LA HISTORIA DE LA SEMANA

Crónica policial: "La aparecida del Buceo" (3ra parte); existió de verdad y era de carne y hueso

ENTRE LA LEYENDA Y LA REALIDAD

La semana pasada en este espacio seguimos analizando el caso sobre la popular leyenda urbana que viaja de boca en boca por toda nuestra sociedad en las sobremesas y reuniones de familiares y amigos: «La Leyenda de la Aparecida del Buceo».

Aquella famosa y fantasmagórica historia de los dos amigos que fueron a bailar un sábado a la noche a una boite de la época y uno de ellos se enamoró de una fascinante muchacha de cutis blanco y largo cabello negro a la cual uno de ellos acompañó en su auto hasta la casa de la joven, a la cual le prestó su bufanda para abrigarla. Al otro día cuando el muchacho fue a buscar su bufanda, es atendido por el padre de la joven quien le informó que era imposible que haya estado con su hija Susana porque hacía años que estaba muerta.

El caso aparentemente habría llegado a los archivos policiales porque los padres de esa muchacha denunciaron al joven y cuando la policía, la familia de la joven muerta y el muchacho fueron al Cementerio del Buceo, en el panteón donde la joven estaba sepultada, encontraron la bufanda del muchacho. De haber ocurrido así, sin duda sería el caso más espectacular de todos. Sobre qué pudo haber ocurrido realmente, cuál fue la boite y todos los detalles del caso, ya lo tratamos en las ediciones anteriores.

Sólo por refrescar algunos datos, y por las dudas que el lector no haya leído la edición anterior, recordamos que si bien esta historia nace en Inglaterra, la misma se repitió como leyenda urbana en otros países como Estados Unidos, Holanda, España, Italia, Chile y Argentina. Obviamente cambiaban los lugares pero la historia era similar. En cuanto al nombre de la misteriosa joven se manejaron muchos. En Inglaterra fue Sandia, pero en otros países fueron distintos. En Chile fue Florencia. En nuestro país hubo varios: Susana, Flora, Florencia, Solange, Macarena y otros más.

Si bien esa es una historia popular que casi todos conocen en nuestra sociedad, lo que pocos saben, por no decir casi nadie, es que hubo un caso real de una muchacha que fue conocido como «La Aparecida del Buceo». No se trataba de un fantasma o aparecida realmente, sino de una mujer de carne y huesos pero que tiene una historia policial y macabra detrás.

 

UNA ESCENA MACABRA

Así es, tal como pude averiguar. No se trató de un fantasma sino de una mujer de carne y huesos. La mujer no se llamaba Susana como la de la historia de la boite del muchacho que se enamoró de ella, sino que su nombre era Flora.

En el mes de diciembre de 1964 fue detenida en la feria de Tristán Narvaja por funcionarios policiales de la seccional N° 15, encabezados por los subcomisarios Silva y Yannicelli, una joven llamada Flora B.S. de 24 años. O sea que si vive, actualmente es una mujer de unos sesenta y cuatro años, por lo que tranquilamente podría estar leyendo este artículo.

Esa joven estaba vendiendo alhajas legítimas a muy bajo precio. La verdad era que la joven era víctima de su novio, un joven de apellido González que quedó prófugo y la obligaba a vender joyas que él robaba.

La policía se llevó una gran sorpresa cuando al ser interrogada confesó muy humildemente cuál era su domicilio: -Vivo en el Cementerio del Buceo… – contestó. Al principio no le creyeron. Pero de verdad vivía en dicho cementerio. Ella y su novio… ¡DORMÍAN EN UN NICHO VACÍO! Fueron al cementerio y encontraron al correr la lápida, que cada mañana ellos colocaban en su lugar, que un nicho no estrenado todavía había sido transformado en «dormitorio».

Con paja habían hecho un colchón y se iluminaban con una vela puesta en un candelabro (robado también), lo que le daba a aquella escena un panorama realmente tétrico y macabro.

Los funcionarios policiales confesaron que nunca habían tenido un caso así y algunos sentían hasta una cuota de temor. La joven confesó que muchas veces, a altas horas de la madrugada, para no ser vista entraba y salía del cementerio por la parte de atrás, o sea por la rambla. En la foto que publicamos no aparece muy bonita aunque en realidad lo era. Usaba el cabello largo y era una morocha de cutis trigueño y ojos rasgados muy llamativa.

Sus facciones tan particulares le daban un aire de misterio, por sobre todo cuando se maquillaba. Flora confesó que varias veces que no estaba su novio, ella salía del cementerio por la parte de la rambla y hacía «auto-stop» para ir a bailar y que muchas veces la traían a su «casa». Y aquí uno se puede preguntar ¿cuántas veces los jóvenes la habrán podido confundir con un fantasma o aparecida? Esto sin duda alimentaba aún más a «La Leyenda de la Aparecida del Buceo».

Esta pobre joven que terminó en la delincuencia por culpa de su novio, que era ladrón, era conocida por muchas personas. Por ejemplo por algunos mozos de bares donde ella y su novio «paraban» a tomar unas copas. Así me lo manifestaron varios trabajadores de la época que llegaron a conocerla. Ella iba casi todas las noches o tardecitas a «tomarse una» para entrar en calor. Habitualmente paraba en un bar del centro de Montevideo que en la época de ocurrido el caso estaba ubicado en las calles Colonia y Andes.

¡Lo que son las cosas de la vida! Les cuento una anécdota reciente. Este año cuando estaba contando el caso en radio, en el conocido programa radial «El Tren de la Noche» de Gustavo de los Santos, llamó un señor que era nada menos que uno de los mozos del bar que les mencioné y contó que fue tal cual y que él llegó a conocerla y que ellos en el bar sabían que ella dormía en uno de los nichos del Cementerio del Buceo pero no tenían ni idea que su novio fuera malviviente.

Les dio pena de la joven cuando fue detenida porque ellos la ayudaban porque les daba lástima de la muchacha que era del interior y vino a probar suerte a la capital y por desgracia se había juntado con un sinvergüenza. La joven, después de las investigaciones, pronto recuperó su libertad mientras que su novio siguió prófugo.

Como sea, esta historia real de Flora, y que realmente llegó a los archivos policiales y la prensa, incentivó más todavía a la leyenda de «La Aparecida del Buceo» que era una muchacha de carne y huesos y no un fantasma, a pesar que su historia era igual de tétrica y espeluznante. Con estos casos, esta crónica policial tuvo un poco de todo, de leyenda urbana y realidad. Para muchos sigue siendo un misterio. Para mí quedó totalmente aclarado, aunque sigue siendo uno de los casos policiales uruguayos más espectaculares. *

EL PRÓXIMO DOMINGO TRATAREMOS OTRO FASCINANTE MISTERIO

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