Rodney Arismendi, constructor de la unidad de la izquierda y fundador del Frente Amplio
Arismendi no alcanzó a ver ese logro, al que había dedicado toda su vida. Cuando falleció, el Frente acababa de conquistar, con Tabaré Vázquez, la Intendencia de Montevideo, que seguiría siempre en sus manos por decisión del pueblo capitalino (y que lo seguirá siendo en mayo próximo)
El había sido electo senador por la lista 1001, pero no llegó a desempeñar el cargo. Antes, durante 27 años ininterrumpidos había ocupado una banca como diputado por el PCU y el Fidel, hasta que el golpe de Estado clausuró el Parlamento. En una sesión memorable, el 4 de agosto de 1971, diputados de todos los sectores políticos le rindieron homenaje, al cumplir un cuarto de siglo de actividad, por la consecuencia y la lucidez en la defensa de sus ideas. Esa sesión, con los fundamentos de votos de todos los legisladores, está recogida en los anales parlamentarios, pero también como frontispicio de la reedición por parte de la Cámara de Representantes de su obra magistral «Para un prontuario del dólar (Al margen del Plan Truman)», escrita en 1947, y que presagiaba el curso del imperialismo norteamericano en la «guerra fría» como aspirante al dominio mundial y a mantener a América Latina como su patio trasero. La Cámara reeditó asimismo una selección de sus obras (entre ellas «Problemas de una revolución continental») y de sus discursos parlamentarios.
Nacido en Río Branco, departamento de Cerro Largo, el 21 de marzo de 1913, Rodney Arismendi desarrolló una militancia sindical y política en su departamento natal, fue dirigente estudiantil, tuvo intensa participación en la lucha contra la dictadura de Terra, estuvo con Alba Roballo junto al féretro de Julio César Grauert, participó en la campaña de solidaridad con la República Española, durante la época de la guerra fue redactor responsable de Diario Popular, lo que le valió 47 procesos por parte de las fuerzas que estaban con el eje, por lo que debió exiliarse, y retornó al ser convocado para ocupar una banca de diputado. Afiliado al PCU desde comienzos de los años 30, Arismendi fue electo primer secretario en el XVI Congreso de setiembre de 1955, que significó una renovación en todos los órdenes de esta organización política. En un gesto que tiene pocos (o ningún) antecedente, renunció a ese cargo después del retorno a la democracia, en 1988, para propiciar una renovación de la dirección partidaria. La reunión del CC en que se debatió este tema es recordada por los participantes por su alto nivel político y humano. El XXI Congreso del PCU, en el año señalado, lo designó presidente del Partido, y en el mismo rindió un informe sobre la situación internacional, en un año de definiciones cruciales en ese dominio. A lo largo de todos esos años Arismendi hizo una contribución fundamental al tema de la unidad de todas las fuerzas políticas de izquierda.
Si hoy el Frente Amplio es gobierno y se apresta a su segundo período de realizaciones, si es la primera fuerza política en todo el país, si ha superado en dos elecciones sucesivas, con distintos candidatos, a blancos y colorados sumados, si ha conquistado siete intendencias en el Interior y tiene abiertas las posibilidades de conquistar otras en mayo próximo, si su influencia se irradia hasta el último rincón del Uruguay profundo, a los pequeños pueblos y caseríos de todos los departamentos, eso es también el fruto del esfuerzo sin pausa de Rodney Arismendi.
El Frente Amplio, alternativa concreta del poder popular
La Fundación Rodney Arismendi, que se preocupa por mantener vivo y salvar del olvido su pensamiento, organizó para los días 13, 14 y 15 de setiembre 2001 un encuentro internacional sobre «Vigencia y actualización del marxismo en el pensamiento de Rodney Arismendi», que se inauguró en el Paraninfo de la Universidad con la presencia del rector Rafael Guarga, recibió múltiples mensajes entre ellos el de Tabaré Vázquez como presidente del Frente Amplio-Encuentro Progresista, y contó con la participación de figuras representativas de Alemania, Cuba, Brasil, Argentina, Chile, Portugal, entre otros. El temario estaba dividido en tres bloques: I) El marxismo, una concepción y un método para enfrentar los desafíos del nuevo milenio; II) Democracia, democracia avanzada y socialismo; III) Por la unidad de la izquierda a la conquista del gobierno. Todas las ponencias presentadas están recogidas en un libro de 316 páginas editado por la Fundación.
