«Lula toma medida drástica: destituye al comandante del Ejército brasileño tras el intento de golpe de Estado
La despolitización de los cuarteles es un desafío importante para Lula, ya que se ha vuelto urgente después del violento ataque del 8 de enero que buscaba derrocarlo y devolver el poder a Bolsonaro.
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, ha tomado una medida drástica al destituir al comandante del Ejército, el general Júlio César de Arruda, en medio de un clima de desconfianza entre el mandatario y algunos sectores de las Fuerzas Armadas después del intento golpista que tuvo lugar en Brasilia el 8 de enero.
La decisión llega un día después de una reunión entre Lula, Arruda y los comandantes de la Marina y la Aeronáutica para discutir inversiones y planes para modernizar las tres fuerzas, según declaró el ministro de Defensa, José Múcio. El diario Folha de São Paulo señala que Lula tomó esta determinación debido a que Arruda «no demostró disposición» en tomar medidas “inmediatas” para aplacar las dudas del mandatario sobre la actuación de algunos sectores militares en el intento golpista.
El Partido de los Trabajadores (PT) ha respaldado la decisión del mandatario, afirmando que el general destituido cometió una “insubordinación inadmisible”. La diputada Gleisi Hoffmann señaló que “la democracia rechaza cualquier tutela sobre los poderes civiles que emanan del voto popular” y que “hubiera habido crisis si el presidente Lula no hubiera actuado en defensa de la Constitución”.
Lula ha manifestado en varias ocasiones sus dudas sobre el papel de las Fuerzas Armadas con relación al intento golpista y los daños causados en las sedes de los tres poderes. En una entrevista, el mandatario criticó a las agencias de inteligencia “del Ejército, de la Policía y de la Marina” por no avisarle que bolsonaristas radicales se estaban organizando para el asalto de Brasilia.
La destitución del comandante del Ejército es una medida drástica que demuestra la preocupación del mandatario sobre el papel de las Fuerzas Armadas en los sucesos recientes. Vale señalar que, Arruda asumió como comandante del Ejército el pasado 30 de diciembre, cuando aún estaba en el poder el ahora expresidente Jair Bolsonaro.
Lula desmilitariza el gobierno y despolitiza el ejército
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, ha tomado medidas significativas en sus primeros días de mandato para limpiar el Gobierno de militares, despidiendo a unos 140 militares que trabajaban en órganos relacionados con la seguridad y la administración de la Presidencia. Esta salida se ha acelerado después del asalto a las sedes de la Presidencia, el Congreso y la Corte Suprema por parte de los seguidores del exgobernante ultraderechista Jair Bolsonaro.
La decisión de Lula de desmilitarizar la administración pública entra dentro de sus planes para reducir el peso de las Fuerzas Armadas en el Gobierno, que habían adquirido un gran poder bajo el mandato de Bolsonaro. Según los datos oficiales, el número de militares, activos o de la reserva, ocupando cargos civiles, aumentó desde 2.765 en 2018 hasta 6.157 en 2020, de los cuales cerca de la mitad son cargos “comisionados” que el nuevo Gobierno puede sustituir en el corto plazo.
La despolitización de los cuarteles es otro desafío importante para Lula, ya que se ha vuelto urgente después del violento ataque del 8 de enero que buscaba derrocarlo y devolver el poder a Bolsonaro. Aunque las Fuerzas Armadas, como institución, se mantuvieron fieles a la Constitución y a Lula, el Gobierno sospecha de la participación de algunos pocos militares en los actos golpistas, a los que pretende castigar «sin importar la patente».
Además de los cambios en los cargos militares en la Presidencia, el Gobierno de Lula también ha cesado a los 27 superintendentes regionales de la Policía Federal
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