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LA VIEJA ESTACION POCITOS

El siglo XX recién había empezado y los vecinos veteranos les contaban a sus nietos viejas historias del barrio. Cuando el primer tranvía de caballitos llegaba hasta un hotel playero ubicado en la calle Colón, hoy José Martí, y el sector costanero que llamaban la calle de la Masonería que sería la actual Benito Blanco. Luego, ya con los tranvías eléctricos se decidió construir una estación en una estratégica zona de cruce de vías. Así nació la vieja Estación Pocitos en Rivera y la proa de la actual Soca y Pereyra. Era un enorme galpón con una casona lindera para las oficinas de la empresa.

Las líneas del 31 y el 35, con muchas unidades, al finalizar la jornada se guardaban en ese galpón. También quedaban tranvías de otras líneas pero en menor cantidad y sólo para reparaciones en especial de sus asientos. Esa zona ya antes de construirse la estación tenía una gran popularidad en el Montevideo de antaño. En la esquina del llamado Cno. Rivera y la actual Pereira funcionó el pionero «Biógrafo de Cirilo». Un inmigrante italiano que compartía su moderno proyector de cine mudo con los vecinos. Luego de ampliar una habitación de su mansión Cirilo se dedicó a difundir la incipiente cinematografía con gente de otros barrios. Cuando llegaba la época de las tradicionales fiestas este señor Cirilo también realizaba grandes bailes que fueron muy renombrados por la década del 1910.

La Estación de Pocitos también tuvo su espíritu futbolero pues dos añejos cuadros como Misiones y Peñarol se identificaron con sus terrenos linderos.

El Club Peñarol tuvo una cancha de fútbol pegada a la estación y la utilizaba para prácticas, y algunos partidos de liga.

Sobre la calle Pereyra estaba la entrada a esa cancha de un equipo como el carbonero tan vinculado desde sus orígenes a los trenes, tranvías y rieles. Era un inmenso portón, con un par de boleterías a sus costados que duraron hasta la demolición de la Estación Pocitos por el año 1946. Fue cuando la prolongación de la avenida Soca que el Municipio había decidido que llegara hasta el Parque Batlle y Ordóñez. Por esos años, Peñarol ya hacía tiempo se había retirado de esa cancha que convertida en un gran terreno baldío servía para los vendedores ambulantes de frutas. Los domingos llegaban los aficionados a los pájaros finos para canjearlos o vender sus mejores ejemplares.

El cuadro de Misiones por su nacimiento en un conventillo de Rivera casi Pereyra, fue el equipo más emblemático de esa tradicional estación. La mayoría de los vecinos se proclamaban como hinchas de Misiones y muy pocos de Peñarol.

Estaban orgullosos de la camiseta misionera, el rojo y el negro, tan vinculados al anarquismo en esos tiempos del político Domingo Arena, un maestro de la doctrina libertaria. Los clásicos de esa barriada eran con el aguerrido Miramar y Misiones enfrentándose en los partidos de divisionales de ascenso allá por los años 30. La prensa llamaba a esos partidos como «el clásico de la estación».

Por la gran cantidad de gente que movilizaba esa estación es que se vio rodeada de muchos bares y cafetines como el Vigo donde se jugaba a las cartas por mucho dinero.

Al desaparecer el Biógrafo de Cirilo en esa esquina apareció un almacén y bar que tuvo muchos dueños y nombres siendo el último, Las Cordilleras. Un símbolo de aquella Estación Pocitos fue el enorme reloj que estaba a su frente. Sus horas marcaron el tiempo de los románticos tranvías surcando Montevideo. Con más recuerdos y música los esperamos en CX 40 Radio Fénix, todos los domingos a las 18.00 horas.

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