Capitán (av) Gerónimo Cardozo, nuevo embajador uruguayo ante el gobierno de Chávez.

«La asociación entre Pdvsa y Ancap está en el orden del día»

–¿Cómo y cuándo conoció a Chávez?

–Es una larga historia… En el año 1980 cuando estábamos en México, un lugar donde confluyeron los exilios de diversas partes de Latinoamérica, un grupo de militares comenzamos a frecuentarnos. Había militares del gobierno peruano de Velazco Alvarado, chilenos, salvadoreños, bolivianos y uruguayos. Analizando la experiencia de nuestros países, concluimos en que, aunque con matices, los militares de raíz popular con fuertes convicciones democráticas y comprometidos con sus pueblos sufrimos similares procesos, con historias diferentes. Vimos que perseguíamos los mismos objetivos e ideales…

–¿Cómo se llamaba ese grupo?

–Teníamos un nombre de producto lácteo (ríe) Omidelac, que significaba Organización de Militares por la Integración, la Democracia y la Liberación de América y el Caribe. El grupo llegó a formar un Consejo Directivo representado por todos los países latinoamericanos con un capítulo nacional en cada país. El primer Consejo lo presidió el general Edgardo Mercado Jartín, que había sido ministro de Guerra en el gobierno de Velazco Alvarado en Perú, y como secretario ejecutivo fui designado yo.

–¿De qué años estamos hablando?

–En el 80 empezamos las conversaciones; en el 84, en Argentina, hicimos el primer congreso; en el 86 nos dimos vida oficial y funcionamos hasta el 89.

–¿Y cómo llega a Chávez?

–El capítulo venezolano estaba presidido por el general Elio García Barrios, ya fallecido, quien había sido el fiscal militar en la investigación sobre el atentado al avión civil cubano derribado por anticastristas sobre la isla de Barbados. A raíz de su persistencia y su convicción en la culpabilidad de Posadas Carriles y sus secuaces, este general sufrió un atentado en el que mataron a su hijo. Después, por razones políticas fue sacado de la Fiscalía Militar y pasado a situación de retiro… Este militar es, de alguna forma, uno de los predecesores de Chávez. Estando Chávez en la cárcel…

– Luego de su alzamiento en 1992…

– Sí… Este general le dice a Chávez que cuando saliera de la cárcel, si quería transitar el camino político democrático, tenía que conocer a algunos militares de América Latina y, como suponía que no iba a vivir para entonces (murió en el hospital militar en circunstancias que nunca quedaron claras), le entregó a Chávez una lista con nombres y le dijo: «Tenés que encontrar a estos militares». En esa lista estábamos el general Líber Seregni y yo.

–Y cuando Chávez salió los buscó…

–Chávez sale de la cárcel con ese mandato de encontrarse con los militares democráticos del continente y, sobre todo, los del Sur. En Buenos Aires contactó a la gente del Centro de Militares por la Democracia Argentina (Cemida) y en Uruguay vino a buscarnos a Seregni y a mí.

 

Seregni no lo recibió

 

–Eso fue poco antes de las elecciones de 1994.

–Sí. Yo estaba en esos momento en la Intendencia de Montevideo. Chávez viajó a Uruguay con un amigo en común.

–Fue una presencia que entonces generó fuertes repercusiones.

–Tanto que un diario, conocido vocero del régimen de facto, tituló: «Teniente coronel golpista llega a visitar a Seregni». Yo me reuní con Chávez varias veces, pero finalmente no se pudo reunir con el general Seregni. En esa oportunidad nació mi amistad con Chávez.

–¿Seregni no lo quiso atender?

–Seregni no lo recibió.

–En esos días en el marco electoral no era fácil explicar que Seregni recibiera a un militar golpista que se insurreccionó al gobierno de Carlos Andrés Pérez, apoyo del exilio uruguayo a quien se consideraba un socialdemócrata en la región.

–Chávez venía precedido de esa historia, aunque fue una insurrección popular en la que no solamente participaron las Fuerzas Armadas.

–¿Seregni no lo recibió sólo por la coyuntura electoral o además por la coyuntura electoral?

–No lo recibió justamente porque dado ese título publicado por el matutino y por los antecedentes de Chávez podía ser utilizado en medio de la campaña electoral. Seregni entendió que no lo podía recibir. Nosotros ya habíamos tenido un episodio en Venezuela que a Seregni lo había marcado mucho.

–¿Cuándo?

–En el año 86, invitados por el presidente Herrera Campis, habíamos tenido una cena con militares en actividad y en retiro que había organizado el general García Barrios, donde los militares que estaban hicieron una fuerte crítica al sistema político venezolano y a la caducidad de los partidos políticos, reclamando que las fuerzas armadas eran la última reserva moral de la Nación. Viejo verso que nosotros habíamos sufrido en carne propia durante la época de los gobiernos militares. Si unimos las dos cosas, Seregni estimó pertinente no recibirlo.

–¿Seregni mantuvo luego contacto con Chávez?

