"PROHIBIDO PASAR HAMBRE"

Vecinos en acción: inauguraron merendero en Cachimba del Piojo

Ettore Pierri

 

Casi 100 niñas y niños acuden ya al flamante merendero de Cachimba del Piojo, barrio montevideano de unos 3 mil habitantes donde la desnutrición asedia al 55 por ciento de la población infantil. Fruto del esfuerzo vecinal, este merendero abrió sus puertas el pasado domingo, con un festejo a cielo abierto que presidió una gran pancarta en la cual se leía «Prohibido pasar hambre».

El merendero » Profe Basilio», cuyo nombre es un homenaje póstumo a Basilio Salvia, uno de los vecinos más queridos del barrio, está ubicado cuatro cuadras al norte de Plaza Lafone, en Heredia y Molina, que junto a modestas viviendas de bloques y lata asoman entre basurales repletos de ratas.

Funciona en un local también de bloques, techado con chapas que proporcionó la Intendencia Municipal de Montevideo (IMM), y brinda alimentación gratuita durante toda la semana, dos veces al día de lunes a viernes y una sábados y domingos.

«Es una gran conquista para Cachimba del Piojo. Nunca tuvimos algo como esto y lo estábamos necesitando cada vez más porque la gente de aquí está en una situación muy difícil», dice Oscar Quiroga, veterano habitante de la zona.

Gran parte del equipamiento con que cuenta el merendero es fruto de ayudas solidarias que propició, el pasado abril, un informe especial de LA REPUBLICA sobre las dramáticas carencias del barrio, donde la desnutrición mata a dos de cada recién nacidos, según reveló un censo reciente. A esas ayudas se suman alimentos que donan comerciantes del barrio, leche que envía la IMM y otros aportes:

«Con todo eso, y el trabajo de vecinas y vecinos que como Oscar dan todo de sí mismos para que esto se consolide, estamos saliendo adelante», dice Luis, uno de los tenaces impulsores de esta obra social que gestiona la propia gente de Cachimba del Piojo. Luis agrega: «El lema del merendero es ‘Prohibido pasar hambre’ porque comer todos los días es un derecho que estamos perdiendo y que sólo la propia gente puede hacer que se cumpla».

Desempleo y pobreza

Hace ya varios años que el cierre de plantas frigoríficas y fábricas cercanas desató un acelerado proceso de empobrecimiento en Cachimba del Piojo, donde el 90 por ciento de la población carece de ingresos regulares.

«Nuestros padres sólo hacen changas de vez en cuando y muchas veces deben buscar comida en la basura», ejemplificó Ricardo, de 14 años, en la más conmovedora intervención que incluyó la breve parte oratoria del acto con que se inauguró el merendero.

Con los ojos enrojecidos por la emoción, Ricardo dijo que los jóvenes de la Cachimba no ven perspectivas de futuro y que la situación que se sufre allí es consecuencia de «la sociedad injusta en la que vivimos».

A corta distancia del estrado desde donde habló Ricardo, en una modestísima vivienda que el temporal del sábado dejó sin techo, Sergio Giménez y María Lourdes Quevedo aportan otro dato de la realidad:

«Yo sí tengo trabajo, gracias a Dios –explica Sergio– pero lo que gano alcanza apenas para comer. Cada vez que llueve mucho o hay tormenta la casa se nos deshace y tenemos que arreglarla, pero ¿de dónde vamos a sacar plata si sólo tenemos para pucherear?». Sergio y María Lourdes llegaron de Florida hace tres años en busca de trabajo, «porque allá no hay nada desde hace muchísimo tiempo y nos vinimos a Montevideo porque no queremos morirnos de hambre».

Viven en muy precarias condiciones entre montones de basura, con tres hijas, Yoana de 10 años, María de siete y Soledad de tres, y el benjamín de la familia, Adolfo, de un año y medio. Desde la casa de esta familia parecen aún más cercanos los peligrosos cables de alta tensión que pasan a unos ocho metros por encima de Cachimba del Piojo y pueden provocar leucemia, según coinciden en afirmar científicos de todo el mundo. *

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