Día de Iemanjá

Cánticos, deseos, ofrendas, ruegos: todos tienen algo porqué bajar cada 2 de febrero a la costa uruguaya

Aunque los datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística dicen que solamente el 2,4% de la población negra del país, adhiere a la fe a Iemanjá, lo cierto es que cada vez más gente asiste los 2 de febrero a las distintas ceremonias en las playas tanto de la ciudad, como del este del país: medio millòn de personas, estimó la Intendencia de Montevideo, bajaron a la playa a rendir tributo, en 2010.

La fiesta popular ha ido creciendo, más allá de cualquier declaración nacional o municipal, que aspira “mejorar” la convocatoria. Sus devotos en religión –los umbandistas- vestidos de blanco con adornos celestes, saludarán a la “virgen del mar”, la “reina de las aguas”. Claveles blancos de preferencia, u otras flores, sandías talladas, perfumes, merengues, pop, miles de velas, cubrirán la arena, dando paso a las ofrendas y a los pasistas, que irán congregándose, a poco rompen las olas, para rendir homenaje y para pedir el favor deseado.

Iemanjá, ó Jemanjá, ó Yemanyá, es originaria de la rama yoruba, nacida en Nigeria, y llegó a nuestro país junto a otras divinidades respetadas en los cultos de los africanos traídos como esclavos.

Todos los países del Atlántico Sur festejan el 2 de febrero, llevando a las aguas “ferramentas” objetos propios de Iemanjá, en barcos cargados de ofrendas, para esta “orixá” que reina en los mares, protectora de la familia y el hogar, de los barcos, los pescadores, y dueña de todos los frutos del mar.

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