LA HISTORIA DE LA SEMANA

"El caso de Isla de Lobos": para algunos fue el primero y único en que se observó ocupantes de un OVNI en Uruguay

En esta oportunidad trataremos otro polémico caso ocurrido en nuestro país, en la Isla de Lobos, departamento de Maldonado. Es un clásico de la ovnilogía uruguaya, y fue muy sonado. Algunos investigadores nacionales del fenómeno ovni se convencieron de su autenticidad; otros en cambio, entre quienes nos encontramos nosotros, dudamos del mismo. Pero la norma de nuestra revista «Dimensión Desconocida» es, además de investigar, informar de los hechos; el lector saca sus propias conclusiones. El siguiente es un extracto para los lectores de LA REPUBLICA.

El caso sucedió la noche del 28 de octubre de 1972 a las 10 de la noche. La Isla de Lobos se encuentra frente a la costa de Punta del Este, prácticamente frente a la playa Brava a unos 11 kilómetros de distancia aproximadamente. El faro de la misma es supervisado por personal de la Marina destacado a tal función. Esa noche eran 5 los encargados que se encontraban en la isla. Estos hombres son relevados cada tanto tiempo y viven en una construcción separada del faro unos 50 metros.

Esa noche, después de cenar, cuatro de esos funcionarios se pusieron a jugar a las cartas mientras el otro, el cabo de primera J.F., se dirigió a revisar los motores generadores de corriente del faro. Según declaró el testigo del misterioso hecho, cuando salió de la construcción rumbo al faro, pudo observar que la noche estaba estrellada y no había casi viento. Pero cuando miró para el faro, pudo ver posado en la azotea que lo rodea, a un objeto de color cobre que no supo lo que era. Tenía aproximadamente 2 m. de altura y 3 m. de largo. En la parte media del objeto pudo ver como un anillo de luces de distintos colores que prendían y apagaban.

Obviamente se alarmó ante este avistamiento del que no entendía de qué se trataba. Entonces -de acuerdo a sus declaraciones- volvió a la construcción, entró y se dirigió a su dormitorio para buscar su pistola automática, luego de lo cual salió con rapidez. Una vez afuera nuevamente, se dirigió al faro lentamente, tratando de acercarse al objeto en cuestión. Así pudo ver que junto a éste se encontraban tres seres y uno de ellos descendía por una escalera del aparato.

Al ver esto se acercó aún más. A todo esto los tres extraños seres ya estaban juntos, casi pegados uno con el otro. Su altura era de 1,40 m. aproximadamente. Según pudo observar, el último ser que bajaba del OVNI era un poco más alto que los demás. El cabo no pudo ver sus rasgos físicos debido a la oscuridad de la noche, pero tuvo la sensación de que lo estaban observando. Esto lo puso muy nervioso, así que quitó el seguro de su arma y tuvo la intención de disparar pero algo extraño ocurrió.

No sabe cómo ni por qué pero en determinado momento sintió que quedó paralizado, aunque estaba consciente con su arma apuntando a los seres. De acuerdo a su testimonio, no pudo disparar. Entretanto vio entonces cómo los seres subían al aparato nuevamente por la escalerilla, y una vez en su interior se cerró como una puerta y suavemente comenzó a elevarse; cuando estuvo suspendido unos 30 metros del suelo, se inclinó un poco y salió rápidamente hacia el este sobre el océano Atlántico. Durante toda esta observación no escuchó ruido alguno.

Luego de esto, el cabo recuperó su movilidad y se dirigió a la construcción donde estaba el resto de sus compañeros de trabajo. Cuando entró, los demás, por la forma en que él se encontraba, se dieron cuenta de que algo raro había pasado. Ahí mismo les dijo: «Vi un plato volador». Todos sus compañeros salieron afuera a ver si observaban algo pero no pudieron ver absolutamente nada.

El caso fue investigado por distintos ovnílogos uruguayos, principalmente por el Centro de Investigación de Objetos Voladores Inidentificados (C.I.O.V.I.) que se dedicaba a la investigación del fenómeno OVNI en nuestro país desde 1958. El grupo investigador tuvo conocimiento del hecho un año después de sucedido. A pesar de ello, realizó todas las investigaciones pertinentes que pudo. Según señaló dicha organización, el mayor inconveniente del caso es la existencia de un solo testigo y la carencia de pruebas materiales tales como fotografías, huellas, marcas, etc. o sea cualquier elemento que pudiera confirmar lo declarado por el testigo.

 

Análisis

Concordamos con el grupo investigador que el mayor inconveniente de este caso es la presencia de un solo testigo y la ausencia de elementos materiales para corroborar lo afirmado por el mismo. Pero lo que nos llama más la atención es que en realidad pudo haber cinco testigos y no uno si tan sólo el testigo del avistamiento, al ver aquella escena tan extraña, hubiera avisado a sus compañeros lo que había observado afuera.

Resulta raro que, si alguien ve una cosa tan llamativa, y teniendo cuatro personas bien cerca, no les diga nada. Inclusive para tener testigos de lo que aparentemente estaba observando. El cabo tuvo el tiempo suficiente para entrar, ir a buscar su arma, salir e intentar disparar y en ningún momento comentó nada a sus cuatro compañeros que sólo estaban jugando a las cartas. Hay que pensar que si fue a buscar una pistola automática, era porque estaba dispuesto a enfrentarse con el objeto y sus ocupantes, sin saber realmente a esa altura de qué se trataba y contra qué se iba a encontrar. Esto es lo que nos resulta muy incomprensible.

Como sea, esa es la historia de uno de los casos más famosos de nuestro país. *

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