GENÉTICA

No hay evidencia de que exista un solo «gen gay» en los humanos

una combinación de pequeños factores genéticos e influencias ambientales afecta la orientación sexual de las personas, según un reciente estudio.

Foto: Pixabay
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La publicación del estudio más grande de la historia sobre los roles de los genes en la homosexualidad está avivando el debate sobre si ser homosexual se debe a uno, varios genes genes o al medio ambiente.

Reportado por primera vez en una conferencia de genética en 2018, el estudio encontró cinco variantes genéticas asociadas con tener una pareja del mismo sexo. Pero esas variantes, llamadas SNP, no predicen el comportamiento sexual de las personas, según informan investigadores en un paper publicado en la revista Science del 30 de agosto.

«No hay un ‘gen gay’ que determine si alguien tiene parejas del mismo sexo», dice Andrea Ganna, genetista del Broad Institute of MIT, Harvard y la Universidad de Helsinki.

Otras variantes

Otros estudios semejantes han sugerido que la genética representa aproximadamente el 32% de la heredabilidad del comportamiento homosexual. Pero cada SNP, o polimorfismo de un solo nucleótido, tiene un efecto muy pequeño sobre si alguien ha tenido una pareja del mismo sexo, según la nueva investigación.

Teniendo en cuenta todos los SNP medidos en el estudio, incluidos los que no se asociaron estadísticamente de manera significativa con el comportamiento homosexual, explicaron solo del 8% al 25% de la heredabilidad del comportamiento. Al considerar solo esos cinco SNP estadísticamente significativos, ese número cae a mucho menos del 1%.

«Este es el primer estudio en el que podemos estar bastante seguros de que se han identificado variantes genéticas asociadas con un aspecto del comportamiento homosexual», dice Michael Bailey, psicólogo de la Universidad de Northwestern en Evanston, Illinois. “He sido coautor de algunos estudios genéticos moleculares anteriores que fueron mucho más tenues. Creo que estos resultados se replicarán».

Pero Bailey no está de acuerdo con algunas de las conclusiones del estudio. Por ejemplo, Ganna dice que las personas que tienen parejas exclusivamente del mismo sexo o exclusivamente del sexo opuesto son genéticamente distintas de las personas que tienen parejas de ambos sexos. Eso significa que la sexualidad puede no ser un degradé genético de «completamente heterosexual» a «completamente homosexual» después de todo. Entonces, la escala de Kinsey, que califica el comportamiento sexual de las personas a lo largo de un espectro con bisexualidad en el medio, ¿puede necesitar repensarse?

Pero la escala de Kinsey predice con precisión la excitación de los hombres cuando se muestran imágenes eróticas de hombres o mujeres, dice Bailey. Eso lo convierte en una herramienta mucho mejor que la puntuación genética para predecir la preferencia sexual, concluye el experto.

Qazi Rahman, psicólogo e investigador de orientación sexual en el King’s College de Londres, tiene mayores dudas con el estudio. «Debería estar realmente entusiasmado con esto», dice. Pero «a pesar de ser un ferviente creyente en la base biológica de la sexualidad, este estudio me pareció problemático, y no estoy del todo seguro de lo que se encontró y si eso se sostiene».

Rahman señala lo que él ve como inconsistencias en los datos y posibles sesgos en las personas que se ofrecieron como voluntarias para participar en el estudio. El estudio reunió voluntarios de dos grandes bases de datos genéticas, el Biobanco del Reino Unido y la compañía de pruebas de ADN comercial 23andMe, así como de tres estudios más pequeños. Los participantes respondieron cuestionarios sobre cuántas parejas sexuales de cada sexo habían tenido. Los clientes de 23andMe también respondieron a preguntas sobre atracción, identidad sexual y fantasías.

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