FRÍO INTENSO

Muerte de indigente en Palermo levanta críticas contra un diario por su redacción

Se trata de un residente de la calle conocido como Farías, y vivía en una plaza.

Un residente de la calle falleció en una esquina de la plaza Juan Ramón Gómez, un pequeño espacio público encastrado entre las calles Durazno, Minas y Magallanes, en el barrio Palermo.

Residentes de la zona explicaron al diario El País que habían visto al hombre varios días atrás enfermo de gripe. Algunas personas señalaron que, supuestamente, Farías se sintió mal y que se acercó a una calle cerca de una veterinaria cercana en donde cayó muerto de un infarto, esto a pesar de que dicho diario lo calificó como una muerte por frío.

Controversia

No se sabe exactamente la identidad real del hombre ni su edad, pero los vecinos le calculaban unos 40 años. Tenía varios amigos en la calle, mayormente indigentes, que ocupaban o usaban la mayoría de los espacios de la plaza.

A pesar de que el diario El País aseguró que el indigente era un delincuente, «seguido» por muchos otros que causaban problemas, algunos vecinos más bien aseguran que era una buena persona, amable y que -aunque estaba atrapado por sus adicciones-, no era necesariamente un problema. De hecho, la redacción de la nota de dicho periódico causó controversia en redes sociales.

La usuaria de Facebook, Isabel Muñoz, escribio: 

Ese, que una nota publicó como la primera víctima del frío, como líder de una manada de borrachos y gritones, como el Farías de la plaza del relajo en Palermo, como el representante de los tiros al aire de la sociedad; ese es nuestro Gustavo.

Yo lo conocía. Junto con mi grupo del proyecto Olla, parte del Movimiento Castores y del Hogar de Cristo, tuvimos el placer y el honor de compartir comida con él todos los sábados durante un año. Y verdaderamente era un placer compartir una comida con él.

La verdad es que no era el líder de ninguna manada; tenía un millón de amigos. Desde 18 de Julio hasta la rambla, todas las personas en condición de calle lo conocían, y me animo a decir que casi todos lo querían.

Gustavo (o Farías, como lo llamaban) era un tipo bueno. No hay quien discuta eso. Era preso de sus adicciones, de su situación de calle y de una mala salud, como lo son la mayoría de las personas en su lugar. Pero era realmente bueno, nos quería y nosotros a él, y juntos hemos pasado tardes inolvidables. Alcanzaba con que fuéramos, con o sin comida, para compartir un buen rato. Y aunque a veces le gustara pelearnos de manera cariñosa, o lo hayamos encontrado borracho dormido en la plaza más de una vez, cuando estaba solía ser la alegría viva y de las mejores partes de nuestro sábado. Vale también decir que era un tipo muy gracioso, y adoraba cantar (hacía una perfecta imitación de Sabina), y tenía una energía y un amor que nos transmitía sábado a sábado, sin falta. Cada semana tenía una locura distinta, una anécdota loca para contar, una canción nueva para cantar, un amigo nuevo que presentarnos. Conversar con él era una aventura que terminaba siempre en carcajadas.

Es un hecho que estamos hablando de alguien invisible para la mayoría de la sociedad. Entendemos que para muchos es simplemente «la primera víctima del frío», e incluso que los que viven por la zona se alegren de que se acabó el bochinche de madrugada, pero esa víctima del frío tenía nombre, tenía vida, tenía una sonrisa dibujada prácticamente todo el tiempo, y tenía muchísimo para dar. Nosotros íbamos a servirle a él todos los sábados, pero no me equivoco cuando digo que él tenía mucho más para darnos a nosotros. Y es eso lo que recordaremos de él.

Capaz que por eso entienden ahora que cuando vimos la nota sobre él como un líder borracho y molesto para el barrio no la pudimos dejar ser. Porque capaz que ese es el recuerdo que tiene la gente que vive adentro de las casas en Palermo, que nunca cruzó y habló con él por miedo o indiferencia, que no quiso mandar a sus nenes a la plaza por miedo a que él no los dejara jugar en paz. Pero ese no es el recuerdo que nosotros tenemos de él, ni que tienen todos sus amigos, ni la gente del barrio que alguna vez sí se tomó el tiempo de conocerlo. Porque lo reitero, era un tipo bueno, y alegre como nadie. No nos sentimos bien con que el mundo se quede con una idea de él que no sea esa, porque no sería una idea real.

La conocida humorista de stand up, Andrea Bertino, también reclamó los apelativos que se le endilgaron al indigente:

Otro lector, identificado solo como Stitch, también se mostró molesto por el enfoque: «El articulo cuando describe el después del fallecimiento del indigente, es de corte casi fascista, al morirse esta persona, el barrio recupero su alegría, los compinches huyeron a otra zona, realmente yo no es que defienda la indigencia, pero, un medio de información podría tratar el tema con mas respeto, quisiera que con estos mismos términos escribieran sobre los responsables de que estas personas no estén protegidas, así como los niños, ah no? porque, porque no pondrían mas publicidad? aaaah ta», reclamó.

 

Te recomendamos

Publicá tu comentario

Compartí tu opinión con toda la comunidad

chat_bubble
Si no puedes comentar, envianos un mensaje