre de Tacuabé era guaraní y Guyunusa era guenoa.

El 4 de diciembre de 1832, el francés François de Curel solicitó autorización al presidente Fructuoso Rivera para llevar a su país (Francia) un grupo de indios, con el objeto de presentárselos al Rey de Francia Louis Philippe y a fines antropológicos.

La autorización se otorgó, bajo el pretexto de que los indígenas eran perjudiciales para el país por sus malos hábitos y su presunta renuencia a trabajar.

El 25 de febrero de 1833 partió el buque rumbo a Francia con 33 personas a bordo. Entre ellas se encontraban cuatro indígenas: el cacique Vaimaca Pirú (famoso lancero de Artigas), el joven Tacuabé (reconocido domador de caballos), el curandero Senaqué y su compañera Guyunusa.

¿Quién era François de Curel?

François de Curel nació en la ciudad de Lyon el 4 de enero de 1778. Se casó muy joven con Marie Louise, quien fue directora de una casa de estudios en París y luego en Buenos Aires y Montevideo.

Fue nombrado alférez el 4 de marzo de 1809 y recibió el nombramiento de juez en el Consejo de Guerra de revisión del Tribunal Superior de Apelación de Francia.

Tiempo después, recibió el título de Caballero de la Legión de Honor, distinción instituida por Napoleón I en mayo de 1802.

Desde el 1 de noviembre de 1814 hasta el 22 de setiembre de 1827, tras abandonar la carrera militar, ocupó el cargo de inspector en el College Royal de Henri IV, uno de los más afamados de la época.

A fines de 1827, emigró con su familia a América y se instaló en Buenos Aires como docente.

Fundó junto a Pedro De Angelis (un napolitano) un Instituto de Enseñanza al que llamaron Ateneo. La disputa con De Angelis se extendió en el tiempo.

De Curel decidió de emigrar a Montevideo, donde también instaló un centro de enseñanza.

En 1832 decidió retornar a Francia y en noviembre de ese año comenzó las negociaciones para que lo autorizaran a llevarse algunos charrúas a Francia.

Los indígenas fueron trasladados a París, para ser expuestos en una residencia parisina a la curiosidad pública. La casa se situaba en el número 19 de la calle Chaussée d’Antin en el distrito 9 de París.

A partir del 13 de junio de 1833, por cinco francos el público podía ver a los «salvajes» en la residencia. Luego, la entrada debió ser rebajada a 2 francos por la falta de interés.

El negocio de François de Curel duró muy poco tiempo, según relata el doctor Paul Rivet en su libro «Les derniers Charrúas».

Tacuabé y Guyunusa fueron cedidos a un empresario de circo que les hacía practicar los ejercicios para el espectáculo de «saltimbanqui».

Huyendo de los controles de la Policía, el dueño del circo se instaló en la ciudad de Lyon.

A Tacuabé se le cambió de nombre y en los avisos se le presentó como «el Hércules de los Hércules», de nombre Jean Soulasol, siendo su fuerza maxilar el punto de mayor atracción.

Senaqué murió el 26 de julio de 1833, cuatro días después de ser internado en el hospital. Alcanzó a vivir en Francia tan solo 80 días.

Padecía una herida de lanza en el pecho, provocada en el momento de la captura y de un cuadro de desnutrición.

El cuerpo fue llevado al Museo de Historia Natural de París, que donó varias piezas al Museo del Hombre de París.

Vaimaca Perú o Pirú nació en la República Oriental del Uruguay alrededor de 1790 y murió el 13 de setiembre de 1833 en París, víctima de debilitamiento, amargura y melancolía.

Guyunusa dio a luz una hija de Tacuabé, que se llamó Micaela (existe la posibilidad de que fuera una india minuán asimilada por los charrúas, puesto que poseería partida de nacimiento). Guyunusa murió el 22 de julio de 1834, en el Hospital Dieu de la ciudad de Lyon, por un agudo cuadro de tuberculosis.

Tacuabé huyó luego de la muerte de Guyunusa con su hija de apenas 10 meses. Todavía hoy existe en la ciudad de Lyon una calle que la llaman «Camino del indio».

La leyenda dice que por allí pasó un indio con un bebé en brazos. De la suerte de Tacuabé y la niña nunca se supo.

La invitación que había redactado François De Curel para la exposición de los indios decía:

«Estos individuos forman parte de una quincena de prisioneros conducidos a Montevideo en junio de 1832. El Presidente de la República Oriental del Uruguay me ha permitido traer a Europa a estos cuatro, escogidos entre los que más interés ofrecen por sus rasgos fisonómicos. El primero (Vaimaca Pirú) es un cacique temible; el segundo (Senaqué ) es un sedicente médico que, a la pretendida ciencia de la magia medicinal, une realmente el conocimiento de plantas curativas capaces de cicatrizar las heridas. El tercero (Tacuabé) es un joven y feroz guerrero, renombrado por su habilidad para domar los caballos salvajes; la cuarta es una mujer, compañera del joven guerrero. Estos cuatro individuos ofrecen vivientes modelos de la construcción física y los caracteres morales tan bien descriptos por el sabio autor de la «Historia Natural del género humano». Ellos representan los verdaderos tipos de la tercera raza de hombres, denominada raza cobriza». *

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