Exclusivo. Ariel Silva dice qué queda por publicar y lo último que escribió el artista literario

La intimidad de Mario Benedetti contada por su secretario personal

Ariel Silva nos recibe en su casa una fría noche, la decimoséptima desde aquel domingo 17 de abril cuando Mario Benedetti cerraba ese paréntesis que es la vida. Fue secretario personal del escritor los últimos tres años de su vida, de su tregua.

Fiel a su trabajo de secretario, palabra que tiene como raíz el término «secreto», cuenta algunas cosas para la entrevista, y otras, que últimamente se hicieron conocidas, prefirió mantener en lo que los periodistas llamamos «off the record», es decir cuando el grabador está apagado.

Silva sigue en cierta forma trabajando para Benedetti. En el medio de la entrevista un llamado telefónico lo interrumpe con consultas de un colaborador de Mario.

Antes de la grabación revisó una montaña de papeles con saludos de embajadores, (inclusive la de los presidentes de Cuba y Venezuela), y mensajes de ilustres desconocidos dolientes, músicos, colegas, profesores y allegados que se habían dirigido al mail personal de Silva.

Otra pila de documentos revelaba el amor del público hacía Benedetti. «Esto me lo dio el personal del Parlamento» señaló indicando cartas, poemas, y hasta la fotocopia de la tapa de un libro de Benedetti con cinco números que bien podrían ser del 5 de Oro.

 

­ ¿Cómo llegaste a la vida de Mario?

– Trabajé hace muchos años con Raúl Benedetti el hermano de Mario y nos hicimos amigos. Yo no conocía en persona a Mario. A través de Raúl, y como yo escribo (Silva publicó en 2008 el libro «Se me hace un nudo acá» ­Editorial Cauce-), le mandé un cuento a Mario y lo leyó y me hizo un comentario del mismo. A partir de ese comentario Mario me conoció, ya que, por supuesto yo conocía su obra. Luego me invitó a comer con una amiga en común, la profesora Silvia Lago, con quien hice un taller literario. Posteriormente, en el estreno de la película «Palabras Verdaderas», de Ricardo Casas sobre la vida de Mario, Benedetti me invitó a ese estreno. En un momento determinado, tras el fallecimiento de Luz, su esposa, Mario quedó solo y muchos amigos de él le recomendaron que consiguiera a alguien que lo asistiera. Así Silvia Lago y Raúl Benedetti me recomendaron.

 

­No eras un fabricante de ataúdes, tal como el cuento de Pushkin, pero trabajabas en una empresa fúnebre, antes de comenzar a trabajar con Mario.

­(Risas). No, no era un fabricante de ataúdes pero trabajé en una empresa fúnebre entre otros treinta trabajos que tuve.

 

­Periodista también…

­Sí, en cierta forma… Escribí artículos para alguna revista, pero trabajos en la prensa tuve en el área administrativa como en LA REPUBLICA, La Mañana y El Diario, Guía del Ocio y alguna revista más y escribí un libro de cuentos. (Ariel Silva negó el apoyo de Benedetti tanto editorial como del prólogo del libro, aunque si aceptó una crítica que escribió sobre su trabajo que según Silva «fue muy buena»).

 

-¿Y cómo escritor que sos y allegado que fuiste de Mario, le dedicaste algo después de su muerte?

­A Mario le escribí un poema pero es muy personal. Es una forma de desahogo, el que escribe tiene una forma de desahogo en eso. Estuve muchos días mal con un gran desasosiego. Cuando hay muchas cosas de tu vida que giran en torno a una persona, el estar pendiente muchas horas y, un día esa persona no está más, se genera un vacío y una angustia impresionante. El que escribe focaliza por ahí.

 

El trabajo de Mario

­¿Cómo era tu trabajo?

­Al principio, hace tres años era un trabajo de pocas horas con él, haciendo trabajo de agenda, de archivo y de biblioteca. Tenía en su biblioteca más de 7.000 títulos. Eso requería un gran trabajo de orden ya que en un lado estaban los latinoamericanos, en otro lado los españoles, en otro las enciclopedias, y había que mantenerlo en orden porque si él requería algo había que encontrarlo para dárselo.

 

­¿Y cómo era el trabajo de Mario?

