entrevista

Gloria Rodríguez se define como feminista y presentó un proyecto de ley para impulsar la democracia paritaria

La senadora nacionalista pertenece a la Lista 71 del Herrerismo y es oriunda de Melo, Cerro Largo.

 

En su carácter de representante nacional y activista afrodescendiente, participó en Costa Rica del Foro Internacional de Conmemoración de las Personas Afrodescendientes de América Latina, el Caribe y África.

Recientemente participó en Costa Rica de un Foro sobre la población Afrodescendiente en América Latina, el Caribe y África ¿Cómo fue ese encuentro?

En diciembre de 2020, la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó una resolución, que presentó la vicepresidenta de Costa Rica Epsy Campbell. Lo que se reafirmó, fueron los derechos de las personas afrodescendientes y su contribución a las distintas sociedades. Fue muy importante, debatimos situaciones que son comunes a todas las personas afrodescendientes: la discriminación sistemática. Debemos trabajar y profundizar, el intercambio fue muy rico, hay países que han avanzado, se los ha reconocido como países plurales. En el caso de Uruguay, venimos a pasos muy cortos, pero trabajando firme, la sociedad civil viene reclamando esos derechos. Fue muy enriquecedor, en lo personal fui en representación de Uruguay como Senadora de la República, pero también como persona afrodescendiente, como persona negra. Esos eventos son fundamentales para poder avanzar, traer otras experiencias y reconocer una vez más, que el racismo y la discriminación conviven con nosotros.

La discriminación es sistemática, pero en otros países existe una clase media baja de población afrodescendiente y en Uruguay esto no ocurre. Es una realidad que debemos hablar, trabajar y cambiar.

Respecto a Uruguay ¿qué contaste, cuales son las principales preocupaciones?

Llevamos los avances que hemos tenido, la creación de la División de Promoción de Políticas Públicas para el colectivo afrodescendiente, por primera vez en la historia hoy cuenta con fondos propios para implementar políticas. Anteriormente los fondos eran de otros programas. Hablamos mucho de la reparación histórica que se reclama a nivel global, debemos trabajar en la misma, las reparaciones no deben ser individuales, sino hay que pensar en un cambio de paradigma que apunte a la educación. Para poder salir de esta situación debemos tener acceso a la educación. Cuando hablamos de los afrodescendientes, nos referimos a un colectivo empobrecido, que avanza de forma lenta. En otros países nos encontramos que han avanzado muchísimo en lo económico y en lo educativo, y miran un paso más allá. Nos encontramos que en ese sentido, nosotros no estamos bien posicionados. En Uruguay seguimos siendo el colectivo empobrecido y esto es lo que tenemos que cambiar. La discriminación es sistemática, pero en otros países existe una clase media baja de población afrodescendiente y en Uruguay esto no ocurre. Es una realidad que debemos hablar, trabajar y cambiar.

Hay que trabajar paralelamente, apostando a la educación de la población afro, pero también a que las instituciones del Estado cumplan con la ley vigente (8% de los cargos en el Estado se deben cubrir con población afrodescendiente). De la pobreza se sale con educación y brindando posibilidades.

Respecto a la ley uruguaya que prevé que el Estado debe contratar un 8% de población afrodescendiente ¿qué sucede con esta ley, no hay personas afro que puedan ocupar estos cargos?

En Uruguay no se cumple la ley porque no se respeta. Son pocas las instituciones del Estado que cumplen. Servicio Civil hizo un informe y muestra que son pocos los que cumplen con el 8%. La población afrodescendiente no ha podido avanzar en educación y son pocos los que culminan los estudios terciarios. Nos reunimos en el rectorado de la Universidad y hablábamos del nivel de abandono de los estudiantes afrodescendientes, entonces hay que prepararse para reclamar ese 8%, sin dejar de manifestar que desde que existe la ley, no todas las instituciones del Estado la cumplen, no se respeta. Hay que trabajar paralelamente, apostando a la educación de la población afro, pero también a que las instituciones del Estado cumplan con la ley vigente (8% de los cargos en el Estado se deben cubrir con población afrodescendiente). De la pobreza se sale con educación y brindando posibilidades, fuentes de trabajo, cooperativas, créditos blandos, hay infinidades de posibilidades para poder avanzar. El colectivo necesita políticas de acciones afirmativas, en lo personal apuesto a la educación. No estoy dispuesta a continuar por décadas y décadas a seguir con este relato que somos el colectivo más empobrecido, sufrimos discriminación sí, vamos a trabajar para salir y no continuar con ese peso sobre nuestros hombros, el peso de la esclavitud. Voy a trabajar para lograr revertir la situación, ni siquiera pretendo pertenecer a la clase alta, pero sí terminar con el discurso que somos el colectivo más empobrecido, terminar con el discurso que vivimos en la periferia, que somos pocos los que estamos en cargos de decisión, debemos revertirlo, para cuando participemos de esos encuentros, podamos llevar esa voz de que hemos avanzado.

