El punto P

Bellas para morir

La preocupación por la estética, la formas y manifestaciones de exclusión a quienes no respondan al canon de belleza son históricamente reconocidas, han estado presentes en las diversas formas organizativas de la sociedad, sin embargo, las concepciones sobre la belleza, definidas en el siglo XX y XXI, así como las prácticas de modificaciones estéticas se han tecnificado y masificado significativamente en el mundo globalizado, al punto de despertar las alarmas en especialistas de las diferentes disciplinas y poner en riesgo la vida de una cantidad de personas, principalmente las mujeres.

En este contexto, los distintos agentes socializadores, como la familia, la escuela, los medios de comunicación y difusión masiva, juegan un papel fundamental, pues son ellos quienes constantemente dicen a las mujeres que características posee o debe poseer una mujer para ser considerada bella, como debe verse, es decir, las mujeres son bombardeadas sistemática y repetidamente con las múltiples imágenes de estrellas, modelos y cantantes, definidas arbitrariamente como “representantes de la belleza”, con lo que se consolida socialmente la expectativa de la mujer ficticia.

Por su parte, la mujer receptora de estos mensajes ideológicamente definidos para orientar y condicionar la estética de la mujer, habrá de compararse con lo que ve, y tras consumir mensajes que le dicen que debe lucir como estas mujeres ficticias, prefabricadas, y con frecuencia ser criticada por no lucir como las mujeres que muestran los medios y los concursos de belleza, habrá de verse motivada a la realización de intervenciones quirúrgicas y procedimientos invasivos para modificar y “mejorar” su aspecto físico, con la creencia de que al transformar su cuerpo podrá ser en mayor medida aceptada, querida, reconocida, por sus grupos de pares, familiares, amigos/as, pareja, entre otros.

Es de este modo como la belleza canónica se ha convertido en obsesión para las mujeres; el deseo de obtenerla para quienes creen no tenerla, y afanarse en mantenerla para quienes ya la poseen, lo cual en la actualidad se hace posible mediante:

 Tratamientos de belleza y de camuflaje: maquillaje de carácter decorativo, así como, para ocultar y minimizar las llamadas “imperfecciones”.

 Tratamientos de ortopedia estética: El uso de fajas y rellenos.

 Entrenamiento: Rutinas de ejercicios acompañados de dietas.

 Fármacos: adelgazantes y supresores del apetito.

 Reestructuración del cuerpo mediante cirugías quirúrgicas e intervenciones invasivas, entre ellas, las más comunes: rinoplastia, corrección de bolsas en los ojos, blefaroplastia (corrección de parpados), otoplastia (corrección de las orejas), infiltraciones, lifting, estiramiento de la piel, aumento de pómulos, plastia de mentón, aumento de volumen labial con colágeno, aplicación de botox (toxina botulínica), liposucciones, dermolipectomia de piernas, reducción de brazos y abdomen, aumento de pecho mediante implantes mamarios y siliconas, aumento de glúteos, inyección de biopolímeros, remodelación de genitales, rejuvenecimiento de pies, entre otras.
No obstante, muchas de estas mujeres obvian las consecuencias o reacciones adversas posteriores a su intervención, entre las que es posible considerar: La alteración del estado emocional, depresión, ansiedad, culpa, vergüenza, aislamiento social, procedimiento estéticos infructuosos que dan como resultados quemaduras, cicatrices, deformidades, asimetrías, perforaciones, desfiguración, mutilaciones, infecciones, dificultades para retirar implantes y sustancias pues se adhieren a músculos y tejidos, dañando otros órganos y funciones del cuerpo, así como, muertes registradas durante y después de la realización de procedimientos estéticos.

Pese a ello, gran proporción de mujeres en la actualidad, desconocen y niegan la influencia ejercida por un sistema patriarcal que considera a la mujer un objeto y un sistema capitalista que la considera un negocio, que exige y promueve en la mujer la modificación estética y corporal a través de todo el conjunto de elementos constitutivos de la tiranía de la belleza y que las induce, a estar bellas para morir.

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