LA FE NO DECAE Y EL SANTO SIGUE TENIENDO MUCHA ADHESION

San Cayetano, el patrono del pan y del trabajo, convocó a más de 30 mil fieles

«Hoy no voy a la milagrosa, hoy vine acá. Pido trabajo. Vengo todos los años y cada tanto», expresó una señora de edad adulta, de estatura pequeña con un ramo de perejil en su mano en la puerta de la parroquia ubicada en la calle Comercio 2133.

Como ella muchas mujeres, hombres, algunos niños participaron ayer de la celebración de San Cayetano el santo «del pan y del trabajo».

Su templo parroquial en Uruguay estuvo abierto desde las siete de la mañana y hasta las nueve de la noche, en todo el día transcurrieron entre treinta y cuarenta mil personas de todos los puntos del país y la capital.

A la hora once se celebró la misa principal presidida por el arzobispo monseñor Nicolás Cotugno. La parroquia estaba colmada de gente, afuera varios puestos vendían ofrendas: trigo, velas, estampitas con la imagen del santo, inciensos y perejil, entre otras cosas.

Dentro del templo y a mano derecha se encuentra apostada en la pared la imagen esculpida de San Cayetano, por sus pies mucho perejil, trigo y velas. Las personas en fila llegaban rezando, con ojos cerrados, levantando sus manos y besando la imagen agradeciendo y pidiendo: pan y trabajo.

San Cayetano «siempre tiene una atracción muy fuerte. La gente tiene metido adentro como que gracias a la intervención de San Cayetano delante de Dios puede conseguir lo que nosotros con nuestras fuerzas y medios a veces no lo podemos hacer. La confianza a través de este santo es la mediación del señor a través de su presencia entre nosotros para conseguir lo que tanto necesitamos», expreso monseñor Nicolás Cotugno, que al respecto del trabajo comentó que la iglesia siempre ha sostenido que «el trabajo es absolutamente necesario y es un derecho humano fundamental de todo ser humano».

Por su parte el párroco del templo, -templo que cumple 70 años desde cuando se añade la figura de San Cayetano como patrón de la misma-, Enrique Passadore expresó que «la virtud que tiene esta fecha es reavivar esa llama interior tan importante que es la fe, que es la que da sentido a nuestras vidas, las cosas lindas las planifica y para las cosas feas nos da fuerzas para superarlas», y agregó que «el santo es como un soplo de Dios, un testigo, un testimonio, alguien que vivió hasta el extremo el amor a Dios y al prójimo. Tiene esa característica de tocar fuerte en el corazón, en la mente, el espíritu y el pueblo para que esa luz de la fe nunca se apague y para que la vida misma, aun con las adversidades sea una fiesta».

 

«El santo me cumplió»

«La característica es interceder ante Dios por el trabajo, por el pan y también, por todas las necesidades de la familia humana la paz, la concordia, la justicia, la verdad, todos esos valores son por los cuales Jesús dio su vida, murió y resucitó».

Entre muchas personas que se encontraban ayer LA REPUBLICA conversó con Ruben, quien hace 15 años llega a la «fiesta de San Cayetano», que además viene «todos los siete de cada mes». Ruben vende desde trigo hasta imanes con la imagen del santo, velas, inciensos y todo tipo de «recuerdos».

En su opinión, la participación de la gente en este tipo de celebraciones ha disminuido, «los primeros años venía mucha gente cuando se hacían las procesiones, ahora no se hacen, la gente ha dejado de venir».

 

«Hoy no voy a la milagrosa…»

La señora de edad mayor y de pequeña estatura llegó a la parroquia con un racimo de perejil en las manos y a la pregunta: «¿viene todos los años?», respondió: «vengo todos los años. Hoy no voy a la milagrosa, hoy vine acá. Pido trabajo para mis nietos».

En medio del diálogo se acerca otra señora y pregunta: «¿Por qué el perejil?». «Dicen que es bueno para uno, para la casa».

 

«Si algo te hace bien tenéis que transmitirlo»

María Isabel vive en La Teja. Hoy (por ayer) hace dos años abrió su propio comercio llamado «San Cayetano». Hace 19 años que llega a la iglesia en la fecha para agradecer y pedir por trabajo y pan.

En la oportunidad María Isabel llevaba consigo un montón de estampitas con la imagen del santo. «Son para mis clientes», dijo y agregó «para que no les falte el pan y el trabajo porque si ellos tienen, tenemos todos… es una cadena. Ellos esto me lo piden para que a ellos tampoco les falte nada».

Contó que el perejil es para la suerte, además «ayuda un poco más a la fe» que «tanto la necesitamos en estos momentos difíciles por los que atraviesa el país».

«Vengo a agradecerle todos los meses y hoy más que nunca. Yo fui haciendo una cadena porque si tú ves que algo que te hace bien, es bueno, tenéis que ir transmitiéndolo a los demás. Yo vengo todos los siete de cada mes, me demostró muchísimo. En tiempos muy difíciles yo pude abrir el almacén, hoy por hoy lo tengo y lo sigo manteniendo, cosa que me da prueba de que está conmigo y con todos los pobres». *

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