Prohibido para nostálgicos

Sábados de Tango

El mediodía del sábado trepaba en el viejo cielo de Goes. En la cantina de Santucci gran alboroto de platos, tenedores y aromas. Conversando con don Roque había un caballero de traje impecable y peinado a la gomina. Todos lo saludan y les contesta con una gran sonrisa bonachona. Es el popular Miguel Angel Manzi que muy entusiasmado cuenta quiénes serán sus invitados esa noche. Es que los tangueros tenían una cita obligada en la noche sabatina frente a la pantalla de Monte Carlo. Elegante y compadrón, así fue el programa «Sábados de tango» conducido por Manzi. Con una ambientación que recordaba un salón de finoli cabaret, con mesitas llenas de invitados, el ritmo canyengue sonaba debute. Con su estilo canchero, don Miguel saludaba a gente como Pintín, Mastrita o el Tito Cabajo que lo visitaban asiduamente. Y delante de un pintón cortinado destilaban los artistas que sábado a sábado recordaban que el tango vivía, por más que algún gil dijera que estaba boleta. Haciendo esfuerzos de producción traía los mejores del Río de la Plata. De Montevideo, nunca faltaban los músicos consagrados que hacían capote en bastiones como el «Ambassador Club» en los altos del Vaccaro. Orquestas típicas uruguayas que al recordarlas hacen que los tamangos del viejo escribidor se muevan solitos marcando el compás. Con tutti, arranca Antonio Cerviño y su exquisita cancionista Mabel Pacheco que entona como un ruiseñor. El Tano Racciatti hace temblar al estudio de 18 y Eduardo Acevedo con su música querendona.

Y su veterano cantante Víctor Ruíz repite su antológica versión del «Cambalache» del gran Discepolín. El amigazo Rogelio Coll, el querido Garabito, entusiasma a los televidentes y al público por la polenta que ponían sus muchachos en cada tema. Su cantor Jorge Saavedra, le da a la gola como cuando actuaban en los bailes del «Sud América» o la alegrona «Granja Dominga». De la mano de ese programa de Manzi, el genio Toto D’Amario comenzó a ser admirado por su talento y el bandoneón. Un fuelle que siguiendo la tradición de los grandes sabía sonar con poesía sin perder el compadrito compás que amaban los bailarines. Acompañado por sus guitarristas, el apasionado Luis Alberto Fleitas fue muy aplaudido en esos «Sábados de Tango». Lo mismo para el pintún Ernesto Restano, un amigo de la casa como decía Manzi. Y flotando con mil y un arabescos la pareja de Dopazo y Nelly recordaban a todos cómo bailar con firuletes y sentaditas. Entre las estrellas argentinas que llegaban al programa había muchas de enceguecedor brillo.

Como Edmundo Rivero que acompañándose con su viola hacía conmover al más duro. Cuando venía el Polaco Goyeneche, los duendes arrabaleros estaban de fiesta. El Tata Floreal Ruiz cuando cruzaba el charco era una fija que actuaba en el programa de Manzi. El espectacular Sexteto Tango, con la voz de Jorge Maciel fue uno de los puntos más altos de aquellos sábados a todo ritmo del dos por cuatro. Y la emoción pegaba fuerte en el cuore sensiblero con la presencia del hijo de Agustín Magaldi. Ya muy veterano Carlitos Roldán alegra a todos con su versión de «Murga de Pibes». Vibran las musas canyengues, están alegres por el recuerdo del entrañable Miguel Angel Manzi y sus «Sábados de Tango».

Con más recuerdos y música los esperamos todos los sábados a las 19 horas en 1410 AM LIBRE. *

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