Mucha onda. Elegida por los adolescentes desde siempre, ahora se les suman sus padres

Montoya, una de las playas top

La playa Montoya surgió por los surfistas, ya que tiene de las mejores olas del balneario, pero luego el deporte quedó arrinconado y la música, la moda y los paparazzi ocuparon su lugar.

Apenas uno estaciona, si encuentra lugar, ya tiene un pantallazo del público con el que se va a encontrar por los modelos de los autos (ninguno anterior al 2008), las marcas, el tamaño y los colores: en la gama del gris metalizado haciendo puntas en el blanco y el negro.

El alma mater de la playa es Marcelo Paz, que siempre está disponible para darnos información, coordina todas las actividades y facilita la tarea a los paparazzi de las revistas de onda que buscan notas en la playa.

Por él nos enteramos que el parador está construido en forma ecológica con maderas levantadas del suelo para no ahogar al médano y permitir que este siga su curso natural de ir y venir al mar, limpiando las aguas y las playas.

Y conocimos al arquitecto Pepe Peña, argentino, radicado hace muchos años en La Barra, que diseñó el parador y nos explica: «Hicimos una larga pasarela que permite hacer desfiles en verano, pero también le facilita a la gente llegar hasta la orilla. Otro cuidado que tuvimos es el de hacer instalaciones sanitarias, más caras, pero mucho más higiénicas».

El estilo es liviano, con amplios deck de madera, espacios para plantas y toldos blancos.

En las terrazas ofrecen a los clientes del banco auspiciante, o los del parador, cómodas reposeras de madera tipo camastros, con colchonetas blancas.

 

Ejercicio y buena música

La actividad comienza a las 10.30 de la mañana con una caminata guiada por el personal trainer de la playa, Lelio De Crocci, amante del turismo aventura y maratonista de una conocida marca deportiva.

Las caminatas son gratuitas, claro, pero se pueden tomar clases particulares con De Crossi como personal trainer, las que tienen un costo de U$S 30, e incluyen elongación, masajes y un plan a medida del usuario.

La música es buenísima y la tarde parece escaparse de las manos en un ambiente tan agradable. Por eso averiguamos y el DJ es, ni más ni menos, Héctor Suasnabar, un ídolo en los 70, que vive gran parte del año en su chacra por el Camino Egusquiza.

Antes de bajar a la playa vemos cómo calientan cuerdas el Fafa Barboza, bajista uruguayo, y Dizzy Espeche, guitarrista de Fito Páez, para empezar a tocar cuando caiga el sol.

Lo primero que vemos, al llegar a la arena, es una terraza con camas de pilates que es una de las pocas actividades aranceladas: la hora cuesta U$S 30. Enfrente hay una cancha de voley, gratuito por supuesto, y un grupo jugando.

En la playa se ven, además de las bandas de adolescentes, familias con chicos, bebés y alguna que otra persona mayor de 50. Las sombrillas, frente al parador, son del banco auspiciante pero más allá están las del Edificio Esturión de Montoya, con lo cual queda toda la arena salpicada con círculos blancos. Además, cada uno puede llevar la suya, para poblar de colores la playa. Descubrimos que ahora está de moda usar los mejores equipos de camping para están cómodos: carpas hongo, y camas desarmables hacen un paraíso de estas playas de fuerte oleaje y protegen de los soles sin ozono.

Los vendedores ambulantes y las chicas que hacen promociones siempre dan un toque de color a las playas de moda y en Montoya, una de las top del verano, no podían faltar.

Un edulcorante obliga al público a hacer un rompecabezas para entregarle un bolso de colores llamativos y Mario acarrea vestidos multicolores de la India a $ 1.000 (por enero al menos).

El sol empieza a caer y aunque la tarde está estupenda, la ducha caliente nos llama y nos hace volver a casa. Hasta otro día.

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