–Nunca se vieron personalmente, pero Chávez siempre ha tenido palabras de consideración, de respeto y de elogio. Se cursaron alguna correspondencia, pero nada personal ni permanente.

De golpes y libertades

–Desde entonces usted tiene una relación personal con Chávez, a la que se agregó su solidaridad cuando a él le dieron el golpe de Estado el 11 de abril de hace tres años.

–Luego de su visita a Montevideo, tuvimos un intercambio algo esporádico. Chávez accedió en el 98 al gobierno y fue más difícil contactarse con un Presidente, dadas sus ocupaciones. Pero en enero de 2003 nos volvimos a encontrar en el Foro Social Mundial de Porto Alegre. Chávez me invitó a ir en abril, al primer aniversario del golpe de Estado. Fui a Caracas y me atendió con mucha deferencia. Conversamos largamente. Le interesaba mucho el proceso del Frente Amplio, Seregni y cómo habíamos logrado mantener durante tantos años la unión de las fuerzas de izquierda. El quería construir un proyecto político similar.

–Para muchos uruguayos ese lastre de «militar golpista» pesa en la figura de Chávez, no sólo son campañas de prensa, aunque la votación obtenida en el referendo de su cargo han confirmado que tiene apoyo popular.

–No sólo en el referendo. No hay que olvidarse que Chávez ha sometido su mandato y ha ganado en ocho votaciones consecutivas.

–Alguien podría decirle que también Stroessner ganaba elecciones o aprovecharía para compararlo con Fidel Castro, desconociendo el régimen electoral cubano.

–Sin embargo, a partir de la Asamblea Constituyente en Venezuela, nadie ha cuestionado las votaciones en Venezuela ni el resultado mayoritario obtenido por Chávez.

–Lo otro que se critica, cuando se habla de Chávez, es el tema de la libertad de expresión y su enfrentamiento con los medios de comunicación.

–La primera vez que llegué a Venezuela, me instalé en el hotel, prendí la televisión y quedé sorprendido. El periodista que allí aparecía, agredía de tal forma la figura presidencial, que quedé asombrado. Pensé que los iban a clausurar por violación de todas las normas legales… pero, cuando hablé con otros uruguayos, me explicaron que era cosa de todos los días. No hubo clausura.

Telesur y el petróleo

–¿Ese enfrentamiento de Chávez con las grandes cadenas es lo que lo lleva a impulsar el proyecto de Telesur?

–Telesur apunta a una democratización de la información a nivel continental. La id
ea conlleva a la creación de una cadena latinoamericana que trasmita las realidades de nuestros países. No lo va a hegemonizar Venezuela.

–¿En esa cadena sólo entrarían países de tono popular o progresista?

–No. Cualquier país que quiera entrar de América del Sur. Está Argentina, están avanzadas las conversaciones con Brasil, estamos nosotros que, por el acuerdo que se acaba de firmar, entra con el 10 por ciento del capital accionario y con un compromiso de contribuir con 20 horas de programación mensual.

–¿Eso quedará a cargo del canal oficial o pueden participar productoras independientes?

–El proyecto por Uruguay lo firmó el doctor Tabaré Vázquez, pero el organismo encargado de llevarlo adelante es el Ministerio de Educación y Cultura. Ellos dispondrán cuál será la contraparte uruguaya en Telesur. Esto significa incentivar la producción nacional. Telesur pretende horizontalizar la información.

–Pero de los acuerdos firmados con Chávez, el más importante para Uruguay parece ser el del intercambio comercial por petróleo venezolano.

–Coyunturalmente sí, pero en mi concepto los lazos entre los pueblos que puedan sobrevivir a los gobiernos se fortalecen a través del aspecto cultural y comunicacional, para conocernos mejor. En la coyuntura el acuerdo petrolero es más importante para Uruguay, pero en el largo plazo importa más lo otro.

–¿El acuerdo petrolero también implica la posibilidad de una prospección en la plataforma uruguaya?

–Si bien en el acuerdo está previsto un trabajo conjunto de prospección petrolera, todos los indicios señalan que si en Uruguay hubiera petróleo estaría en la plataforma marítima y los venezolanos reconocen que los brasileños están mucho más capacitados para la exploración de ese subsuelo. Es ahí donde se pueden coordinar, en el marco de la integración, actividades conjuntas entre los tres países.

Pdvsa, ¿socio?

–En Uruguay hubo una fuerte discusión dentro del propio Encuentro Progresista ante la posibilidad de que Ancap se asociara con una empresa extranjera. El rechazo al proyecto no fue acompañado por el hoy ministro de Economía, Danilo Astori. Se pudo pensar entonces que más que la asociación en sí, se temía a quién pudiera elegir como socio la administración de Jorge Batlle. ¿Hoy se puede retomar esa eventual asociación, pensando en la empresa Petróleos de Venezuela (Pdvsa)?

–Sí. Está en el orden del día.

–¿Más allá de que en un plebiscito los uruguayos dijeron que los entes no se asocian con nadie?

