Mi experiencia uruguaya

Levantart, el algoritmo que me cambió la vida: el arte de la seducción o cómo conquistar minas

Hace unos días en una salida con amigos me encontré nuevamente en esa situación tan común: estaba en la barra del boliche, tomando una cerveza con mi amigo Leo, cuando a lo lejos vimos a dos hermosas chicas. Instantáneamente, casi por instinto, las recorrimos con nuestros ojos y vimos cómo ellas nos dirigían esa mirada de desinterés a la que ya estamos tan acostumbrados.

Luego de intercambiar el típico “mirá como está esa rubia”, “y qué bien que está la amiga”, “no aguanto más, me la voy a encarar”, nos dirigimos a ellas sin apartarles la vista como dos tiburones a punto de atacar.

Al llegar a ellas no se me ocurrió nada interesante, así que probé suerte con lo mismo de siempre:  “Hola, ¿cómo te llamás?”, a lo que ella me respondió nuevamente con un gesto de indiferencia.
Entonces me sorprendió mucho ver a Leo con su amiga charlando a las carcajadas; no entendía nada, ¿que tenía él que yo no tenía?

Lo saludé y me fui a casa con la cabeza gacha, bastante frustrado como la mayoría de las veces que salía con él. Al día siguiente me llamó para contarme lo salvaje que era la rubia en la cama. Yo lo escuché como de costumbre, pronunciando afirmaciones absortas, hasta que no aguanté más y le grité: “¿Pero, cómo hacés?!”

Entonces me comentó sobre un curso para levantarse minas que había hecho en Buenos  Aires que, según él, le había cambiado la vida. La “academia” se llamaba, se llama, Levantart.

Me mostré muy escéptico, hasta que me comentó que en breve iban a venir a Uruguay a dar un seminario. Decidí hacer ese seminario, de cualquier modo no tenía mucho que perder.

La hora de la verdad

Éramos unas 20 personas en la sala. Al final, detrás de un escritorio, estaban los “coachs”:  tres flacos con tremenda buena onda y claramente con un buen sentido de la moda y de cómo pasarla bien.

Luego de esperar unos minutos a que se llenara la sala, empezaron a hablar sobre cómo levantarse a cualquier mina.

Comenzaron con pedirnos que nos definiéramos como personas de forma escrita: nombre, edad, ocupación, con cuántas mujeres habíamos intimado, nuestros objetivos. Nos dieron una hoja con una introducción al curso y la llave al paraíso: un algoritmo de seducción.  Que parecía bastante simple.

Luego nos explicaron  las bases de la seducción entre dos  seres vivos, haciendo la primera referencia a Charles Darwin: “La hembra selecciona al macho por su capacidad de reproducción, la cual está compuesta por los genes y el valor de supervivencia”. Este último, conforma un 80% de la decisión de la hembra, el cual mayoritariamente está formado por aptitudes sociales y la habilidad para obtener bienes materiales.

A medida que avanzaban en la exposición mi interés iba aumentando.

A continuación, comenzaron a explicarnos en qué consistía el algoritmo que nos habían propuesto. Ya el primer día aprendimos cómo funcionaba la primer parte del algoritmo.

Paso a paso

Desde que uno hace contacto visual cuenta con tres segundos para romper el hielo con un  opener (apertura),  el cual nunca debe mostrar algún interés sexual. Por ejemplo: “A ver, chicas, ¿quién miente más, los hombres o las mujeres?”

Luego tenemos un minuto para pasar la fase 2, en la que demostramos nuestro valor y bajamos un poco el valor de ella. Contamos con cinco minutos hasta que ella nos considere como un igual.

Luego de que nos dé tres señales de aprobación, que pueden ser risas, halagos, movimientos con el cuerpo, etcétera, nos encontramos en la fase 3. Ahí tenemos cinco minutos más para averiguar un poco sobre ella y seguir calibrando nuestro valor con el suyo, para luego pedirles alguna información de contacto y así pasar a la zona de confort.  Finalmente pasamos al área de seducción, que comienza con un beso.

Al final del primer día nos juntamos todos los participantes dispuestos a comer algo y luego encontrarnos con los Coachs para una salida única. Cerca de la 1 am nos dirigimos hacia un boliche con pista de baile, caminando e intercambiando comentarios sobre cómo nos desenvolveríamos una vez dentro. Al llegar, nos sentamos todos en una mesa grande y brindamos con champagne para después salir a recorrer el lugar y descubrir, para nuestro mayor asombro, cómo todo lo que pasaba ahí dentro había sido explicado de cierta manera por los Coachs.

Nos propusimos metas y las fuimos logrando. Algunos llegaban más lejos que otros, pero una de las diferencias con un grupo casual de amigos era que siempre nos tirábamos para adelante y nos aconsejábamos tras una derrota. «Nunca antes había tenido esa fantástica posibilidad de elegir».

Al terminar la noche, cansado, me volví para casa luego de haber entablado una conversación fluida con muchas chicas, algunas muy lindas, aunque me sentía levemente frustrado por no haber podido concretar.

Segundo tiempo

Al otro día nos encontramos a la misma hora y continuaron adiestrándonos en las fases del algoritmo.

Al final de la segunda reunión mi interés era realmente considerable, me sentía capaz de hacer todo lo que nos habían propuesto y estaba muy ansioso por probarme, esta vez solo. Me dirigí a uno de los boliches que suelo frecuentar en la noche y al entrar traté en todo momento de seguir las reglas que nos habían inculcado.

Fue para mí un gran asombro la reacción completamente diferente de la gente con la que me relacionaba, sobre todo la de las chicas que me mostraban tanto interés que por dentro me dejaba totalmente desconcertado. Finalmente, y muy contento con mi hallazgo, me fui a otro boliche donde estaban unos amigos, para seguir practicando. Me divertí mucho, nunca había tenido esa fantástica posibilidad de elegir.

Finalmente me fui a dormir con una sonrisa, la misma que conservaba al día siguiente, mientras le contaba a Leo lo bien que la había pasado y le proponía una salida para el próximo fin de semana.

Data

(+5411) 4775-1407

Info@levantart.com.ar

www.levantart.com.ar

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