Historia centenaria. Fueron perseguidos durante siglos; este años cumplen 150 años en nuestro país

Valdenses en Colonia: comunidad al servicio del trabajo y la cultura

En su libro «Historia de los valdenses en el Río de la Plata», Marcelo Dalmás cuenta que la llegada a Uruguay de ese grupo de inmigrantes obedeció a «la estrechez de los pocos valles alpinos habitados por ellos, que no daban posibilidad a una población demasiado densa».

El propulsor de las gestiones fue el pastor Miguel Morel, pero fue un joven valdense, Juan Pedro Planchón -el primero que había pisado tierra uruguaya- el que entusiasmó a sus compatriotas para que se vinieran a esta «nueva patria».

Planchón había llegado como polizón a Montevideo y comenzó a escribirle a sus familiares y amigos sobre «la abundancia de los campos en Uruguay». Fue así que partieron hacia acá las tres primeras familias, las de José Planchón, Pedro Gonnet y Juan Pedro Baridón.

 

Penurias y persecuciones

Por su parte, el historiador Ricardo Ribeiro cuenta que hacia 1170 un mercader llamado Valdo, de la ciudad de Lyon (Francia), decidió vender sus bienes y predicar el Evangelio al pueblo.

Sus seguidores se autodesignaron «Pobres de Espíritu» y esa doctrina se extendió muy pronto por varias regiones, en Italia, a lo largo de la cuenca del Rin y hacia el este de Europa.

Ante ese movimiento en expansión, obispos y gobernantes desataron una férrea campaña contra los valdenses, que «los obliga a llevar una existencia oculta y clandestina», explica Ribeiro.

Los valdenses se agruparon en zonas dominadas por el catolicismo y sufrieron la persecución y el exterminio de varias de sus comunidades. Las penurias se extendieron hasta 1848, cuando el rey Carlos Alberto les concedió la igualdad de derechos civiles. Desde entonces, pasaron a integrarse a la nación italiana, de la que por tan largo tiempo habían sido excluidos.

Sin embargo, otros padecimientos -los económicos- fueron haciendo impacto en esa colectividad y la obligaron a emigrar con los rumbos más diversos, entre ellos Uruguay.

 

Cultura de trabajo

Hacia 1856 llegaron a nuestro país las primeras familias que atravesaban el mar luego de meses de viaje. Se instalaron primero en Florida, pero allí debieron hacer frente a hostilidades empujadas por el propio cura párroco del lugar, que revivía por estos lares aquellos conflictos que otros católicos habían desatado a sangre y fuego contra los valdenses, tan lejos de aquí.

Por intermedio de la Sociedad Agrícola del Rosario Oriental se instrumentó la posibilidad de que aquellos colonos salieran de Florida con destino al departamento de Colonia.

«A fines de 1858 se mensuró la colonia (donde los valdenses se afincarían) y la planta para una proyectada villa», explica Marcelo Dalmás.

El nuevo poblado fue bautizado con el nombre de La Paz. Estaba ubicado sobre la margen izquierda del río Rosario y contaba con un puerto de cabotaje muy apropiado para embarcaciones y desembarque de mercaderías.

Así surgió la presencia de la comunidad valdense en territorio coloniense, que se extendería luego a otros sitios emblemáticos como Colonia Valdense, Miguelete y Ombúes de Lavalle.

En marzo de 1861 llegó a la novel colonia La Paz el maestro Juan Daniel Costabel y puso a andar una escuela en el mismo galpón que estaba destinado al culto religioso.

Sostiene Dalmás que es esa «la primera escuela rural del país de la que se tenga conocimiento».

En 1888 comenzó a funcionar un liceo, el primero del Interior. Desde su instalación en Colonia, la colectividad valdense ha hecho de la tenacidad y la laboriosidad sus herramientas fundamentales.

En 1858 el ministro de Gobierno uruguayo Antonio de las Carreras los definía con precisión: «Son laboriosos, simples y por consiguiente pacíficos», tres cualidades que son la «marca en el orillo» de esta comunidad de inmigrantes.

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