Con Néstor Silva. Se acaba de editar un libro que recopila sus mejores dibujos

Patricia renace por el este, merced a los fondos Pro Cultura

El periodista Niko Schvarz definió al personaje como «alegre, dicharachera, taciturna a veces imprevisible, otras, embroncada, voluble cual pluma al viento, simpática, ocurrente, de humor variable según la estación, noble y generosa, aguda o ingenua, con oculta y tenue picardía.» Y no hay mucho que agregar.

Ahora vuelve en la compilación de sus mejores páginas, en un libro editado con fondos de Pro Cultura, un proyecto de la Intendencia Departamental de Maldonado instrumentado a partir del acceso al gobierno del Frente Amplio.

Muchos se preguntarán por qué en Maldonado. Es que el creador del personaje, Néstor Silva, es de Maldonado, nacido en San Carlos, y luego de muchos años en Venezuela volvió a sus pagos con nuevos proyectos, entre los cuales se destaca la edición mensual de la revista cultural «100% de Interés público».

«Patricia, como señala Ignacio Suárez en el prólogo del libro, fue un reflejo de los tiempos duros y esperanzados que nos tocó vivir. Tiempos en los que cada poema o cada dibujo pretendían ser ecos de esa joven época, compartida en la militancia por el arte y en la vida».

Pero dejemos hablar al protagonista:

 

­¿Cómo nació Patricia?

­Patricia surge como respuesta a una realidad en tiempos difíciles y fermentales para el Uruguay. Pacheco Areco estaba instrumentando una estrategia represiva de la derecha, una especie de borrador del «Plan Cóndor», con apoyo del gobierno estadounidense, en respuesta al creciente movimiento popular que surgió ante los fracasos sucesivos de los partidos tradicionales.

«El Popular», diario oficial del Partido Comunista, a finales de los sesenta implementaba una renovación con el objetivo de potenciar su incidencia en los sectores populares y me propone crear una historieta con un personaje que recogiera las inquietudes, preocupaciones, esperanzas y luchas de nuestro pueblo. Así, la noche en que armaban el número cero, papel y plumas delante, convoqué a las musas inspiradoras.

Llegaron con la imagen del personaje Rodelú, de Julio Suárez (Peloduro), que representaba a la República, caracterizada por su gorro frigio y su vestido-túnica, imagen que nos había llegado de la revolución francesa. Comencé a bocetarla a mi estilo. Me entusiasmó esa idea, sólo faltaba bautizarla.

Mi sentimiento era que la Patria nos convocaba, nos llamaba la Patria, y por eso su nombre fue Patricia. Así fue, en aquel altillo de la calle Burgues, donde esa noche nació la Patri sin llantos, más bien con tremenda sonrisa.

 

­¿Por qué la reeditás ahora, 39 años después, y en forma de libro?

­No es casualidad sino consecuencia de aquella lucha por un nuevo Uruguay. El gobierno departamental frenteamplista creó los Fondos Concursables Pro-Cultura y este proyecto fue seleccionado.

Para instrumentarlo había que realizar una complicada tarea, ya que los originales que tenía guardados se convirtieron en ceniza en un sospechoso incendio de «La Pipeta», la última publicación de humor de oposición a la dictadura, el 31 de diciembre del 75 ( una semana antes habían intentado incendiar CX 30). Por eso las imágenes que publico fueron rescatadas de una colección del diario, que decidí no maquillar para mantener el sabor de las imágenes de aquellos años.

 

­¿Por qué te viniste a vivir a Punta del Este?

­Porque soy de aquí. Nací en San Carlos, donde está mi casa materna y adonde volví luego de vivir muchos años en Venezuela. Me fui a Montevideo a estudiar arquitectura en 1962; me gustaba la carrera y me iba bien pero en el 65 empiezo a publicar mis primeros dibujos de humor en el semanario «Oiga» y ese año me llaman de «El Popular».

Y haciendo una caricatura por día no es fácil estudiar. Eran otros tiempos y uno sentía que tenía batallas importantes que dar y la mía estaba en la comunicación, en la posibilidad de trasmitir lo que pasaba a través del humor. En 1970 creé a Patricia, que se publicó diariamente en la portada de «El Popular» hasta su clausura por la dictadura en 1973. Y la experiencia fue maravillosa porque se metió en el corazón de la gente, se multiplicaba en carteles, en pintadas callejeras. Hasta Acapalete, el banquito amigo de Patricia, llegó a ser famoso y durante la dictadura se vendían como agua los «Acapaletes».

 

­¿Trabajaste también en otras revistas de humor?

­Sí, fui cofundador, en 1969, de la revista «Misiadura». Y uno o dos años después, con Luis Blanco Alvarez (Blankito) y Francisco Graells (Pancho) creamos el suplemento de humor «La Balota», del diario «Ahora».

En 1972 con el mismo equipo editamos la revista «La Bocha» e hicimos para el diario «El Popular» el suplemento de humor «La Chacota» y la página de humor del diario «Noticias» de Buenos Aires.

Luego me sumé como editor de un proyecto muy ambicioso de Blankito, que fue la «Enciclopedia Latinoamericana del Humor», y dirigí el quincenario humorístico «La Pipeta».

 

­¿En qué momento te vas a Venezuela?

­En febrero del setenta y seis me tengo que ir y me radico en Caracas, donde me siento muy bien y me integro muy pronto al equipo de libretistas del programa de televisión «El Show de la Risa», publico dibujos en «El Nacional» y en «El Diario de Caracas»; también en la sección de humor de la revista española «Interviú», y en la catalana «Jueves».

 

­¡Tus dibujos han llegado a todas partes del mundo!

­No tanto, pero seguro que a muchos más lugares de los que yo pensé o intenté llegar. Los publicaron en el «Daily World» de Estados Unidos, en «El Siglo» y «Puro Chile» de Santiago, en el «Canadian Tribune», en el londinense «The Guardian», en «Pravda» y la revista «Tiempos Nuevos» de la URSS.

 

­¿Algún mensaje final para los lectores?

­Sí, agradecerles las distintas expresiones con que han demostrado el inmenso cariño por Patricia y Acapalete, particularmente en las presentaciones que hasta ahora se han hecho del libro, y un fuerte abrazo a todos.

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