EL LUCHADOR, IDOLO DE LOS NIÑOS, FUE PROTAGONIZADO POR GUALBERTO RODRIGUEZ

La Momia de Titanes en el Ring era un uruguayo que hoy reparte diarios

Gualberto Rodríguez había probado su suerte en distintos trabajos, combinando sus tareas diarias con su principal atracción: el deporte. Durante su juventud en Montevideo, realizó levantamiento de pesas y practicó lucha greco-romana en un viejo gimnasio ubicado sobre la calle Vázquez, a pocos metros del cruce con Avenida 18 de Julio. En 1970 viajó a Argentina para participar en un torneo que se disputaría en Buenos Aires. En Uruguay habían quedado su esposa y sus dos pequeños hijos. Ese viaje, recuerda hoy, lo marcaría para siempre. Aquel trabajador oriental encarnaría a uno de los personajes más recordados por las generaciones que disfrutaron con los espectáculos de Martín Karadajián.

Rodríguez tiene hoy 58 años, trabaja como distribuidor de diarios y guarda en varios cajones cientos de fotos y distintos recuerdos de esa época de oro, a la que sus diez hijos –siete varones y tres mujeres– y seis nietos –dos «vienen en viaje»– lo traen en conversaciones familiares.

Recuerdos invencibles

Hace algunos días, Rodríguez venció su resistencia a dialogar con la prensa y mantuvo una entrevista con LA REPUBLICA. Vino acompañado por un montón de fotos y recuerdos que, a los pocos minutos de encendido el grabador, le costaba ordenar. Sonreía, recordaba y no paraba de contar anécdotas del catch.

Durante su estadía en la capital bonaerense fue descubierto por el empresario Martín Karadajián, quien había comenzado con el show de Titanes en el Ring, emitido semanalmente por Canal 9. Por sus rasgos físicos, el «titán de los titanes» lo contrató para hacer de «El sabalero oriental», su primer personaje en la vecina orilla.

«Para mi peso era bastante ágil», recordó Rodríguez. Al poco tiempo, el organizador de las peleas decidió que protagonizara a la Momia, una de las principales figuras que inmortalizó Karadajián. Ese personaje, indicó, lo compartía con el popular «Enrique», que además hacía de El Gitano Ivanov. «Fui uno de los que aprendió más rápidamente a caminar con el traje de Momia», explicó al ser preguntado sobre los motivos por los que había sido elegido.

«En el catch demostrábamos agilidad y acrobacia», manifestó, destacando que los luchadores sabían cómo golpearse sin lastimarse, lo cual requería mucho entrenamiento. De todos modos, en algunas ocasiones hubo lesionados. Esa práctica requería un trabajo diario que se repartía entre el gimnasio, el canal y el estadio cerrado Luna Park, escenario de las disputas.

«El catch implica un estilo de vida», afirmó, y lo definió como un deporte «no violento». «Al igual que el boxeo, significa inteligencia, sicología, velocidad mental, se trata de meterte en la cabeza del otro», sostuvo, destacando que la condición principal de un luchador es «ser deportista, lo cual no es lo mismo que hacer deporte».

En cuanto a las peleas entre buenos y malos, dijo que su suerte se coordinaba en el gimnasio, donde los luchadores planificaban la disputa. En medio de las peleas, señaló, los jueces simulaban rezongar a los contrincantes, «pero en realidad aconsejaban qué golpe realizar de acuerdo con las reacciones del público». «Cuando ganaba el malo la gente se ponía furiosa», remarcó.

El dinero, Karadajián

Su participación en Titanes duró hasta 1972. Ese año regresó a Uruguay, donde formó parte de un similar proyecto realizado por Canal 4. Sin embargo, el alto presupuesto que significaba adquirir y mantener los disfraces provocó que no resistiera demasiado tiempo.

Semanas atrás, el popular «Ancho» Ruben Peuchelle, otro de los símbolos de Titanes en el Ring, aseguró durante una entrevista publicada por una revista argentina, que los competidores eran mal pagados, lo que fue desmentido por la Momia. «Se pagaba como en un cuadro de fútbol. Cobrábamos por ir a los festivales, nos daban premios», subrayó.

Una lesión provocada mientras cargaba bolsas de harina en un camión le impidió competir internacionalmente. «Lo que son las cosas, caí tantas veces en el ring y nunca me pasó nada», ironizó. De todos modos, hace unos 17 años participó en un circo instalado en el Estadio Centenario, donde se organizaron luchas. Ese fue su reencuentro con el catch. Protagonizó otro personaje en el que, casualmente, también usaba máscara.

En su casa conserva algunos disfraces, pero no el de la Momia, dado que pertenecía a Karadajián y estaba registrado a su nombre. En ese sentido, apuntó que una vez, el creador de aquellos inolvidables personajes «agarró el traje del Caballero Rojo y lo tiró: el caballero rojo es un trapo, puede ser cualquiera, nos dijo».

Respecto a la personalidad de Karadajián, fallecido hace algunos años, lo definió como «muy calentón, severo y muy buena persona». «Era un tipo puntual, no le gustaba que nadie se demorara en las salidas a los espectáculos, y si llegabas tarde te multaba», sintetizó.

El éxito, la fama

Estar detrás de la máscara determinó que su «fama», la que dice que jamás buscó, se veía limitada al rostro de la Momia: «lo protagonizaba pensando en las caritas de los niños. El mío era un personaje sordomudo, a veces los chiquitos te tocaban y te daban ganas de hablarles y abrazarlos, pero no podías». «A personas vergonzosas como yo, estar detrás de una máscara le saca el indio, le saca cosas lindas que uno tiene escondidas». Eso también era parte de aquel mundo mágico que envolvía a los niños, y también a los padres».

Al ser consultado sobre por qué había generado aquel fanatismo, sostuvo que los titanes llegaron en un momento que Argentina y Uruguay carecían de ídolos. «Como hoy están los Power Ranger o como antes estuvo El Llanero Solitario, la gente encontró ídolos en nosotros», declaró. De todos modos, dijo que no se sintió un ídolo, sino un hombre «querido por los niños».

Titanes que no volverán

Tras calificarse como «vergonzoso», aseguró que cuando en el barrio le preguntaban si era la Momia, le costaba decir la verdad. Actualmente, sus amigos lo presentan a desconocidos como el viejo héroe, pero él trata de escabullirse negando la imputación. «No me gusta que seas mi amigo porque fui tal cosa; a mí me aprecian por lo que soy», aclaró.

Rodríguez descartó que aquella experiencia pueda repertirse. «Titanes en el Ring era Martín Karadajián, es imposible reeditarlo. El sabía cómo hacerlo, llegó a vender muchos personajes para que aparecieran en algún producto. Hoy por hoy no hay gente capaz para conseguir algo así», comentó. *

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