Diferente. A pocos kilómetros de San Pablo está una ciudad del surf

Viaje de ensueño a la isla de Guarujá

Guarujá quiere decir «criadero de ranas», pero a los operadores turísticos les gusta más llamarle «la perla del Atlántico». La isla está ubicada a 89 kilómetros de San Pablo, en el litoral sureste y cuenta con 25 mil metros de costa y arena.

Las playas más concurridas son Enseada, Pernambuco y Pitangueiras.

Esta última, en el centro, posee 1.800 metros de extensión. Toda la isla es apta para la práctica del surf, que se realiza todo el año.

Por la noche, en todas las playas, que siempre están iluminadas, grupos de jóvenes juegan al fútbol hasta altas horas de la madrugada.

Se recomienda visitar la isla en baja temporada, porque la afluencia de turistas paulistas hace que explote la capacidad del lugar en los meses de verano.

La ciudad cuenta con una amplia variedad de hoteles, entre el que se destaca Casa Grande, de cinco estrellas, a 20 minutos de caminata desde el centro.

Casa Grande tiene todas las comodidades que requiere un establecimiento de esta categoría: piscina interior y exterior, spa, sauna, micro cines, restaurantes, tiendas, cancha de tenis y salas de convenciones, entre otras prestaciones.

 

Largo camino

Si bien la travesía hacia la isla no es extensa, aproximadamente 90 minutos, en el trayecto se ve la realidad de un país complejo como Brasil. Sin caer en la osadía de querer comprender a un pueblo tan sólo por un viaje en auto, sí se pueden apreciar los contrastes sociales.

A la salida inmediata del aeropuerto de Guarulhos, el caos del tránsito es lo que más impresiona. Centenares de autos y camiones en lenta espera, desfilan por las calles de una ciudad casi siempre bajo las nubes.

Las motos se entreveran entre los otros vehículos, ganando tiempo y terreno gracias a una audacia temeraria.

Saliendo de San Pablo comienzan a aparecer distintas ciudades entre las que se encuentra San Bernardo, un sitio de obreros, plagado de industrias. En San Bernardo trabajó y fue dirigente metalúrgico el actual presidente Luiz Inácio Lula da Silva.

A las fábricas le siguen largos tramos de morros con coloridas casas entrelazadas unas a otras, una versión más moderada de la favelas cariocas.

Si el clima no es bueno, una espesa bruma baja de los morros tupidos de vegetación cubriendo la carretera y dando al aire una atmósfera de ensoñación.

En medio de esa espesura, en la que no se ve más allá de cinco metros, aparecen los largos túneles que dan la sensación de transportarnos a otro lugar totalmente distinto. Estas dos estructuras de varios kilómetros están bien iluminadas, señalizadas y tienen grandes ventiladores en el techo para disipar la niebla.

Una vez en Guarujá el paisaje cambia y se transforma en el perfecto paraje para quienes quieren un lugar tranquilo pero con una infraestructura bien desarrollada.

 

Turismo vigilado

Guarujá está altamente vigilada. Desde 2005 hay más de 30 cámaras filmando toda la ciudad. Nueve pantallas gigantes, con altísima definición controlan la isla las 24 horas del día en la Guardia Civil Municipal.

Las cámaras tienen un alcance de 400 metros, en la rambla están colocadas a intervalos de dos kilómetros. Las autoridades estiman que después de instalar este sistema de vigilancia la criminalidad bajó entre un 30 y un 40%.

Seis personas monitorean las actividades ciudadanas, cuatro policías militares y dos guardias civiles. En total, en temporada baja, hay 317 guardias. En temporada alta, desde el 15 de diciembre hasta el fin de Carnaval, llegan 200 refuerzos desde San Pablo.

La policía asegura que la población ahora se siente más protegida.

«Los únicos que se quejaron fueron los que quieren hacer cosas malas», dijeron.

 

Volando en Pluna con la única mujer piloto

Guarujá es uno de los destinos que puede ser visitado a través de Pluna Vacation. La agencia brinda un servicio a la medida del cliente. Pluna cuenta con un vuelo directo a San Pablo y el viaje se realiza en una nave CRJ 900 NG.

A la vuelta de nuestra recorrida nos tocó como comandate a la única piloto femenina de Pluna.

Valeria Ramos nos permitió acceder a la cabina y nos contó cómo llegó hace 12 años a desempeñarse en esta tarea.

«No vengo de familia de pilotos, sólo viví con un padre medio loco, paracaidista», dijo.

Sobre la profesión agregó que no entiende por qué no hay más mujeres a cargo de los aviones.

«Es una carrera larga y costosa, pero resulta igual para hombres y mujeres», dijo.

El compañero de Ramos, Fernando Bideau, dijo que ella cumple a la «perfección» todas las tareas.

«Es excelente, como compañera y profesional», sentenció.

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