OPINION

Carta desesperada a Luis Lacalle Pou: “Entre la economía y la salud usted eligió lo primero”

Me dirijo a usted señor presidente estremecido por la cantidad de vidas perdidas acumuladas solo en el mes de mayo (1.660 decesos), que superan holgadamente a las víctimas fatales del hundimiento del Titanic y si sumamos el mes de abril (1.601 fallecidos), las muertes evitables de uruguayos superan el horror del derrumbe de las dos Torres Gemelas de New York.

Foto: Presidencia de la República
Foto: Presidencia de la República

Todas muertes evitables. Muchas de ellas amigos entrañables. Ese es el tema. En Uruguay mueren promedialmente 89 personas por día, 2.670 personas por mes por diferentes causas ajenas al Covid. Pero la pérdida de esos seres humanos eran inevitables. No dependían de usted señor presidente. Estos 3.261 fallecidos en abril y mayo por el Covid 19, sí, dependían en gran parte de su decisión de limitar la movilidad.

Hoy el Covid 19 se ha convertido en la principal causa de muerte en el país, superando a los decesos por infartos o por cáncer o por cualquier otra enfermedad. Los fallecimientos por Covid 19 constituyen el 62% de todos los restantes decesos sumados por otras causas.  Dicho de otra manera la muerte en Uruguay aumentó un 62% comparado con los decesos que ocurrían antes de la pandemia. Son cifras de 2019 porque las del 2020 recién estarán expuestas en julio del 2021.

Todos los científicos se lo advirtieron. Todos unánimente, sin fisuras. Reduzca drásticamente la movilidad por un corto período de tiempo, unas tres semanas y con el apoyo de la vacunación masiva que va a muy buen ritmo, salvo en la franja etaria de 71 a 79 años, y la mortalidad caerá en picada. La movilidad y la muerte en esta pandemia son primas hermanas.

Claro, para parar parcialmente el país, salvo los servicios esenciales, se requiere un esfuerzo económico que usted hasta el momento decidió no realizar, coherente y fiel a los principios de la Sociedad Mont Pelerin, fundada en 1947 en Suiza por el economista Friedrich von Hayek, sociedad perversa que alcanzó su cénit en la década de los 80, en los predadores gobiernos de Margaret Thatcher y Ronald Reagan, que usted tanto admira.

Entre la economía y la salud usted eligió lo primero. Entre la vida y la muerte usted prefirió lo segundo.

Para descifrar el porqué del cómo hay que infiltrarse en su concepción del poder. Usted y sus asesores saben bien que restringir la movilidad va a generar una gran irritación en vastos sectores de la población que hoy se moviliza como si no existiera una pandemia mortal, que nos ubicó en el primer lugar de fallecidos en el mundo y también en el primer lugar de infectados en todo el planeta. También sabe que esa valiente decisión le puede reducir las simpatías de las encuestas. Hay que tener valor para anteponer el bien común al cálculo electoral.

El Frente Amplio, la mayor fuerza política de este país, tuvo el valor de proponerle 3 semanas de clausura parcial de la movilidad, a sabiendas de que perdería la simpatía de quienes se mueven impunemente por todo el territorio nacional, incluidos muchos frenteamplistas. La mayoría no lo hace por concurrir a fiestas clandestinas sino por no perder su trabajo, por su necesidad de adquirir los medios para el sustento familiar.

Gobernar es hacer creer. Y yo quisiera creer en sus buenas intenciones, pero no me la hace fácil, cuando opta por el sarcasmo sacrílego de elegir no abrir una rendija en las arcas que le dejó el Frente Amplio, para que usted pueda erigirse en el caudillo que derrotó a esta desoladora pandemia.

Los más grandes caudillos son taumaturgos de la historia, convierten las derrotas desoladoras en victorias deslumbrantes.  ¿Va a dejar escapar esta oportunidad de torcerle el brazo a la pandemia, evitando 6 mil muertes más, que se producirán hasta fines de setiembre cuando se estima que podría producirse la inmunidad de rebaño?

El sadismo económico de muchos de sus asesores, con honrosas excepciones, que optan por la supremacía de la materia prima por sobre la materia gris, constituye la corrupción del lugar común, es un escarnio social.

Esta ordalía macabra que ya se llevó hasta ahora a 4.400 ciudadanos y que parece no parar hasta los 10 mil, con los 6 mil más que están en lista de espera, representa un abuso imbécil de una clase dominante atrasada. Este modelo, de un sadismo económico intolerable, impulsado por una cohorte de implacables dirigentes políticos de la derecha nativa, debe ser interrumpido ya.

Está en juego la vida de 6.000 ciudadanos que aun pueden ser salvados.
Medio país le está diciendo señor presidente, “No al Estado sin la vida” que es el vicio habitual de las derechas en todo el mundo.

