BAJO CIERTAS CONDICIONES, EL REGISTRO CIVIL ACEPTA MODIFICAR UN NOMBRE O UN APELLIDO

Cambiarse de nombre es un trámite poco frecuente en Uruguay

La palabra que una persona más escucha en la vida es su propio nombre. Sus letras son las primeras que se aprenden. De ese sonido que identifica al portador, se llegó a decir que determina la personalidad.

Elegirlo no es tarea fácil. A lo largo del tiempo el criterio para ello varió, desde un deseo de los padres hacia su hijo, hasta una guía pautada en un calendario. Muchas veces se utiliza el de los padres o abuelos, otras el de un famoso, también influyen las modas. Así hay niños que llevan nombres comunes, otros son llamados de manera exótica, indígena o extranjera. Tampoco hay que olvidar que para muchos debe combinar con el apellido.

Crecer y sentirse conforme con el nombre no es cosa común. A la mayoría de las personas les gustaría ser llamadas de otra manera. Pero uno se acostumbra, aunque hay casos en los que ese nombre escogido con amor, por semejanza, capricho o azar causa vergüenza, da lugar a burlas, risas, a una imperiosa necesidad de ocultarlo o querer cambiarlo. Y aquí aparecen los problemas, porque el asunto no es tan fácil de resolver.

Parece que la intención de cambiarse de nombre es muy antigua. Desde mucho tiempo atrás, la historia registra algún caso.

Uno de ellos es el del célebre galán italiano Casanova. Este arrogante señor gustó de utilizar diferentes nombres en sus múltiples aventuras amorosas.

Y la razón con la que explicó su actitud ante un juez que lo recriminó, fue, según respondió, por la simple razón de que él consideraba que todo hombre tenía derecho a «usar» el alfabeto según su gusto.

Hoy en día las cosas no son tan simples. Si bien muchos desearían cambiar su nombre, hacerlo requiere de un complejo y más que justificado trámite judicial. Por demás convincentes deberán ser las pruebas que justifiquen tal propósito.

 

Fútbol, política y religión

Cuenta Amílcar Urrutuzú, director del Registro de Estado Civil, que cambiar la identidad no es un trámite que se dé habitualmente, ya que de antemano el oficial encargado de las incripciones posee la facultad de no aceptar los nombres que provocarán en el futuro al recién nacido chistes y burlas. Esta potestad queda a puro criterio del funcionario, ya que no existe una lista de nombres prohibidos.

La ley previó la situación y en el Decreto Ley 15.462 menciona: «Los oficiales de la Dirección Nacional de Registros no inscribirán nombres de pila que sean extravagantes, ridículos, inmorales o que susciten equívocos respecto al sexo de la persona». Explica Urrutuzú que «anteriormente a la vigencia de esta ley, los nombres que se ponían eran un disparate» . En este sentido citó varios ejemplos, como Viva Nacional, Viva Peñarol, Hitler, Gaucho Punteador y Milonguero o José Ramón del Corazón de Jesús.

Para cambiarse el nombre la persona deberá asistir a un Juzgado de Familia, con testigos que certifiquen que a causa de llamarse de determinada manera, padece perjuicios en su vida de relación. Igual ocurre con los apellidos, aunque en este caso es más difícil acceder a la modificación. Un ejemplo que recuerdan las autoridades judiciales es el apellido Verga, que generalmente es sustituido por Vargas. Requiriéndose iguales condiciones que para el nombre, testigos deben probar los perjuicios en la vida del «damnificado». Otro caso que se acepta en cuanto al apellido, es cuando a un individuo llamado Pérez, por ejemplo, se lo conoce como Fernández en su vida social. Aquí se certifica cuál es el real apellido y por cuál se identifica a la persona, pero no se cambia. Aquellos que se deciden a iniciar los trámites para obtener otro nombre con el cual sentirse más identificados, deberán abonar para empezar unos $ 800 en timbres profesionales, más los honorarios, monto que será determinado por el abogado contratado.

 

Los nombres y las modas

El subdirector del Registro Civil, Leader De Los Santos, afirma que habitualmente a la hora de elegir un nombre, muchos padres optan por bautizar a sus hijos con el del o la protagonista de la telenovela de mayor éxito en ese momento, creándose así una moda de nombres. Recuerda De Los Santos que igual sucedió en la década del 50, cuando a muchos niños se les bautizó Maracaná (por el campeonato de fútbol), o Obdulio (por el jugador Obdulio Varela). Otra moda que existió y hasta ahora permanece es poner al pequeño el nombre del prócer nacional: José Gervasio.

 

Los travestis y las herencias

Una de las dificultades que puede traer aparejado cambiarse de nombre es a la hora de tener que cobrar una herencia.

Para ello se requiere de un certificado que pruebe la verdadera identidad del beneficiario y una partida que «conserve el secreto» y que siempre permanece en la oficina del Registro Civil.

Los travestis modifican su nombre, en relación al género, pero mantienen su apellido. En estas ocasiones inteviene un juez de familia y un fiscal. Asegura Carlos Alvarez, abogado del Registro, que las situaciones de cambios de nombres se dan muy pocas veces y en forma aislada. *

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