42 AÑOS

Mariana Zaffaroni Islas: “a mí me buscaron, ahora es a mí a la que le toca buscar si tengo un hermano/a”

En el marco de la celebración de los 42 años del Partido por la Victoria del Pueblo (PVP), Mariana Zaffaroni Islas llegó a Montevideo. En diálogo con LA RED21, contó que para ella es un “honor haber sido invitada a la celebración y que vivía con alegría que sus padres sean recordados”.

Mariana Zaffaroni Islas, junto a la dirigente y amiga de sus padres Brenda Bogliaccini, reflexionaron en entrevista con LA RED21 acerca de cómo la búsqueda y el encuentro contribuyó a “ponerse en el lugar del otro”.

-¿Cómo concibe el PVP la celebración de estos 42 años?

-B. Bogliaccini: Este año decidimos celebrar estos 42 años, poniendo en valor el recuerdo de tres compañeros que son Gustavo Insaurralde, María Emilia Islas y Jorge Zaffaroni. Ellos fueron educadores populares y fundadores de nuestra organización. En nuestro país, el tema educación es medular. Nosotros tenemos un patrimonio y una tradición de militantes que se dedicaron a educar y que a la vez dieron su vida, en tiempos de grandes desigualdades y también de avances de las luchas populares, donde se unió la educación con la militancia y fue una educación al servicio de la gente. Ellos se plantearon ese dilema. Esta es una dimensión de la celebración y la otra es que el patrimonio de un partido, es también la vida de sus militantes. Nuestra idea fue traer ambas dimensiones. Por eso decidimos invitar a los familiares de estos 3 compañeros, y entre ellos está acá con nosotros Mariana (Zaffaroni). Queríamos compartir con ellos estos aspectos humanos, afectivos, en definitiva esta integralidad. Cualquier cambio o revolución, como decíamos en aquellos tiempos, es de la vida humana.

-¿Cómo es venir a Montevideo a este homenaje que se hizo a tus padres?

-M. Zaffaroni: Me puse muy contenta cuando recibí la invitación, es un honor que me inviten a participar, y estar presente en este homenaje. Muy contenta que se los recuerde.

-¿Cómo ha sido tu proceso desde que te encontraron con 17 años al día de hoy?

-M. Zaffaroni: Ha sido un camino largo y por etapas, si bien fue ininterrumpido. Tuvo etapas marcadas de pasos hacia adelante. Primero conocer a mi familia, aceptar que vinieran a contarme sobre mis padres en tiempos que no quería saber nada. Cuando el vínculo estuvo fortalecido, vinieron las cuestiones personales como son el nombre, la fecha de nacimiento y de a poco ir incorporando mi historia, dejar de resistirme y en algún momento tenía que suceder.

Mariana Zaffaroni: fue mi marido el que me ayudo a comprender la idea de “¿cómo no te iban a buscar?”.

-Mirando hacia atrás, recordar cuando empiezan a aparecer los primeros hijos, y ubicarnos en el día de hoy, los familiares, las organizaciones ¿también vivieron esa maduración en el vínculo?

-B. Bogliaccini: Hemos ido aprendiendo a ponernos en el lugar de  todos, lucha contra la impunidad, y la búsqueda de un niño es una carga muy fuerte y muy difícil de trabajar. Hoy aprendimos de muchas situaciones vividas, una vez conversando con Anatole (Julien) y Amaral (García) (hijos reencontrados) hablando precisamente de Mariana, ellos decían “ese proceso está difícil”. Los hijos nos ayudaron a nosotros, a los que fuimos los compañeros de sus padres, a pensar y a comprender lo que vivían y sentían. Fue un aprendizaje individual y social. En la búsqueda de los niños, hubo muchas búsquedas. Esta reparación se simboliza en los niños.

-En ese proceso, en el que han pasado muchos años ¿cuáles son los jalones fundamentales?