Luis Lacalle Pou se toma una selfie rodeado de más de 15 personas sin distanciamiento físico. Foto: Presidencia de la República
Luis Lacalle Pou se toma una selfie rodeado de más de 15 personas sin distanciamiento físico. Foto: Presidencia de la República

Yo creo que la política es una de las más generosas y bellas tareas del ser humano. Pero observando esta etapa que a usted le tocó en suerte, no rechazo tanto ahora la afirmación del gran humorista que fue Groucho Marx: “la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después un remedio equivocado”.

Pero vayamos al grano. ¿Cuánto vale para usted, señor presidente, una sola vida humana?

Porque, obvio es, usted no puede clausurar parcialmente la movilidad si no abre la billetera para subsidiarla.

La inmovilidad generará la pérdida de ingresos a vastos sectores que no pueden esperar 21 días para reanudar su actividad.

Pues bien he consultado la semana pasada a varios economistas prestigiosos que me señalaron errores en mis cálculos, pero que a su vez confirmaron que éstos no estaban muy lejos de los análisis que me proporcionaron.

La síntesis de esas consultas es que con 200 millones de dólares se puede financiar la limitación de la movilidad por tres semanas.  Esos 200 millones se distribuirían de esta manera: 80 millones para ampliar el seguro de paro al que acudirían todos los trabajadores formalizados, otros 80 millones se destinarían a los que no tienen derecho a seguro de paro y los restantes 40 millones a subsidiar a pequeñas y medianas empresas que más sufrirían el corte de la movilidad por 21 días.

De donde sacarlos es un tema menor, bastaría que no se destine ese dinero a compras inverosímiles como las que realizó el Ministerio de Defensa, o que se apelara a las reservas, o que se emitiera un bono solidario, o lo que nunca se hará, que se tuviera la valentía que tuvo el presidente argentino de pedir por única vez un aporte a los grandes capitales superavitarios.

Son solo 200 millones de dólares. Si usted decreta la inmovilidad parcial, salvo servicios esenciales, propiciando el teletrabajo, por solo 21 días, con el objetivo de salvar 6.000 vidas humanas, estaría destinando solo 33.333 dólares por prolongar la vida de cada ciudadano en peligro.

Si usted detiene la movilidad por 21 días y aprueba el subsidio de los 200 millones de dólares, para intentar salvar de la muerte a 6.000 orientales, yo me comprometo públicamente a salvar a uno de esos 6.000, consiguiéndole los 33.333 dólares necesarios para ello. Conozco a varias personas que colaborarían con gusto en esa tarea, si usted se decide a cambiar el curso de esta nefasta historia.

Creo que es su gran oportunidad de dar un golpe de timón a esta catástrofe sanitaria.
Que la fatiga del poder no le quite el ánimo de reconocer errores y enmendar el sendero recorrido.

Un día el primer ministro británico, Stanley Baldwin, dijo que buscar el poder sin responsabilidad ha sido la prerrogativa de la prostituta a través de los siglos y usted ha jurado que ejercería el poder con responsabilidad absoluta. Es hora de probarlo.
Ante las grandes catástrofes, grandes decisiones.

¿Usted cree señor presidente que cuando a fines de setiembre usted se presente en cadena de televisión para declarar que se ha derrotado la pandemia manteniendo la movilidad social y sin afectar mayormente la economía, al solo costo de 10 mil vidas, será vitoreado como los generales romanos cuando volvían de Cartago?  No se confíe en esa posibilidad. Habrá 10 mil familias de luto, relacionadas con amigos, compañeros de trabajo y opinión pública indignada. Y ellas saben que se podía evitar esa tragedia. No lleve sobre su conciencia esas vidas tronchadas.

Apueste a la posibilidad improbable, como apostaron los griegos en Maratón y Salamina y salvaron a la pequeña Atenas del imperio persa.

Y la del estribo, ¿por qué quiere seguir peleando esta batalla en solitario? ¿ Por qué no escucha a sus propios aliados, que le reclaman mayores restricciones ante la tragedia y  escucha un poco más a la comunidad científica? ¿Acaso no se da cuenta señor presidente, que si usted toma esa decisión valiente, todo el Frente Amplio estará atrás suyo apoyándolo en esta emergencia? Habrá logrado además unir a todas las fuerzas políticas del país atrás suyo. Como si estuviera en guerra ante un enemigo externo. Esto es lo que está sucediendo. Un enemigo que debe unir a todo el pueblo uruguayo en su contra, más allá de narcisismos, vanidades, banderías e ideologías. No tenga dudas que si usted se decide, todos estaremos detrás suyo, respaldándolo contra el virus mortal. Después de esto, no dude también, estaremos idea contra idea para evitar democráticamente que el partido conservador que usted representa renueve su mandato. Para bien de la Nación.

Me despido de usted recordando al genio de Max Weber: “es una verdad probada por la historia que solo persiguiendo lo imposible se alcanza lo que en cada etapa es posible”.
Estamos en sus manos, señor presidente.
 

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