­Tenía una capacidad de trabajo tremenda. De repente se levantaba muy temprano, desayunaba, y se ponía a trabajar. Leía los diarios, comentaba las noticias, tomaba algún apuntecito y comentaba «mirá lo que dicen acá» o «lo que dicen de esto o aquello». También era muy riguroso con los horarios. Si él coordinaba una reunión a una hora, a esa hora tenía que estar la otra persona porque era capaz de irse enojado. Era muy metódico en su trabajo. Pero tenía tantas interrupciones o pedidos por día que no podía ser metódico con la escritura. El siempre decía «escribo cuando me dejan». Era muy gentil con la gente. Si íbamos a almorzar y alguien se acercaba, Mario lo atendía, hablaba, preguntaba y se interesaba por lo que le planteaban.

 

Mario y la literatura

­ Mario era un gran lector. ¿A cuales artistas literarios admiraba?

­ Le gustaban mucho los clásicos. Le gustaba Chejov, Henry James, Marcel Proust y estudió francés para leerlo. Tradujo a Kafka que, a pesar de no ser alemán escribía en alemán. Mario estudió en el Colegio Alemán y conocía el idioma y fue quien tradujo primero sus parábolas en el Río de la Plata. Era también admirador de muchos uruguayos: Quiroga, Morosoli, Onetti, Galeano, Idea Vilariño.

 

­ Quedó como una especie de vacío… nadie viene a suplantar a los escritores que se murieron.

­ Creo que no es necesario que se venga a suplantar, naturalmente se va dando de acuerdo a la realidad literaria de un país, la aparición de nuevos valores y con ellos de nuevas escuelas y muchas cosas nuevas que estamos viendo ahora.

 

­ Entonces no se podría suplantar a Benedetti.

– Lo que hay que hacer es leerlo para tomar de él lo que a la gente le parezca que está bien. Si alguien lo lee y no le gusta es otra opinión. Siempre hay una tendencia literaria, y acá hay mucha poesía joven, que tendrá niveles desparejos ­no soy crítico de poesía­ pero me parece que hay una camada de gente que está saliendo a hacer sus armas y que es válido también.

 

­ ¿Seguís leyendo a Mario o preferís no hacerlo?

­ Por supuesto que lo leo y siempre encuentro cosas… ahora que lo volví a leer después de la muerte, hasta lo leí de otra manera. Me tocó de otra manera e igual siempre encuentro cosas que son enseñanzas. Mario creó una estética y la llevó adelante. Sesenta años escribiendo con esa estética que entendió que debía ser la correcta.

Hay un libro de Mario que se llama «La realidad y la Palabra», donde habla de esas dos cosas. El emparienta, de alguna manera, la realidad y la palabra y el hecho de ser hombre, donde dice que la palabra no está primero, porque en primer lugar está el hombre, porque este es el creador de la palabra ante la realidad. Y la realidad es un reflejo también del hombre, porque este es el que toma la acción para que esa realidad sea de una manera determinada.

 

­Me parece que en esas dos cosas Mario hizo de la realidad cercana un trabajo con la palabra que estaba dando a entender su estética y su mensaje, que él entendía de esa forma. Eso marco el compromiso que Mario tuvo con la realidad y las palabras que eligió para transmitirlo.

­Mucha gente dice que Mario decía los cosas como nosotros hubiéramos querido decirlas y no podíamos. Y muchos otros dicen que las dice con demasiada sencillez y es tan vago que «no me gusta».

Pero sin embargo atrás de eso hay una intención, también en esas palabras porque son literatura, está la ficción. Rulfo decía que la literatura es una mentira que dice la verdad. Mentira por artificio de la palabra y por eso creo que en la literatura de Mario se puede encontrar siempre un mensaje.

 

­Vos tenés otra conexión con la literatura de Mario, seguramente no lo lees como nosotros.

­ La cercanía con otra persona siempre te genera un conocimiento mayor que, de alguna forma, de tanto estar juntos, llega un momento que le arrimas algunas cosas. Desde el punto de vista literario, Mario tenía un
a fuerza narrativa y poética, una rigurosidad que es fácilmente detectable. El hacía mucho hincapié en esas cosas.

