SEXO EN EL VERANO Fuego en tus manos

¿Cómo se puede dar un buen masaje erótico? SEGUNDA PARTE

Por regla general las mujeres son más sensibles a las caricias, por lo que adoran los masajes. El amante que se interesa en aprender el arte del masaje erótico corre con muy amplia ventaja para conquistar la pasión persistente de su pareja, y, por ende, su propio goce vital.

Volvamos atrás, al punto donde nos quedamos ayer, con nuestra pareja boca abajo, amodorrada merced al placer y la relajación que le proporcionamos con el masaje en toda la espalda, cuya frontera sur, como es sabido, se encuentra donde termina, es decir, ahí.

 

Aguantá

Antes de masajear sus nalgas, bésalas y dale pequeños mordiscos sosteniendo sus caderas con tus manos. Ahora masajéalas detenidamente y, como en un descuido, deja caer uno o varios dedos en la cañada de su entrepierna. Después de hacer eso, ocúpate de sus piernas. Primero con roces todo a lo largo, después con fricciones, combinadas luego con amasamientos y percusiones en las pantorillas, de abajo hacia arriba, como si estuviéramos exprimiendo lo último de un sachet de mayonesa, pero suavemente. La técnica pertenece al llamado drenaje linfático, cuyas virtudes terapéuticas, en este caso, se agregan al masaje por placer.

Así llega el turno de los muslos, incluyendo su cara interior que, inevitablemente, al calor de las caricias, nos tentarán a agasajar sus partes íntimas. Date al gusto pero apenas, como a la distraída. Terminá esta etapa masajeando sus pies.

Recuerda mantener tus manos sobre su cuerpo todo el tiempo y no prolongues demasiado el masaje de relajación porque corres el riesgo de que tu pareja se quede profundamente dormida.

Si te excitó la maniobra, antes de voltear su cuerpo recorrelo con tus genitales, pero no te lances a los suyos, aguantate.

 

Volteala

Ahora sí, dala vuelta boca arriba. Dale besos tiernos en su boca y cuello, pasá la lengua por su oreja y susurrale cosas calientes y halagadoras.

Detenete un poco en sus pechos con masajes circulares de arriba abajo y viceversa, lamé suavemente sus pezones. Acariciá su vientre y bajá hacia sus piernas. Coloca de manera alternada cada una de ellas sobre tus hombros y recorrelas de arriba a abajo y de abajo hacia arriba hasta rozar levemente sus genitales.

A estas alturas, en completa relajación, tu pareja estará totalmente entregada y dispuesta a lo que sigue.

 

Flojita y entregada

Tus masajes de relajación la hicieron sentirse deseada y adorada. La convenciste que estás ahí para rendirle devoción y placer. Esta confianza te permitirá, sin ninguna resistencia, separar suavemente sus piernas para comenzar la fase más caliente del masaje erótico.

Si lo que tienes ahí, tendido y literalmente en tus manos, es un hombre, seguramente estará listo y ávido para que apliques tu boca a saciar su enhiesta pasión. Dale el gusto, si querés, pero si es un buen amante, sabio y generoso, es muy probable que se disponga a complacerte primero a vos. Dejalo. Poco después se lo devolverás con creces.

Si es la mujer, en cambio, la que ha recibido ese mágico bañomaría de tus manos, llegó el momento de la ebullición, el de regalarle un orgasmo de perder el sentido, o dos, o tres, o muchos, mediante las variantes finales del masaje erótico, o sexual, como quieras llamarle. ¿Estás preparado para descubrirlas?

No te pierdas las notas de esta semana.

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