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"Hello Montevideo": La historia que casi nadie conoce

En el estado de Minnesota existe un pueblo de 5.450 habitantes llamado Montevideo, que no adoptó ese nombre por casualidad.

En la década de 1870, Cornelius J. Nelson sabía de la existencia de una ciudad en América del Sur que significaba «veo un monte» y que coincidía con parte de la geografía del pueblo que recién se estaba gestando, el cual se definía en ese entonces como «un mar de altos pastos de pradera y un paisaje plano, sin árboles» que «súbitamente culminaba en numerosos peñascos y colinas».

Fue así que con la aprobación del fundador George Fink, existe otro Montevideo, el de Minnesota, que además posee originalmente otras similitudes con el que todos conocemos.

Estos primeros tres párrafos de la nota refieren a la primera parte del trabajo de Estol, donde una persona oriunda de Montevideo, Minessota, cuenta con lujo de detalles los porqué del mismo nombre y la evolución histórica de ese lugar.

El grueso del libro presenta una serie de más de 60 fotos a color sobre este Montevideo del cual pocos uruguayos saben. Dentro de la variada cantidad de imágenes se evidencian las diferentes realidades de esa sociedad, pero también los sitios que reflejan la identidad con la capital de Uruguay.

Seguramente, una de las más sorprendentes sea la que muestra la Artigas Plaza, que cuenta con un monumento de José Artigase en su frente. En este espacio público y el mismo día del natalicio del prócer nacional (19 de junio), se realiza la fiesta tradicional (Montevideo Fiesta Days), que cuenta con un hecho impactante, la entonación del himno uruguayo, además de la decoración de las calles con banderas de los dos países involucrados.

El libro finaliza con la narración de Estol sobre su llegada y estadía en, como bien dice la reseña del libro, «el único pedacito uruguayo en suelo norteamericano».

Qué vida! entrevistó al autor de «Hello Montevideo», que dentro de sus prioridades tiene la de seguir manteniendo el flujo cultural entre ambas ciudades.

 

 

¿Cómo surgió la creación del libro?

Siempre me gustaron las historias de pueblos y un día chequeando el clima en Internet para hacer un trabajo, vi que existía la posibilidad de elegir entre dos Montevideo, eso me intrigó y empecé a investigar.

Observé que estaba en Minnesota, que tenía cosas muy similares con Uruguay, por lo que decidí pagarme el pasaje e ir hasta allí.

¿En qué momento del año

llegaste y cómo fue el inicio del trabajo?

Fui por un mes y llegué cuando hay más actividad en el pueblo, en junio (2010). Me presenté y empecé a trabajar, a ir a todas las actividades deportivas, culturales, de recreación, la vida cotidiana, etc.

 

El libro destaca similitudes con Uruguay, ¿cuáles fueron las primeras que te sorprendieron?

Geográficamente era muy parecido, por ejemplo similar a Soriano, todo cultivado con soja, tractores al costado de la ruta. Además de eso, llegar a un lugar y ver la palabra «Montevideo» por todos lados, me encantó.

 

¿Tuvo buena repercusión lo que intentabas hacer?

La gente lo aceptó muy bien, era la primera vez que estaba en Estados Unidos y fue como mostrarle la vida de la sociedad norteamericana.

 

Pese al mismo nombre te topaste con un mundo diferente al Montevideo uruguayo…

Cuando llegué me encontré con muchas cosas, cintas amarillas en las casas esperando que vengan las tropas de Irak, jóvenes que venían de la guerra con ojeras, una sociedad que vive arriba de los autos, los barrios pobres, etc. Y todo eso fue lo que quise mostrar.

 

En las fotos se representan diferentes realidades sociales y culturales, ¿hubo una planificación para conseguir eso?

Lo que hice fue vivir la vida cotidiana con ellos mismos (la población) y ahí se fueron dando las oportunidades. Soy un fotógrafo más «pescador» que no sale a buscar la foto, espero a que surja la situación. Prefiero convivir con la gente, ayudarla en su trabajo cotidiano y que luego aparezcan las posibilidades.

 

¿Cuál es la sensación de escuchar el himno en una ciudad con el mismo nombre pero que forma parte de otro país?

Te emociona. Además este año cuando fui, la alcaldesa lo cantó en español. Se lo aprendió y repartieron las letras del himno para que todos canten. Esto lo hacen con toda la delicadeza, compartiendo la cultura.

 

Además de lo que se ve en imágenes, ¿existe una educación de base referida a Uruguay?

En el liceo les enseñan cosas de Uruguay y tienen una idolatría por la ciudad (Montevideo). En el museo hay muchas cosas uruguayas o por ejemplo en el parche de la policía está Artigas, dentro de una estética que se basa también en la bandera de Uruguay.

 

¿Cuáles son las diferencias entre ambas poblaciones que, a tu entender, no pueden desaparecer?

Antes que nada, hay rasgos físicos totalmente diferentes. Además, es una cultura de Estados Unidos que se desarrolló por la carretera y por el motor, es decir, vas al banco en auto y de ahí al correo, pero siempre en vehículo.

También tienen toda la cultura estadounidense de la guerra, la tienen muy metida. Por ejemplo, hay bares de veteranos de guerra.

Por otro lado, no son tan conservadores como pensamos, por lo general tenemos una concepción negativa de ellos pero cuando estás ahí son muy hospitalarios, me sorprendió el sentido comunitario que tienen.

 

Otro aspecto cultural en el cual diferimos con Estados Unidos en general es en el fútbol, ¿fue algo evidente en esta ocasión?

Sí, yo fui durante el Mundial e invitaba a toda la gente a ver los partidos, pero en el bar no los pasaban. Finalmente el dueño puso un partido, la gente empezó a hinchar por Uruguay y a preguntarme las reglas de lo que ellos conocen como «soccer».

De todas formas tienen equipos en otras disciplinas, como los Montevideo Spartans (béisbol), Montevideo Thunderhawks (básquetbol), Montevideo Thunder (fútbol americano).

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