-M. Zaffaroni: Esos “jalones”  es más fácil verlos hoy mirando hacia atrás. No percibía que estaba dando un paso hacia adelante, lo hacía nada más. Lo que colaboró mucho  en el proceso, fue conocer a quién es hoy mi marido, porque él traía una mirada de la persona común. El no estaba ni del lado de quienes me habían criado, ni estaba del lado de mi familia. Él tenía una visión despojada de subjetividad y me hizo entender la idea de “¿cómo no te iban a buscar?”  Me hizo ponerme en la cabeza de mis abuelas, y de mis tías que me estaban buscando. Más allá de esos sentimientos de “¿para qué me vienen a buscar ahora?  yo estoy tranquila así”. En el contexto en el que me encontraba, no había nadie que me ayudara a pensar “¿Cómo no me iban a buscar?”. Después también fue fundamental, cuando nació mi hija más grande. Mi familia empezó a visitarme y no sentí  que tuviera la presión de hablar de lo que no quería. Vinieron a conocer a la niña y las conversaciones empezaron a pasar por otro lugar y  no se hablaba de lo que había pasado  y que yo no quería saber. Y al empezar a hablar de cuestiones de familia, fue que pude empezar a vincularme con ellos como familia y no como “la gente que venía a contarme cosas”. Eso fue muy importante. Hasta ese momento sentía que lo único que venían a hablarme era de eso que yo no quería escuchar y cuando vi que podía haber otra alternativa fue muy bueno, ahí comencé a descubrir la pertenencia a mi familia. A partir de ahí empecé a encontrarme parecida a los demás. Hasta ese momento yo no permitía que eso sucediera.

-¿Cuando uno mira hacia atrás, en algún momento se llegó a pensar que había que desistir de la búsqueda?

Brenda Bogliaccini: Estábamos en Francia cuando nos reunimos los que habíamos sobrevivido y Hugo Cores  (1937 – 2006) dijo “nuestro primer compromiso será buscar a los grandes, a los niños, a los bebes, los buscaremos a todos”.

-B. Bogliaccini: Lo que me preguntas me pone la piel de gallina y me trae al recuerdo que después de la persecución al PVP en Buenos Aires, los que sobrevivimos a esa ofensiva, nos “replegamos” y nos fuimos a Europa. Evaluábamos como seguíamos y en ese momento recuerdo a Hugo Cores “esto es un compromiso, y no nos olvidaremos nunca más y vamos a buscar a todos, a los grandes, a los niños, a los bebes, vamos a buscar a todos”. Fue un compromiso en el que nos miramos cara a cara, ese fue nuestro primer deber, que era un deber ético, colectivo, nos habíamos metido juntos, en lo que teníamos razón , la teníamos y en lo que nos equivocamos, nos equivocamos todos juntos. Esa búsqueda fue un deber impostergable.

-En una entrevista en el canal Encuentro de Argentina vos dijiste “a mí me buscaron y ahora a mi me toca buscar” ¿Por qué lo dijiste?

Mariana Zaffaroni: Al momento de la detención, mi mamá estaba embarazada, la existencia de un hermano es una posibilidad latente y hasta que no sepamos qué pasó con todos no se puede descartar.

-M. Zaffaroni: Parte del proceso de conocer sobre mis padres y lo que les había sucedido, es enterarme que mi mamá estaba embarazada, alguna vez lo había escuchado pero no tenía certeza. Parte  de conocer la historia, fue saber de la existencia de un posible hermano/a. Como ella estaba embarazada de muy poco tiempo, pensé que soportar las condiciones de reclusión hacía difícil que hubiera prosperado el embarazo. Llegué a pensar que lo había perdido o que la mataron antes de parir. Luego fui conociendo historias de “mamás embarazadas”, los secuestradores las dejaban vivas hasta que tuvieran familia. Ahí empecé a pensar que podía existir la posibilidad, aunque nunca apareció ningún dato cierto. Es más una “luz de esperanza” de que haya  sucedido, pero no hay ninguna pista para seguir. Es una posibilidad latente, y hasta que no sepamos qué pasó con todos no se puede descartar. No es muy posible, pero tampoco es imposible.

-¿Hay relevos para continuar la búsqueda, teniendo en cuenta que pasó mucho tiempo y que muchas de  las “viejas” ya no están?

-B. Bogliaccini: En cada 20 de mayo, emerge el deseo de búsqueda de verdad, justicia y memoria. Es una presencia constante. Lo mismo ocurre en los organismos como el Observatorio Luz Ibarburu. Es de esos temas que tocan “puntos neurálgicos” y siempre aparecen los que quieren seguir empujando “el carro”. Al mismo tiempo, hay que reconocer que los bloqueos, desaniman y quitan fuerza. Ahí aparece una tensión sobre la que hay que ir trabajando, generando iniciativas, buscando espacios, dispuestos a sostener una pelea que es de largo aliento. Pensemos lo que ocurrió luego de la Segunda Guerra Mundial, la lucha por los derechos humanos ha sido permanente.

-¿Cómo se lo contaste a tus hijos?

Mariana Zaffaroni: En Argentina se conmemora el Día de la Memoria, es parte del calendario escolar, y un 24 de Marzo, de regreso del colegio mi hija me preguntó “¿mamá nosotros tenemos algún familiar desaparecido?”.

