Retratos urbanos

Charrúas, una rara especie de animales

Los ultimos Charrúas – Prado de Montevideo

 

Los sufrimientos padecidos por un grupo de charrúas, que fueron objeto de curiosidad y manipulación francesa, guardan como único reconocimiento un homenaje y una historia poco difundida que el monumento a Los Ultimos Charrúas, ubicado en el Prado de Montevideo (sobre la Avenida Delmira Agustini) no revela. Esta obra estuvo a cargo de tres escultores uruguayos: Edmundo Prati, Gervasio Furest Muñoz y Enrique Lussich. El material empleado fue bronce y para el basamento se utilizó granito rosado. El monumento, iniciativa de Baltasar Brum, en 1930, quedó terminado recién en 1938.

En él se representa al grupo de cuatro Charrúas, con sus vestimentas características, que rodean un fogón en el que se calienta un caldero. A la izquierda se observa al curandero Senacua Senaqué, que sentado sostiene un mate en la mano derecha. Detrás, de pie, el cacique Vaimaca Pirú, le sigue María Micaela Guyunusa, sentada, con una niña en su falda. Delante de ella se encuentra la figura del guerrero Laureano Tacuabé Martínez. El monumento lleva una placa con el título «Indios Charrúas».

A cambio de cinco francos

Estos cuatro indígenas del territorio oriental integraron un grupo llevado a Francia por el capitán François Curel, presidente del Colegio Oriental de Montevideo. Los charrúas partieron el 25 de febrero de 1833. El argumento del capitán francés para el traslado de los indios fue variado, presentarlos ante el rey de Francia, sociedades científicas, personas distinguidas e ilustres y realizarle estudios antropológicos. Pero las intenciones resultaron otras, pues en el mes de mayo, ni bien llegaron a la ciudad luz, los Charrúas fueros exhibidos como una rara especie de animales y para ello se instaló una toldería. La posibilidad de observarlos consistía en el pago de cinco francos.

Vaimaca tenía 55 años, fue soldado de Artigas y estuvo luego al mando de las huestes de Rivera. Tenía una relación muy estrecha con Senaqué, médico indígena y jefe religioso, que en el momento de la partida se estima tendría entre 56 y 57 años. Ambos no se adaptaron al cambio de ambiente, extrañaron a su familia y no soportaron los malos tratos, dejándose morir, sumidos en la depresión. La causa de la muerte de Senaqué, en el mes de junio, fue fiebre, cansancio y debilidad. Dos meses más tarde y en iguales condiciones deja de existir Vaimaca.

Guyunusa de 26 años, a los cuatro meses del arribo a París, dio a luz una niña, hija de Vaimaca Pirú. Ellas dos, junto a Tacuabé (23 años) fueron liberados gracias a la gestión de un grupo de damas horrorizadas por el trato dado a los indígenas. Guyunusa muere de tuberculosis en el Hospital de Lyon, en julio de 1834. Tacuabé huyó con la niña, desconociéndose su paradero. *

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