–No sería una asociación típica en la que se le da la gestión a una empresa extranjera, sería una asociación en la que Pdvsa colaboraría con Uruguay en aquellas áreas en las que requiriera colaboración, como el mejoramiento tecnológico de la refinería o aumentar su capacidad de refinación. De ninguna manera sería la gestión de Ancap que es lo que estaba planteado en la ley que se derogó. Por ejemplo, la refinería de Ancap, que tiene características modernas que se adaptan a las refinerías venezolanas, tiene una capacidad ociosa de producción. Ancap puede refinar 50 mil barriles diarios y ha refinado un promedio de 37 mil barriles, porque no tiene crudo o necesidad. Existe la posibilidad de que esos 13 mil barriles ociosos se refinen para Venezuela, que nos pagaría por el trabajo.

–¿El ingeniero Daniel Martínez, presidente de Ancap, viajará pronto a Caracas, entonces?

–Martínez viajará pronto, seguramente. Pero hay más, porque el espíritu del convenio también implica rebajas en los costos de flete, la posibilidad de embanderamiento de estaciones de servicio uruguayas o el intercambio tecnológico. Un dato interesante es que el sistema informático de Pdvsa se hace a través de programas SAP, que son los mismos que maneja la consultora Conex que la UTE tiene para la gestión de altas empresas, y Uruguay ha avanzado en informática y puede darle asesoramiento a Pdvsa. Ese sería un servicio intangible muy bien pago que Uruguay podría descontar de las facturas de petróleo venezolano. Es un escenario posible.

Elena y Tabaré

–Hay un escenario actual. Van 20 años de la reanudación de relaciones diplomáticas, luego de una ruptura provocada por el secuestro de la maestra Elena Quinteros de la embajada venezolana en 1976. Cuando se retomó la relación, el entonces presidente Julio María Sanguinetti generó un compromiso de decir la verdad de lo ocurrido, que los sucesivos gobiernos no cumplieron ¿Chávez mantiene el tema en la agenda?

–Concretamente no, pero sí en algunas ocasiones el presidente Chávez ha expresado su interés en que se conozca lo que sucedió, qué llevó a que Venezuela rompiera las relaciones diplomáticas. Sin embargo, ha querido ser muy respetuoso de las decisiones de los gobiernos uruguayos y de la legislación uruguaya

–¿La política de derechos humanos esbozada por el presidente Tabaré Vázquez podría implicar una solución a esa deuda histórica de Uruguay?

–Está dentro de los planteos del gobierno del Encuentro Progresista y es una decisión que contempla las expectativas que pueda tener el gobierno de Chávez.

–La integración que se viene conjugando particularmente luego de la visita de Chávez a Montevideo y su encuentro con Kirchner y Lula…

–Se viene conjugando hace tiempo. Lo cierto es que la integración se fortalece en el horizonte latinoamericano a partir de esta sintonía que hay entre esos presidentes y el propio Tabaré Vázquez.

–Una última pregunta: ¿qué le dijo Vázquez al designarlo?

–Con Tabaré veníamos conversándolo desde hace mucho tiempo. Hablamos después de cada uno de mis viajes a Venezuela, y de alguna manera intuía que dado el papel que yo tenía en el relacionamiento con el Frente Amplio no iba a tener escapatoria. En un encuentro personal me dijo «¿Querrías ser embajador en Venezuela?», le contesté: «Yo hago lo que vos me mandes», y me dijo «Entonces, te mando ser embajador en Venezuela». *

 

De la tribu del Cerro

Gerónimo Cardozo nació el 10 de agosto de 1938. «Con Tabaré Vázquez compartimos nombres de indígenas, pero él es de la tribu de la Teja y yo de la tribu del Cerro», bromea, aunque de inmediato señala el honor que siente por haber sido designado embajador, particularmente ante Venezuela.

Cardozo ingresó a la Fuerza Aérea en el año 1957 y llegó al grado de capitán en 1968. Fue detenido y pasado a situación de reforma en 1972 y salió en libertad, curiosamente, el 9 de febrero de 1973, el día de la insurrección militar que meses después desembocaría en el golpe de Estado.

No fue fundador del Frente Amplio, aunque afirma que «la idea del Frente Amplio estaba en la cabeza de muchos militares antes de aquel 5 de febrero de 1971.

Voy a nombrar a uno, como recuerdo cariñoso y afectivo en el que simbolizo a todos los demás: el coronel Pedro Montañez, un grande», destaca.

En 1976 al recrudecer la represión se exilia en México, país al que reconoce por su apoyo a la diáspora del exilio. Regresó a Uruguay en 1985, cuando el general Líber Seregni lo designa presidente de la Comisión de Relaciones Internacionales del Frente Amplio.

Cinco años más tarde, el electo intendente de Montevideo, Tabaré Vázquez, lo nombra director de Relaciones Públicas e Internacionales de la comuna capitalina.

En 1995 pasa a desempeñarse en la actividad privada, donde entre otras empresas, fue gerente general del diario LA REPUBLICA. *

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