Con relación al punto III), se señaló que Arismendi desempeñó un papel de primer plano como impulsor de la concepción de la unidad total de las fuerzas de izquierda, sin exclusiones, que se concretó en el Frente Amplio. A partir del XVI Congreso, de setiembre de 1955, profundamente renovador y removedor, se fundamentó la concepción de la unidad en el plano sindical y en el terreno político, que en pocos lustros modificó radicalmente el panorama político y social del país, y con el nacimiento del Frente Amplio colocó en el orden del día el tema del poder del pueblo. En libros (como «La revolución uruguaya en la hora del Frente Amplio»), en conferencias e informes, Arismendi desarrolló estas ideas desde todos los ángulos. Propuso «la conformación del Frente de los partidarios de la izquierda sin exclusiones como primer paso concreto de unidad político-electoral con vistas al amplio frente futuro de todo el movimiento antiimperialista y democrático». Poco después podía comprobar que «el gran movimiento nacional que se forja en Uruguay fue construido ladrillo a ladrillo y batalla a batalla en la doble acción de la clase obrera y el pueblo en el plano social y del proceso de unidad en el plano político. Del conjunto de estas batalla surgió y se definió una nueva conciencia política que lleva al Frente Amplio, la alternativa concreta del poder popular».
Fue también él quien nos legó esta enseñanza, que cobra enorme significación en todas las instancias definitorias: «Forjar y desarrollar la unidad; ser unitarios y mil veces unitarios. Los límites de la lucha ideológica están condicionados a los límites de la unidad».
Los principales jalones
En esta nota nos referimos exclusivamente a los aportes de Arismendi a la lucha por la unidad de la izquierda y del pueblo uruguayo, dejando de lado su actuación por la unidad del movimiento comunista y obrero internacional, relevante al extremo de que presidió y realizó el resumen final de la última reunión del movimiento, que tuvo lugar en 1969 en Moscú.
Los principales jalones de esta actividad en el plano nacional están recogidos en otra publicación de la Fundación Arismendi, que lleva por título «Rodney Arismendi, la construcción de la unidad de la izquierda». Son 29 textos, que se inician con el planteo de la unidad en el XVI Congreso de 1955, siguen las dos cartas al Partido Socialista con la propuesta de unidad que fue rechazada, luego las iniciativas de unidad sobre una base más amplia, englobando a todas las fuerzas de izquierda, avanzadas y antiimperialistas, que emergieron de los XVII, XVIII y XIX Congresos hasta culminar en el XX Congreso de diciembre de 1970, que estuvo rodeado por los dirigentes de todas las fuerzas de izquierda y sirvió de acicate para impulsar la fundación del Frente Amplio, que ya había madurado y se concretó el 5 de febrero del año siguiente. En el período posterior, signado por la campaña hacia las elecciones de noviembre de 1971, se recogen sus trabajos que forman parte de la publicación titulada «La revolución uruguaya en la hora del Frente Amplio», en particular su discurso de fondo del 28 de mayo en El Galpón. Ahí nos lega esta reflexión: «Cuando el gobierno está al alcance de la vista como una playa para un barco que se acerca luego de un largo derrotero, sería estúpido, criminal o suicida perder de vista el objetivo y naufragar en las pocas disidencias internas. Hacia la victoria: el pueblo unido, jamás será vencido».