– Desde varios ámbitos se cuestionó lo mediático que fue la despedida de Benedetti.

­ En este caso lo mediático fue así porque no había más remedio, se trataba de una persona sencilla. De repente el hubiera querido que fuera una ceremonia muy sencilla. Pero también creo que esa difusión que tuvo era un homenaje merecido. Hubo gente que lo cuestionó porque no se hizo en la Universidad, fue por una razón práctica, para la cantidad de gente que iba a participar era imposible hacerlo en la Universidad.

 

­Igualmente esa cobertura mediática hizo que mucha gente se pudiera expresar. Si bien en un momento de tanta congoja no gusta tener en frente una cámara, era impresionante ver a los alumnos de la escuela aplaudiendo mientras pasaba el féretro.

­Es su sencillez la que generó la respuesta del pueblo uruguayo ante la muerte de Mario Benedetti.

 

­Creo que sí, el ser ciudadano, el montevideano, el uruguayo, esa sencillez la vio puesta en Mario. En lo que escribió, se sintió tan identificado con su obra que vio que Mario expresaba los sentimientos muy complejos de una manera muy sencilla.

­Creo que esa sencillez y honradez, el predicar con el ejemplo se vio reflejado en la gente.

 

­Quizás más que un poeta es un símbolo

­Las dos cosas: poeta-símbolo.

 

Biografía para Encontrarnos

­ ¿Mario escribió hasta el último momento?

­ No, hacía tiempo que no escribía. Creo que en los últimos días pudimos hacer que él estuviera en su casa tranquilo, rodeado con gente que lo quería mucho y que eso permitiera que se fuera en paz.

La situación tuvo la dignidad que Mario merecía, más allá del pesar que trae la muerte. Estuvo rodeado de muchas personas que lo querían mucho, que lo cuidaron y esas personas, profesionales, hasta el día de hoy, lamentan la pérdida de Mario.

 

­ ¿Viste lo último que escribió?

­ Lo último que escribió fue un poema que está sin terminar, una estrofa de un poema que está guardado en su computadora.

 

­ ¿Quedó algo sin publicar, y que ya estuviera terminado?

­ Sí, una obra inédita. Un libro que se iba a llamar «Biografía para Encontrarnos» y él lo estaba corrigiendo antes de morir.

 

LAS OBRAS FALSAS QUE CIRCULAN EN INTERNET

­¿Cómo era Mario con su propia obra? ¿Era crítico de sí mismo?

­ Es que Mario tiene una obra muy prolífica, con más de 90 libros. El era muy receptivo con la crítica, y nos daba para leer algunas cosas, escuchaba las críticas y se ponía mal. Se negó a reeditar algunas obras como «El País de la cola de Paja», porque entendía que eso «correspondía a una época que ya pasó».

 

­Hay algunos poemas que aparecen como de la autoría de Mario, pero no lo son.

-Hay uno que se llama «Testamento» dónde dice que se lo dedica a su segunda mujer. El tuvo una sola mujer en su vida y fue Luz así que es evidente que ese poema no es de Mario. Hay otro que dice «me gusta la gente que tal cosa y me gusta la gente que tal cosa (sic)… Yo le pido a esa gente que, por respeto a Mario que se asegure de ver en que libro está si es que le llega un poema que dicen que es de él.

 

BENEDETTI Y LA EDUCACION

LA REPUBLICA publicó el 19 de mayo que Mario Benedetti era un autor «fundamental» para la introducción a la literatura de los estudiantes del Ciclo Básico de Enseñanza Media. Pero la relación de Mario Benedetti va mucho más allá.

­ La gente se está alfabetizando y lo primero que hacen es leer a Benedetti.

­A Mario le llegó una carta de la gente que trabajó en ese tema. Hicieron un libro y se lo mandaron a Mario dedicado por esa gente, porque habían aprendido con las palabras de Mario. También se hicieron trabajos con poesía de Mario en el Portal Amarillo.

­ En su velorio se conocieron por la prensa testimonios de niños muy conmovedores, los escolares sobre todo…

­ No sabés la cantidad de gente que mandaba cartas pidiéndole a Mario que fuera a las escuelas porque trabajaban con poesía de él. Mucha gente y de todo el país.

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