CONTROVERSIA

Consumidores uruguayos celebran cannabis legal

¿Un proyecto que rompe tabúes o que estigmatiza a los consumidores? Los fumadores de cannabis de Uruguay están divididos ante la regulación del mercado de la marihuana entre quienes celebran la norma y quienes rechazan registrarse en un banco de datos estatal.

Algunos consumidores de marihuana critican aspectos de la ley

Matías Piedra Cueva tiene 25 años. Es músico y productor audiovisual y consume marihuana regularmente, en general los fines de semana. «La marihuana es de uso habitual en Uruguay», sostiene, asegurando que no tiene problemas en registrarse para a partir de ahora poder comprarla en farmacias.

«Dicen que tienen un sistema de protección de datos», indicó confiado. «Y además va a ser más barato que lo que sale en el mercado negro».

El proyecto que debate este martes el parlamento prevé tres formas de acceder al cannabis, todas con limitaciones: el autocultivo, el cultivo en clubes de membresía y el acceso a través del expendio de farmacias.

El único requisito será ser mayor de edad, residente en el país y registrarse en un banco de datos único, que según el gobierno garantizará la privacidad de la información.

Derribar prejuicios

La Junta Nacional de Drogas estima que en Uruguay, un país de 3,3 millones de habitantes, hay unos 120.000 consumidores de marihuana, aunque las asociaciones de consumidores sostienen que la cifra ronda los 200.000.

La Asociación de Estudios del Cannabis calcula además que hay unos 10.000 autocultivadores, cifra que crece en forma exponencial cada año.

En un barrio de Ciudad de la Costa, vecina a Montevideo, Sebastián Romero, de 24 años, es vegetariano y en la huerta de su casa las plantas de cannabis conviven con otras de tomate o ajíes.

Autodidacta durante años, la pasión por sus plantas hizo que el joven cambiara sus estudios de Comunicación Social por los de agronomía.

Empezó a fumar marihuana a los 14 y rápidamente le interesó plantar. Pero pensaba que era una planta tropical que no crecería en Uruguay. En eso incidió el hecho de que las primeras semillas que plantó en el jardín de su casa fueron «boicoteadas» por sus padres, contrarios al consumo de marihuana. Pero tras varios intentos logró hacer crecer su primera planta en una zona boscosa cercana a la playa.

Para el joven, la norma uruguaya es un «gran paso adelante».

Hasta ahora el consumo no estaba penado pero quedaba en manos de cada juez la decisión de si la sustancia o las plantas decomisadas eran para consumo propio.

«Es una locura que vaya presa gente por plantar marihuana», sostiene. «Con la ley me quedo tranquilo de que estoy bajo las normas».

Sebastián asegura que no tiene problema en registrarse, pero se pregunta qué pasará si no lo hace. No le convence además el límite de seis plantas por cada autocultivador y duda sobre cómo controlará el Estado el límite de 480 gramos anuales. «Si hago un buen trabajo puedo sacar medio kilo (de cannabis) por planta. Pero puedo tener seis plantas enanas que no te dan nada», observó.

De todas formas, cree que lo más importante es que de a poco se ha ido perdiendo el tabú sobre el consumo de drogas. «Ahora en mi familia, en el trabajo, en todos los ámbitos se puede hablar», indica.

«Para mí más difícil que convencer a todos los uruguayos de que es lógico regular el cannabis fue convencer a mis viejos (padres) de que no era algo tan malo», asegura. «Mis padres pensaban que fumando marihuana yo iba a terminar en una clínica de rehabilitación, siendo un drogadicto perdido y que iba a tener mi juventud perdida. Cuando se dieron cuenta que seguía siendo el mismo, se les fue un poco el susto. Nunca compartieron del todo pero hoy en día no me dicen nada».

«El mayor mercado negro del mundo»

En la vereda de enfrente está Alicia Castilla, argentina autora de «Cultura Cannabis», publicado en 1997 y que ha vendido decenas de miles de ejemplares. Instalada en los últimos años en Uruguay, Castilla estuvo en 2011 tres meses presa tras ser denunciada por tener 29 plantines y 24 gramos de marihuana.

Para Castilla, el proyecto uruguayo es «algo improvisado y lleno de falencias».

La ley es «falaz, ya que promete acabar con el narcotráfico, y estigmatizante, por el registro de usuarios y cultivadores», dijo a la AFP.

Para la militante, se trata de «un paso atrás en el camino de los derechos civiles y el derecho a la privacidad. Es invasivo ya que no corresponde al Estado determinar cuanta marihuana se puede consumir y de qué calidad», añadió.

Además, Castilla duda que el Estado pueda cumplir con la ambiciosa tarea de controlar un mercado tan vasto como el de la marihuana, con decenas de miles de autocultivadores.

«¡El Estado no consigue controlar la reventa de ingresos para los partidos de fútbol!», ironizó. Con esta ley «creo que el Uruguay tendrá el mayor mercado negro del mundo».

Según Castilla, «la sociedad uruguaya estaría preparada para un proyecto más sensato». Pero este representa «un paso atrás». Y «con el riesgo de que fracase por las propias fallas de la ley y después se diga: Uruguay lo intentó y fracasó». AFP

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