A raíz del brusco corte producido por el golpe de Estado, el objetivo cardinal
pasó a ser el derribamiento de la dictadura a través de la más amplia unidad de todos los sectores políticos y sociales de oposición. La orientación del llamado «A la clase obrera y el pueblo oriental», emitido en agosto de 1973, era que en la lucha contra el fascismo debemos ser cada vez más amplios y se marcaban cinco direcciones de labor para canalizar todas las energías antidictatoriales latentes en el seno del pueblo. Era la «unión de todos los orientales honestos». Ese llamado contiene una valoración ceñida de la heroica huelga general de 15 días contra el golpe. Siguen los documentos de los 11 años largos de lucha contra la sangrienta represión dictatorial, en que el PCU, bajo la dirección de Arismendi (primero clandestino, luego encarcelado y por último en el exilio al ser expulsado el país), actuó como uno solo en la cárcel, la clandestinidad y el exilio y dio una contribución invalorable a la concreción en el exilio de la Convergencia Democrática contra la dictadura, al mismo tiempo que bregaba por defender la continuidad del Frente contra las diversas tendencias a minimizar su influencia, a diluirlo, a declararlo caduco o a reemplazarlo por otras formaciones verbalistas e inconsistentes. Entre otras cosas, allí se esclarece la firme posición a favor del voto en blanco en el plebiscito organizado por la dictadura en noviembre de 1982, que provocó no pocas tergiversaciones. Se incluyen también valiosos textos sobre la unión de marxistas y cristianos. Cuando ya se anunciaba el final del período dictatorial se precisaron las definiciones sobre la democracia avanzada y sobre las relaciones entre democracia y socialismo, como veremos.
Testamento sobre democracia y socialismo
«La lucha por la democracia es parte inseparable de la lucha por el socialismo», decía Arismendi recordando las enseñanzas de los maestros del marxismo-leninismo. Su último trabajo, publicado en el Nº 104 de setiembre 1989 de la revista Estudios (de la que era director), tres meses antes de su muerte, se titula «Nuevos problemas de América Latina al tramontar los 80 y el papel de la izquierda» y es una continuación de sus reflexiones acerca de la revolución continental.
Allí examina los nuevos problemas de América Latina en el período de recuperación de la democracia después de la caída de las dictaduras fascistas nacidas de la contraofensiva del imperialismo expresada en particular en los golpes de Estado de 1964 en Brasil (el golpe de Lincoln Gordon) y en 1973 en Uruguay y Chile (el golpe de Nixon y Kissinger, de la Braden Copper y la ITT). Extrae conclusiones acerca de la unidad más amplia de todas las fuerzas antidictatoriales en la lucha contra el fascismo, como fue el caso en Uruguay. Se refiere asimismo a la importancia de las elecciones que ese año habrían de realizarse en distintos países, Uruguay entre ellos. Cita la Introducción escrita por Federico Engels en 1985 a «Las luchas de clases en Francia» de Carlos Marx, en la que aquél recordaba que «ya el Manifiesto Comunista había proclamado la lucha por el sufragio universal, por la democracia, como una de las primeras y más importantes tareas del proletariado militante» y agregaba que se trataba de convertir dicho sufragio universal «de medio de engaño (duperie) que había sido hasta aquí un instrumento de emancipación».
El quid del artículo radica en el análisis de los problemas de la democracia en su relación con el socialismo, temas que ya habían venido siendo elaborados en las últimas reuniones del CC efectuadas en el exilio en 1983 y 1984, en particular en la definición de los conceptos de consolidar la democracia y avanzar en democracia, y la categoría de democracia avanzada, que expresó no sólo un lema político sino una síntesis ideológica. En ese trabajo póstumo se da un paso adelante en la elaboración conceptual. La democracia avanzada es considerada como una peculiar «vía de aproximación» que apunta al socialismo, sustentada en un gran bloque transformador, democrático-radical, popular y antiimperialista. Arismendi subraya además que «en nuestro proyecto de socialismo se integran los valores universales de la democracia». Culmina con la siguiente formulación:
«La consolidación y defensa de la democracia y su profundización se nos aparece como faena central en este momento y en este final del siglo XX. Inclusive para llegar a conquistar y construir un día una sociedad socialista».
En este sentido puede considerarse como su testamento político.
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