Se dice “las mujeres no quieren participar en política”. Claro que queremos participar, pero hay resistencias a la participación en cargos de decisión, cuando llega el momento somos excluidas. Las mujeres atendemos los comités, entregamos listas, organizamos y vamos a las reuniones, escribimos, y preparamos, pero cuando llega el momento de ocupar los cargos, se dice no están preparadas, no hay mujeres.

Hablando de colectivos postergados, la baja participación de las mujeres en los cargos de representación. Recientemente se presentó una encuesta de CIFRA que indicaba que la mayoría piensa que es la propia mujer que se autoexcluye y también que el propio sistema político las deja por el camino. Tú presentaste en el Parlamento un proyecto de ley para obtener la democracia paritaria ¿Cómo es dicho proyecto?

Nosotros presentamos un proyecto de ley, que es una reforma al régimen legal actual, la conocida ley de cuotas. Nosotros apostamos a la paridad, uno y uno. La ley de cuotas sirvió, pero han pasado 10 años de su vigencia. Entendemos que ya no es suficiente, porque todos sabemos que la aplicación de la ley de cuotas ha sido minimalista. Se han utilizado todos los instrumentos de la ingeniería electoral para evadir el fin buscado por la norma. Respecto a que las mujeres se autoexcluyen, mujeres valiosísimas que han trabajado y trabajan en política, llega un momento que abandonan porque no encuentran las posibilidades. Se dice “las mujeres no quieren participar en política”. Claro que queremos participar, pero hay resistencias a la participación en cargos de decisión, cuando llega el momento somos excluidas. Las mujeres atendemos los comités, entregamos listas, organizamos y vamos a las reuniones, escribimos, y preparamos, pero cuando llega el momento de ocupar los cargos, se dice no están preparadas, no hay mujeres. Hoy reclamamos nuestros derechos, no es un enfrentamiento hombres y mujeres, la ley no es para las mujeres, sino para obtener la paridad de género, en una lista que pueda ser la mayoría mujeres, el lugar se le debe dar al varón. Esa es la paridad, el trabajo lo tenemos que hacer entre todos. La política fue pensada para los varones desde siempre. A las históricas mujeres feministas las debemos de reivindicar, ellas hicieron un trabajo silencioso, algunas se destacaron y muchas convencieron a los varones de que tenemos derecho a ocupar esos lugares. Lo reitero, es un trabajo en conjunto de varones y mujeres para poder avanzar, no es una tarea únicamente de nosotras, por eso hablamos de una ley paritaria. La democracia no nos puede dividir hombres y mujeres.

La igualdad es un presupuesto básico para vivir en democracia y la discriminación es indigna y es ilegal.

Estamos en el marco de la consagración de los derechos civiles de las mujeres, ocurrió el 18 de setiembre de 1946 durante la presidencia de Juan José de Amézaga 

Esa ley hay que recordarla fue la número 10.783 y es muy importante traer este recuerdo, para no olvidarnos lo que se derogó “el marido debe protección a su mujer y la mujer obediencia a su marido”. También decía “la mujer no puede contratar, ni comparecer en juicios sin la licencia de su marido”, “el marido podrá revocar a su arbitrio la licencia, y ella perderá su derecho a los bienes gananciales”, “si la separación se verifica por adulterio de la mujer perderá su derecho sobre los bienes gananciales”. Igualmente más allá de que todo esto quedó derogado, muy importante, sin embargo la sociedad uruguaya no acompaño inmediatamente, había resistencias incluidas las propias mujeres. Esta ley fue un trabajo de las históricas feministas que reclamaron derogar esas normas. Y había mujeres que decían no, como vamos a enfrentarnos a los hombres. Todo cambio genera resistencias. Hasta hoy día la sociedad uruguaya ha avanzado hacia la igualdad de género, pero aún falta mucho camino para recorrer. Por eso hay que seguir trabajando por la igualdad de género. La igualdad es un presupuesto básico para vivir en democracia y la discriminación es indigna y es ilegal. Tenemos un camino con este proyecto de paridad, reafirmamos que falta mucho, no podemos bajar los brazos, hay que seguir y tenemos este ejemplo que acabamos de mencionar. Las nuevas generaciones dicen “esto no puede ser, es un escándalo”. Al final no hace tanto que las mujeres no teníamos derechos a nuestros bienes y debíamos obediencia, por eso en este proyecto de ley consideramos que la democracia paritaria es una oportunidad para que las  necesidades de más de la mitad de la población sean atendidas, a través de políticas inclusivas en aras de la igualdad de género.

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