-M. Zaffaroni: Tenía claro que nunca les iba a mentir, pero no tenía muy claro como lo iba a encarar. La oportunidad se dio cuando mi hija mayor, que hoy tiene 17 años, tenía 7 años. Era 24 de marzo, en Argentina es feriado y se conmemora el Día de la Memoria como parte del calendario escolar. En todos los Colegios se habla del tema y habían hablado de los desaparecidos y ella volvió a casa y me preguntó “¿tenemos algún familiar desaparecido?” Ahí pensé “se lo tengo que contar ahora”, y lo que hice fue consultar con la sicopedagoga del Colegio, más que nada, para que me orientara en cuanto y como contarle, que tanto detalle agregar, que sí opinaba o no sobre lo que había ocurrido, principalmente el enfoque y ella me dijo “contesta lo que te pregunte, no te explayes y los detalles más violentos o más dolorosos no se lo cuentes, ya va a llegar el momento que se lo cuentes o incluso ella te lo pregunte”. Me dijo que “hiciera hincapié en que no me habían abandonado”. Los chicos se ponen en el lugar de los padres y sufren pensando en el abandono. Me dijo que fuera contando en la medida que ella me fuera preguntando, así lo hice y me sorprendí con la naturalidad y con la normalidad con la que lo tomo. Para ella estaba bien, que era algo que me había pasado a mí, a la familia, que había familia en Uruguay, y que había familia en Argentina. Era natural. A los otros dos niños fue más fácil, porque era un tema que se hablaba en la mesa familiar. Los más chicos (actualmente 13 y 11 años), se fueron incorporando a lo que iban escuchando. Era el primer paso que había que dar y luego fue más fácil.

-Respecto a tu nombre ¿aún hay quienes te dicen  Daniela?

-M. Zaffaroni: También se los expliqué a mis hijos. En un principio, Mariana lo usaba en los trámites legales, pero en los ámbitos familiares, había gente que me llamaba Daniela. En este proceso fui yo la que empecé a pedir a mis amigos, a mi familia que me llamaran Mariana. También fue muy natural y fue parte de un proceso y saber que estaba bien que fuera así. Los niños tienen menos “dramas” y lo tomaron con gran naturalidad.

-¿Cuánto te ayudó estar en contacto con los que les pasó lo mismo que te pasó a vos?

Mariana Zaffaroni: Cuando nos reunimos con otros “nietos en el ámbito de Abuelas” nos hacemos bromas, reírnos es la mejor manera de sobrellevar lo que nos pasó.

-M. Zaffaroni: Si bien no formo parte de ninguna agrupación, de vez en cuando me reúno con otros nietos en el ámbito de Abuelas. Todos los que quieren participar son bienvenidos. Ahí uno ve cantidad de historias y si bien tenemos un eje en común, cada historia es distinta, y no es para hacerse la “estrella”, “mi caso  es único”, pero cada caso es diferente con notas en común. Cuando nos juntamos, incluso hasta hacemos “bromas”. Está bueno ver y compartir esa vivencia que solo lo puede entender quien pasó por esa situación. Hacer bromas, es necesario, hay un punto donde  tenés que reírte, porque también es la mejor manera de sobrellevarlo. Esas bromas no las podés hacer con nadie más que no haya pasado por una circunstancia como esta. Ahí empezás a hablar de la niñez, y de la infancia y comenzás a encontrarte reflejado en los otros. Y eso es muy bueno.

Mariana Zaffaroni Islas

Mariana Zaffaroni Islas (42 años, uruguaya, casada, 3 hijos de 17, 13 y 11 años, docente de Derecho).

Mariana fue secuestrada junto con sus padres en Buenos Aires el 27 de setiembre de 1976, cuando tenía 18 meses.

Sus padres, Jorge Zaffaroni y María Emilia Islas, militantes del Partido por la Victoria del Pueblo (PVP), forman parte de la nómina de uruguayos desaparecidos en Argentina luego de haber sido enviados al centro de tortura Automotores Orletti.

Luego de una intensa búsqueda llevada adelante por sus familiares y con el apoyo de la organización Abuelas de Plaza de Mayo, Mariana fue ubicada en junio de 1992, cuando tenía 16 años. Un fallo del juez federal de San Isidro en Buenos Aires, Roberto Marquevich, le restituyó su verdadera identidad y mandó a prisión a sus apropiadores Miguel Ángel Furci y Adriana González.

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